sábado, 28 de abril de 2012

ALMENDRO.

Ese árbol y su fruto gozan de un gran favor en el mundo bíblico. Varillas de almendro entran en la composición del "hechizo" que permite a Jacob obtener los corderos negros y los cabritos "rayados, moteados o manchados", para aumentar su propio rebaño entresacado del de Labán, su suegro, que no conserva más que los corderos blancos y los cabritos de pelo uniforme (Gn 30,37ss). En su vejez, el mismo Jacob ofrece almendras, consideradas entre "los mejores productos del país", como presentes para el "gobernador de Egipto" que no es otro que su hijo José (Gn 43,11). Cuando la vara de Aarón florece en el santuario del desierto para confirmar la elección divina de su dueño consagrado al sacerdocio, sus flores fructifican en almendras (Nm 17,23 ó 8 según vers.) El profeta Jeremías hace un juego de palabras con el nombre hebreo del almendro, "el vigilante", "el que vela (Jr 1,11)"; en efecto, sus flores son las primeras que anuncian la primavera... Las "flores de almendro", imagen de las canas, propias de la vejez, anuncian "que el hombre se va hacia su mansión eterna (Ecles 12,5)", según el sabio autor del ECLESIASTÉS.

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