domingo, 30 de junio de 2013

ANTONIO DE PADUA.

 
San Antonio de Padua O.F.M.
Guercino Antonio Bambino.jpg
San Antonio de Padua (o de Lisboa)
Confesor
Proclamado Doctor de la Iglesia el 16 de enero de 1946 por el papa Pío XII
Nombre Fernando de Bulhões
Apodo Doctor Evangélico o "el Santo"
Nacimiento 15 de agosto de 1195
Lisboa
Fallecimiento 13 de junio de 1231
Padua
Venerado en Iglesia Católica
Canonización 30 de mayo de 1232 por el Papa Gregorio IX
Principal Santuario Basílica de San Antonio de Padua, Italia
Iglesia de San Antonio de Lisboa, Portugal
Festividad 13 de junio
Atributos Santa Biblia, pan, Niño Jesús, mula y la Custodia
Patronazgo de los objetos extraviados, buscar pareja 

San Antonio de Padua, también venerado como San Antonio de Lisboa (Lisboa, 15 de agosto de 1195 - Padua, 13 de junio de 1231), fue un fraile, predicador y teólogo portugués. Nació con el nombre de Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo, en el seno de una familia de la aristocracia descendiente del cruzado Godofredo de Bouillón.
En sus inicios en 1210, fue monje agustino en Coímbra. En 1220 se convirtió en fraile franciscano. Viajó mucho, viviendo primero en Portugal y luego en Italia y Francia. En 1221 participó junto con unos 3 000 frailes del Capítulo general de Asís (el más multitudinario de los llamados Capítulos de las esteras), donde vio y escuchó en persona a Francisco de Asís. Su convicción, cultura y talento como predicador se mostraron por primera vez en Forlì en 1222. Pronto se divulgó la noticia de la calidad de su sermón, y Antonio recibió una carta del propio san Francisco con el encargo de predicar y de enseñar Teología a los frailes. Luego, fue comisionado por el mismo Francisco para luchar contra la propagación de la herejía cátara en Francia. Se trasladó más tarde a Bolonia y a Padua.
Su capacidad de prédica era proverbial, a punto de ser llamado «Arca del Testamento» por Gregorio IX. Sus mensajes desafiaban los vicios sociales de su tiempo, en forma especial la avaricia y la práctica de la usura. Según los escritos de la época, sus últimas predicaciones realizadas en la Cuaresma de 1231 tuvieron un éxito popular notable. Aquejado por continuas enfermedades, perseveraba en la enseñanza y en la escucha de confesiones hasta la puesta del sol, a menudo en ayunas. La multitud de gente que acudía desde las ciudades y pueblos a escuchar las predicaciones diarias lo obligó a abandonar las iglesias como recintos de prédica para hacerlo al aire libre.
Después de la Pascua de 1231, Antonio se retiró a la localidad de Camposampiero, pero decidió retornar a Padua poco después. Ya en las proximidades de Padua, se detuvo en el convento de Arcella donde murió prematuramente cuando todavía no alcanzaba la edad de treinta y seis años. La celebración de las multitudinarias exequias y la multiplicidad de milagros en su tumba que se le atribuyeron promovieron su rápida canonización bajo el pontificado de Gregorio IX en mayo de 1232. En 1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título de «Doctor evangélico».

