jueves, 2 de agosto de 2012

NILO.

(heb. Yeôr; shîjôr. "negro [turbiol"; transliteración del egip. itrw [más tarde irw], que significa "río" por excelencia). El gran río de Egipto, de unos 6.400 km de longitud, uno de los más largos del mundo. Sus fuentes, conformadas por varias corrientes (de las cuales el Kagera es la más importante), están en el África central. Fluyen hacia el norte y forman el Lago Victoria. Después de salir del lago, el río, que ahora se llama NiloBlanco (de unos 2.500 km de largo), recibe las aguas de varios otros afluentes antes de llegar a la confluencia con otro de los ríos principales, en Jartum, el Nilo Azul, que hasta ese punto ya recorrió unos 1.785 km desde sus fuentes en la Meseta de Abisinia. El último tributario del Nilo es el Atbara, también llamado el Nilo Negro, de unos 1.265 km de largo. Se une al río principal a unos 320 km al norte de Jartum. Mapa IV, D-5. Entre Jartum y Asuán, el límite sur del antiguo Egipto, el Nilo fluye 1.865 km y cae por 6 cataratas que, durante toda su historia fueron formidables barreras protectores contra las invasiones desde el sur. La catarata que está más al norte, llamada la 1ª catarata, está formada por un lecho de granito de unos 290 km de longitud, en dirección este-oeste. que atraviesa 840 el río en Asuán. De esta región, los egipcios han extraído granitos rojo y gris desde los tiempos más remotos para obeliscos, estelas, columnas y estatuas. 381. El río Nilo. En Asuán, el Nilo entra en Egipto propiamente dicho, y fluye otros 1.200 km más a todo lo largo del país, de sur a norte (fig 381). Su ancho varía de 450 a 900 m. Al norte de El Cairo, el río se divide en varios brazos formando un fértil delta. En los tiempos antiguos había 7 principales, pero ahora hay sólo 2, los que desembocan en el Mediterráneo: Rosetta y Damietta. Mapas IV, B/C-5; V. A-2/3. El Nilo era y es todavía la fuente de toda la vida de Egipto, un país que pertenece al desierto de Sahara y que prácticamente no tiene lluvias. El río inunda sus riberas durante los meses de verano, y al bajar deja una fértil capa de limo. De ese modo, se ha ido formando, desde tiempos inmemoriales, una franja de tierra fértil a cada lado del Nilo (que aparece con un verde más oscuro en el Mapa V), que renovada cada año permitía la vida para la densa población de Egipto. Antes de construirse los diques de Asuán, las inundaciones comenzaban allí hacia fines de junio, y en la región de El Cairo a mediados de julio, llegando a su nivel máximo en octubre. Desde ese momento, el agua descendía hasta su nivel más bajo en marzo. Desde marzo el nivel se mantenía constante hasta el comienzo de una nueva inundación. Estas eran el resultado de las siguientes circunstancias: el Nilo Blanco mantenía una cantidad constante de agua todo el año, ya que casi diariamente llovía en la región de sus nacientes. Por otra parte, el Nilo Azul y el Atbara llevaban una gran cantidad de agua sólo durante las épocas en que las mesetas de Abisinia soportaban la estación de lluvias. En esas épocas los ríos llegan a ser torrentes, cuyas aguas bajan de las montañas con gran velocidad, arrastrando consigo mucho del suelo que contiene minerales desde las regiones montañosas que atraviesan. Cuando este Nilo Azul violento llegaba a Jartum, tenía tanta fuerza que el agua lenta y serena del Nilo Blanco era retenida, de modo que inundaba sus riberas hasta muy al sur de la ciudad. Después de unas pocas semanas, la fuerza del Nilo Azul se reducía, y para entonces el Nilo Blanco constituía una corriente poderosa que empujaba sus aguas por el cauce del río con la misma fuerza con que antes la arrojaba el Nilo Azul, y durante varias semanas más la inundación de Egipto continuaba. Por causa de su importancia desde tiempos remotos, los egipcios llevaban registros muy minuciosos de la altura de cada inundación anual. Tenían también varios nilómetros en diversos lugares del país, y un sistema de alarma para avisar a los agricultores de la altura esperada del Nilo, para que pudieran tomar las medidas preventivas necesarias por si la inundación llegara a niveles que pusieran en peligro sus diques, aldeas y cosechas; y para que se pudieran preparar si descendieran demasiado bajas, en cuyo caso necesitarían mano de obra adicional para bombear el agua hasta sus campos más alejados del río. Si el Nilo no crecía, había hambre y escasez, y varios períodos de esta naturaleza han quedado registrados. El período de 7 años de hambre que ocurrió en tiempos de José (Gn. 41:54) tiene un paralelo histórico, pues una época de 7 años del mismo azote sufrió Egipto en la dinastía 3ª, algunos siglos antes.
 

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