lunes, 27 de agosto de 2012

TITO.

(gr. Títos, "honorable"; transliteración del lat. Titus; las 2 formas del nombre eran comunes en la época apostólica). Amigo íntimo, compañero de viaje y asistente del apóstol Pablo. Su nombre aparece en el NT sólo en las epístolas a los Corintios (2 Co. 3:13, etc.), los Gálatas (Gá. 2:1, 3), Timoteo (2 Ti. 4:10) y Tito (Tit. 1:4). Pablo consideraba a Tito su "verdadero hijo en la común fe" (v 4), evidentemente porque era uno de sus conversos. Que Tito era gentil se desprende de la firme decisión de Pablo de no circuncidarlo con el fin de apaciguar a los judíos cristianos de Jerusalén, exageradamente celosos, quizá cuando la visitó como delegado de Antioquía ante el concilio que se había convocado para resolver el asunto de los conversos de origen gentil (Gá. 2:1-5; cf Hch. 15); tal vez fuera oriundo de Antioquía. Sea como fuere, parece que pertenecía a esa iglesia gentil (Gá. 2:1) y quizás aceptó el cristianismo en los comienzos del ministerio de Pablo en esa ciudad. Cuando algunos miembros de la iglesia de Corinto se rebelaron contra Pablo (c 57 d.C.), éste envió a Tito para tratar de conseguir una reconciliación. La ansiedad del apóstol por el éxito de esta empresa se echa de ver por la perplejidad que experimentó al no encontrarse con él en Troas, tal como estaba planeado (2 Co. 2:12, 13; 7:6, 13, 14). Poco después se encontró con Tito en Macedonia, y recibió con gozo los brillantes informes acerca del éxito de su misión (7:6, 7, 13, 14). Lo volvió a enviar a Corinto con su 2ª epístola a los creyentes de esa ciudad (8:6, 17, 18, 23), y también con el fin de supervigilar la recolección de fondos para los pobres de Jerusalén (8:23-9:5). Algunos años más tarde, aparentemente no mucho antes de su 2o encarcelamiento en Roma, Pablo escribió la epístola destinada a Tito. Lo 1168 había dejado en Creta para que organizara las iglesias e instruyera cabalmente a los creyentes (Tit. 1:4, 5). En su carta le pide que se encuentre con él en Nicópolis* (3:12). Lo último que sabemos de Tito es lo que Pablo le dice a Timoteo en una de sus epístolas poco antes de morir: lo había enviado en una misión especial a Dalmacia (2 Ti. 4: 1O).

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