Índice

Su vida

Antonio nació muy probablemente en Lisboa, de allí que el Martirologio romano lo llama «Lusitanus». La casa donde se estima nació el santo, en el barrio medieval de la Alfama, fue destruida completamente en el terremoto que arrasó Lisboa el 1 de noviembre de 1755 y sólo se conserva un pequeño sótano. Hijo de una familia acomodada de esa ciudad, se lo bautizó con el nombre de Fernando, nombre que cambió por el de Antonio en 1220, cuando entró en la Primera Orden de San Francisco.
Se educó en la escuela catedralicia local. Contrariando los deseos de su familia, Fernando ingresó en la abadía agustina de San Vicente en las afueras de Lisboa. Los monjes de la Orden de San Agustín, de la cual él era miembro, eran famosos por su dedicación a los estudios. Fernando estudió las Sagradas Escrituras y la teología de algunos doctores de la Iglesia católica como Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona, Gregorio Magno y Bernardo de Claraval. También estudió los clásicos latinos, como Ovidio y Séneca. Tras obtener el permiso de sus superiores religiosos, se trasladó a la abadía de la Santa Cruz en Coímbra, para continuar sus estudios.
En el verano de 1220 cambió de orden y se hizo franciscano. En ese momento adoptó el nombre de Antonio en honor de san Antonio Abad a quien estaba dedicada la ermita franciscana en la que él residía. En la fiesta de Pentecostés de 1221 miles de frailes (Antonio entre ellos) se congregaron en Asís, episodio que ha pasado a la historia como el Capítulo de las Esteras ya que muchos de los frailes ahí reunidos tuvieron que dormir en esteras. Una vez concluida la reunión, el provincial de Bolonia, Fray Graziano lo envió a una pequeña ermita en las montañas del pueblo de Montepaolo para que sirviera como sacerdote. Durante este período comienza su carrera como predicador viajando por todo el norte de Italia y el sur de Francia contra las herejías. Su primer campo de acción apostólica fue la Romaña donde le tocó enfrentarse al catarismo.
En la Curia papal, Antonio suscitó en los cardenales y el pontífice Gregorio IX tal admiración con su predicación que «llegó a llamarlo, con epíteto muy propio, "Arca del Testamento"» (Assidua 10, 2). Luego, Antonio fue a Padua. En la Assidua se hace especial hincapié de este período, particularmente de la predicación cuaresmal de 1231, como uno de los más notables de su vida.
Antonio enfermó de hidropesía y, en 1231, fue de retiro al bosque Camposampiero con otros dos frailes para darse un respiro y tomar nuevos aires. Allá Antonio vivió en una celda construida por él mismo bajo la ramas de un nogal. Murió el 13 de junio de 1231 en el convento de las Clarisas Pobres en Arcella en el camino de regreso a Padua a la edad de 35 años.

Canonización

San Antonio de Padua es la persona que más rápidamente fue canonizada por la Iglesia católica: 352 días después de su fallecimiento, el 30 de mayo de 1232.
En 1263, la ciudad de Padua le dedicó una basílica que conserva sus restos. Treinta años después de su muerte, el sarcófago donde se encontraba su cadáver fue abierto. Todo su cuerpo estaba ya corrupto con excepción de su lengua, lo que provocó una nueva oleada de devoción y la admiración que incluyó a personalidades como Buenaventura de Fidanza.
El 16 de enero de 1946, Pío XII, proclamó a San Antonio de Padua «Doctor de la Iglesia», bajo el título de «Doctor evangélico».
Se atribuyen a Antonio de Padua numerosos episodios de carácter místico, entre ellos la bilocación, ser entendido y comprendido por los peces cuando las personas despreciaron sus predicaciones, o de cargar en sus brazos al niño Jesús durante una noche. De allí surgieron numerosas representaciones iconográficas alusivas.

Reconocimientos

Existe de él un número importante de toponimias. Antonio de Padua es el patrón de Lisboa (Portugal) y de Padua (Italia), donde permanecen sus restos. Además, es santo patrón de otras ciudades, localidades y diócesis, entre ellas:
En Argentina
En Chile
En Ecuador
En España
En Estados Unidos
En México
En Venezuela

Tradiciones asociadas

En Portugal, Brasil, España, Perú y algunas otras partes de Hispanoamérica es reconocido como el santo de los matrimonios y el día de su fiesta (el 13 de junio) las muchachas solteras tienen la costumbre de comprar una pequeña imagen de San Antonio y colocarla al revés como castigo hasta que hayan encontrado un buen marido. Esta curiosa tradición ha sido retratada muchas veces en la cultura popular portuguesa e hispanoamericana, aunque la Iglesia católica la ha calificado como «superstición».

