domingo, 2 de diciembre de 2012

CUERPO DE PAJILLERAS DEL HOSPICIO DE SAN JUAN DE DIOS DE MÁLAGA.

De hecho, los primeros en publicarla (una página humorística mexicana) ya advertían al final del artículo que se trataba de un "simple artículo de entretenimiento sin que haya ningún tipo de evidencia que sustente la existencia de las protagonistas del mismo". Pero como lo ponía al final, muchos no llegaron a leerlo y no me extrañaría que dentro de nada haya un artículo en la Wikipedia sobre el tema. Se trata de la existencia de un Cuerpo de Pajilleras del Hospital de San Juan de Dios de Málaga, fundado en 1847.

monjas pajilleras


En diciembre de 1840, se autorizaba la creación (merced a una especialísima dispensa del Obispo de Andalucía) del Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de Málaga.
Las pajilleras de caridad (como se las empezó a denominar en toda la península) eran mujeres que, sin importar su aspecto físico o edad, prestaban consuelo con maniobras de masturbación a los numerosos soldados heridos en las batallas de la reciente guerra carlista española.
La autora de tan peculiar idea, había sido la Hermana Sor Ethel Sifuentes, una religiosa de cuarenta y cinco años que cumplía funciones de enfermera en el ya mencionado Hospicio. Sor Ethel había notado el mal talante, la ansiedad y la atmósfera saturada de testosterona en el pabellón de heridos del hospital. Decidió entonces poner manos a la obra y comenzó junto a algunas hermanas a "pajillear" a los robustos y viriles soldados sin hacer distingos de grado. Desde entonces, tanto a soldados como a oficiales, les tocaba su "pajilla" diaria. Los resultados fueron inmediatos.

El clima emocional cambió radicalmente en el pabellón y los temperamentales hombres de armas volvieron a departir cortésmente entre sí, aún cuando en muchos casos, hubiesen militado en bandos opuestos.

Al núcleo fundacional de hermanitas pajilleras, se sumaron voluntarias seculares, atraídas por el deseo de prestar tan abnegado servicio. A estas voluntarias, se les impuso (a fin de resguardar el pudor y las buenas costumbres) el uso estricto de un uniforme: una holgada hopalanda que ocultaba las formas femeniles y un velo de lino que embozaba el rostro.

El éxito rotundo, se tradujo en la proliferación de diversos cuerpos de pajilleras por todo el territorio nacional, agrupadas bajo distintas asociaciones y modalidades. Surgieron de esta suerte, el Cuerpo de Palilleras de La Reina, Las Pajilleras del Socorro de Huelva, Las Esclavas de la Pajilla del Corazón de María y ya entrado el siglo XX, las Pajilleras de la Pasionaria que tanto auxilio habrían de brindarle a las tropas de la República.

El lector que da crédito a semejante historia es un ignorante. No son pocos los indicios que desde el principio nos llevan a la conclusión de que todo es un bulo gracioso. Una broma, sin más. Pero que muchos han reproducido como cierta motivados por su deseo de que así lo fuera, con buena o mala fe. ¿Alguien en su sano juicio puede concebir que la España católica del siglo XIX se haya podido dar semejante historia rocambolesca?
Hagamos un análisis y vayamos despidiéndonos de la Orden de las Monjas Pajilleras del Hospicio de San Juan.
En primer lugar, no hay Obispo sobre el Orbe que tenga esa capacidad de dispensa. La iglesia católica jamás admitiría ese tipo de dispensas. El cuerpo es un tabú. Es el campo de juegos del demonio. Sólo recupera su divinidad y su pureza una vez con el sacramento del matrimonio. El sexo, en cualquiera de sus formas, es un pecado fuera del matrimonio y no digamos si quien otorga placer no a uno, sino a múltiples hombres es una monja que ha hecho votos de castidad. Como mínimo es motivo de excomulguión.
Jamás ha existido el cargo del obispo de Andalucía, lo cual revela que el autor del bulo no tiene idea (ni tampoco se preocupó de informarse) acerca de la jerarquía eclesiástica en España. Tampoco ha existido el Hospicio de San Juan de Dios de Málaga!.
Otro dato que revela la falsedad del texto, y que además nos indica que el autor es un bromista sudamericano, es el nombre de Sor Ethel Sifuentes. ¿Ethel? ¿Sifuentes?. ¿Una monja del siglo XIX en España con semejante -respetable- nombre?.
Cualquier hombre que haya estado enfermo o malherido, sabe, por propia experiencia, que no tiene el cuerpo para juergas. Con lo cual dudo mucho de que la de la masturbación fuese una necesidad imperiosa. Quizás en una fase posterior de recuperación, pero si el paciente no había perdido las dos manos, ¿Qué necesidad tenía de que fuese una monja, precisamente, quien lo aliviara?. No, no cuela.
Y un dato que me maravilla: “las voluntarias seculares”. Seguramente todos los heridos, en ese caso, serían clones de Brad Pitt. De lo contrario el dato tampoco se sostiene.
En fin, un bulo, como muchos otros, al que irreflexivamente se da por bueno.
A mi también me gusta pensar que Megan Fox pudo haber sido mi vecina voluntaria cuando me rompí los brazos aprendiendo a hacer piruetas en mi skate. Y hasta aquí puedo leer mi sueño…

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