sábado, 10 de noviembre de 2012

¿POR QUÉ CONSTANTINO I MANDÓ COCER A SU MUJER?

Los protagonistas de este drama conyugal fueron el césar romano Constantino el Grande (272?-337) y su segunda mujer, Fausta (293-326), con quién se había casado en 307 con la esperanza de dar un impulso decisivo a su propia carrera política, pues era hija del entonces emperador Maximiano.

Los cálculos le salieron a pedir de boca: tras el suicidio de su suegro se convirtió en César. Y también con su pareja las cosas parecían ir bien. Fausta le dio cinco hijos y recibió el título de augusta de manos de su propio marido, en 325. Pero sólo un año más tarde llegó la tragedia. El césar ordenó ejecutar a su hijo Crispo, nacido de su primera mujer, y poco tiempo después, a su esposa.

La teoría más extendida sobre lo sucedido dice que Fausta culpó a su hijastro de haber intentado violarla, lo que provocó la venganza del emperador. Pero este pudo haberse enterado de que la acusación era falsa, y se vio obligado a firmar la sentencia de muerte de su cónyuge. Según otras fuentes, Crispo y Fausta tenían una relación que el joven pretendía romper, con lo que se hizo acreedor a la venganza de su despechada madrastra y amante.

Otros especulan que Fausta se había encaprichado del guapo y muy popular Crispo, pero que fue rechazada y, llena de ira, le denunció. En cualquier caso, el césar ideó una forma de ejecución especialmente cruel para su esposa. El agua de su bañera fue llevada a ebullición mientras ella estaba dentro. Con suerte, el vapor la ahogó antes de que su cuerpo empezara a cocerse.


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