Referencias

  1. El Heraldo de Concordia (ed.): «Misa y procesión por el Santo Patrono, San Antonio de Padua de la Concordia» (13 de junio de 2013). Consultado el 13 de junio de 2013.
  2. Misiones Online (ed.): «En Oberá festejan a San Antonio, el patrono de la ciudad» (13 de junio de 2013). Consultado el 13 de junio de 2013.
  3. «Fiestas y eventos en Virasoro, Corrientes». Corrientes.com.ar (Portal Turístico Provincial) (2013). Consultado el 13 de junio de 2013.
  4. Fernández López, Eduardo (16 de junio de 2013). «San Antonio de Padua, el santo de Torreblanca». Arte Sacro. Consultado el 17 de junio de 2013.
  5. «Casas de Olmo-Cuenca». Pueblos de España. Consultado el 24 de junio de 2013.
  6. Lorenzo, Beatriz (7 de junio de 2011). «Los vecinos de Casillas honran estos días a su patrón, San Antonio de Padua». Diario de Avila.es. Consultado el 22 de mayo de 2013.
  7. «Extenso programa de actos en La Pedraja de Portillo con motivo de san Antonio». Pueblosycomarcas.com (2 de junio de 2012). Consultado el 17 de junio de 2013.
  8. Centro Insituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (2009). «Vicente Guerrero - Enciclopedia de los Municipios de México: Durango». Consultado el 10 de febrero de 2013.
  9. Gobernación del Estado Lara (ed.): «Calendario de Manifestaciones Folklóricas del Estado Lara». Lara eres tú (2013). Consultado el 13 de junio de 2013.
  10. Piña, Dulce; González, Nelitza (junio de 2009). «Urumaco y su devoción a san Antonio de Padua. Identidad cultural». Megatareas: Documentos y monografías. Consultado el 22 de junio de 2013.

Bibliografía

  • Clausen, Sophronius (1973) (en inglés). St. Anthony, Doctor of the Church. 116 páginas. Chicago: Franciscan Herald Press. ISBN 978-0-8199-0458-4.
  • Huber, Raphael M. (2010) (en inglés). St. Anthony of Padua, Doctor of the Church Universal: A Critical Study of the Historical Sources of the Life, Sanctity, Learning and Miracles of the Saint of Padua and Lisbon. 228 páginas. Montana: Kessinger Publishing. ISBN 978-1-164-48943-6.

Enlaces externos

Véase también

 
Antonio de Padua 1, incansable fustigador de las corruptas costumbres eclesiásticas, es conocido por la mayoría de la gente como el empalagoso hermanito imberbe que se entretiene con el Niño Jesús, encuentra objetos perdidos y proporciona novios a las doncellas. 

Es casi desconocida la obra literaria de este santo, volcada en sermones que han quedado pretendidamente desconocidos por la escandalosa violencia de las expresiones usadas contra la jerarquía eclesiástica. 2
 
Los sermones, escritos en los últimos años de su vida, no son las trascripciones de los discursos tenidos por el santo, sino un prontuario de homilías dominicales y festivas compuestas por él para uso de sus hermanos. Las violentas invectivas contenidas en estos sermones no nacen, por tanto, del arrebato de la predicación, sino que todas han sido pensadas y escritas pretendidamente. 

Pronunciadas en el lenguaje franco de los profetas, sus sermones son una despiadada crítica a las autoridades religiosas, aunque nadie osaría afirmar que Antonio no amase a la Iglesia: es ciertamente el amor por la Esposa de Cristo el que empuja al santo a denunciar a cuantos la han reducido a una ramera. 

Antonio y los obispos de su tiempo anunciaban el mismo evangelio de Jesús. Su manera de vivirlo era profundamente diversa. 

