jueves, 2 de agosto de 2012

NICOLAÍTAS.

(gr. nikolaítes, "seguidores [secuaces] de Nicolás"). Secta herética en la iglesia apostólica. Se la menciona sólo en las cartas de Juan el revelador a las "siete iglesias que están en Asia". Cristo alabó a la iglesia de Efeso por "odiar" las obras de los Nicolaítas (Ap. 2:6), y censuró a la de Pérgamo por aceptar algunas de sus enseñanzas (v 15). El autor cristiano extrabíblico más temprano que los menciona es Ireneo (c 185 d.C.), que los identifica como una secta gnóstica: "Juan, el discípulo del Señor, predica esta fe [la divinidad de Cristo], y procura, por la proclamación del evangelio, eliminar ese error que Cerinto ha diseminado entre los hombres, y mucho antes los llamados nicolaítas, que son una rama del falsamente llamado conocimiento, para confundirlos, y persuadirlos de que hay sólo un Dios que hizo todas las cosas por su Palabra". Hay también evidencias de una secta gnóstica en el s III d.C. que lleva el mismo nombre. Pero Ireneo -seguido por Hipólito y otros-, presenta la teoría de que esta secta se originó en las enseñanzas de Nicolás, uno de los 7 primeros diáconos ordenados por los apóstoles, un "prosélito de Antioquía" (Hch. 6:1-3, 5). No hay evidencia de que esta tradición sea digna de confianza. Se ha postulado la teoría, basada en parte en la supuesta semejanza de significado de los nombres Nicolás ("conquistador del pueblo") y Balaam (probablemente "devorador"), que la "doctrina de Balaam" (Ap. 2:14) sea idéntica a la de los Nicolaítas (v 15; sin embargo, la estructura de los pasajes se opone a esta idea). La enseñanza de éstos parece haber sido una forma de antinomianismo (véase CBA 7:968). Los Nicolaítas del s II d.C. aparentemente continuaron y extendieron los conceptos de sus adherentes del s I: aferrarse a la libertad de la carne y enseñar que las obras de ella no tienen efecto sobre la salud del alma y, en consecuencia, ninguna relación con la salvación. Bib.: I-AH iii.11.1; ANF 1:426; I-AH i.26.3; Hipólito, La refutación de todas las herejías, vii.24.

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