viernes, 3 de agosto de 2012

OHLÁ y OHLIBÁ.

Nombres alegóricos dados por el profeta Ezequiel a dos hermanas que representan la una a Samaría, capital del reino del Norte, y la otra a Jerusalén, capital del reino del Sur (Ez 23).

Ya en otra parábola (Ez 16) Ezequiel había comparado a Jerusalén con una niña abandonada, más tarde recogida y mimada, y finalmente desposada por Yahvé, que hace de ella una reina; a todos estos favores la joven mujer responde con la infidelidad.

Jeremías hace alusión a "la apóstata Israel y la traidora Judá (Jr 3,6-13)". Ohlá y Ohlibá, cuyos nombres significan "tienda" y "mi tienda está en ella", son dos mujeres que han criado hijos e hijas. La primera, Samaría, se prostituyó: "Ardió de pasión por sus amantes, los hijos de Asur", adoptó sus ídolos y estableció las mismas relaciones culpables con Egipto. Los hijos de Asur tomaron a sus hijos e hijas y acabaron por darle muerte a ella (Ez 23,1-10).

Ohlibá -Jerusalén- se entregó a una pasión más perversa y a prostituciones peores a Egipto y Asur añadió los "caldeos", los "hijos de Babel"; la descripción es todavía más violenta y en términos más crudos; el relato del castigo, más cruel (Ez 23,11-35).

El profeta es invitado a juzgar a ambas hermanas y a dar a conocer sus "abominaciones". Prorrumpe en amenazas contra ellas y lanza en nombre de Yahvé terribles imprecaciones.

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