SALOMÓN (Pórtico de).

El Ulam, o pórtico de entrada del Templo, se hallaba situado en el lado este (I Re 6,3; II Cró 3,4; 9,7) y tenía una longitud de 20 codos, igual al ancho del Templo, y 10 codos de largo (I Re 6,3). En II Cró 4,4 se añade la afirmación, errónea sin duda, de que su altura era de 120 codos (60 m), lo que lo convertiría en una auténtica torre.

En el atrio y flanqueando la entrada se hallaban dos columnas aisladas de bronce, huecas, con capitel lotiforme (al estilo egipcio), en él un reticulado de rejilla y unos lazos en forma de cadena; su perímetro era de 12 codos y su altura 18, más 5 del capitel (I Re 7,15-22; II Re 11,14; 23,3). Su misión no era resistente sino meramente ornamental y seguramente simbólica. La derecha se llamaba Yakín (‘que Yahvé lo haga fuerte’), y la izquierda Boaz (‘de inteligencia aguda’). Es decir, personificaciones de las cualidades humanas operativas por excelencia: fuerza e inteligencia.

De acuerdo con la tradición bíblica, alrededor del edificio se ubicaban dos patios. En primer lugar, y rodeándolo, el “gran patio externo”. Éste cumplía el papel de aislar el edificio totalmente del exterior, creando un entorno de silencio, paz y tranquilidad a su alrededor. Allí se reunía el pueblo para adorar a Dios (Jer 19,14; 26,2).

En el interior y rodeando el edificio, el patio de los sacerdotes (II Cró 4,9), también llamado “el patio interior” (I Re 6,36), separado del resto del Templo por un muro de tres hileras de sillares de piedra tallada, coronada por una hilera de vigas de cedro (I Re 6,36). Contenía el altar de los sacrificios (II Cró 15,8), el “mar de bronce” (4,2-5, 10) y diez aguamaniles (I Re 7,38-39, ver más adelante). Allí se reunía el pueblo para adorar a Dios. (Jer 19,14; 26,2). Revistió esa parte de oro y cerró su acceso con cadenas áureas. Aparecen nuevamente aquí dos querubines, de diez codos de altura y recubiertos de oro.