El santo acusa abiertamente a la jerarquía eclesiástica de seguir a Satanás, en lugar de a Jesucristo, y no duda en denunciar -a los prelados de nuestro tiempo, que no son discípulos de Cristo, sino del anticristo 3

Profundo conocedor de la Sagrada Escritura, Antonio recurre frecuentemente a los episodios bíblicos para censurar a los eclesiásticos, como sucedió irrespetuosamente a propósito de la burra de Balaán 4: -El obispo de nuestro tiempo es como Balaán, sentado sobre la burra: ésta veía al ángel, mientras que Balaán no podía verlo. Un obispo escandaloso es un trono inútil: con su mal ejemplo precipita la hermandad de los fieles, primero, en el pecado y, luego, en el infierno; con su estupidez, puesto que es inepto, desconcierta a los fieles; con su avaricia devora al pueblo. Éste, sentado sobre la burra, no solo no ve el ángel, sino os digo que ve el diablo preparado para precipitarlo al infierno 5

Renovando la denuncia de Jesús a -escribas y fariseos hipócritas que filtran el mosquito y se tragan el camello-6,. Antonio desenmascara la hipocresía de una iglesia corrupta que, abandonado el evangelio, cree solo en el propio prestigio y defiende sus privilegios, levantando murallas de decretos y leyes canónicas. 

-Amad a vuestros enemigos, haced el bien a quien os odia, bendecid a quien os maldice-7, es la enseñanza de Jesús que para Antonio prevalece sobre todas las reglas, instituciones, tradiciones, invenciones: -En las curias de los obispos, los bribones hacen resonar la ley de Justiniano y no la de Cristo: hacen grandes charlas, pero no según tu ley, Señor, que ahora es abandonada y odiada-8. -Si un obispo o un prelado de la Iglesia hace algo contra una decretal de Alejandro, o de Inocencia, o de cualquier otro Papa, es rápidamente acusado, el acusado es convocado, el convocado es convicto de su crimen, y después de convicto, depuesto. Si, sin embargo, comete algo grave contra el evangelio de Jesucristo, que está obligado a observar sobre todas las cosas, no hay ninguno que lo acuse, ninguno que lo reprenda-9.

LOS AFEMINADOS PRELADOS DE NUESTRO TIEMPO

Sin el mínimo temor reverencial, San Antonio escarnece a los altaneros prelados, describiéndolos como -vacas bellas y demasiado gruesas que pastan en lugares cenagosos-10. El apetito de estos religiosos, dedicados únicamente al culto del dios-vientre, desconcierta al santo que desconsolado constata: -¡Ay de mí! Cuántas cosas come [el prelado] y los pobres gritan a su puerta con el vientre vacío y desnudo-11

La pomposa vestimenta religiosa con la que los eclesiásticos caminan majestuosamente “hinchados y engreídos, con la panza fuera”12, para subrayar la sacralidad de la propia persona y distinguirse del común de los mortales, no impresiona al santo, sino que, al contrario, les ridiculiza: -Qué diré de los afeminados prelados de nuestro tiempo, que se acicalan como mujeres destinadas a las bodas, se revisten de pieles varias, y cuyas intemperancias se consumen en literas variopintas, en aparejos y espuelas de caballos, que bermejean la sangre de Cristo?”13

Antonio es despiadado en su denuncia. 

No encuentra ningún atenuante o virtud en los prelados: obispos y sacerdotes no son pastores, sino lobos rapaces que “predican por dinero-14, mientras los clérigos, “muelles, afeminados y corruptos, se presentan por dinero en los tribunales y en las curias, como las prostitutas 15. Para Antonio prelados y clérigos son los ladrones de nuestro tiempo 16, que sobresalen solo en su insaciable voracidad: “No hay en ellos ninguna forma de virtud, no hay honradez de costumbres, sino sólo podredumbre de pecados; excepto la formación de las uñas, con las que arrancan por la fuerza los bienes de los pobres ... estos indignos prelados de la Iglesia no tienen energía alguna en la mente, no siendo capaces de resistir a las tentaciones del diablo: sino que toda la fuerza la tienen en los brazos y en los costados, fuerza de rapiña y de lujuria”17

En lugar de seguidores de Jesús que ha dicho “gratis lo habéis recibido, dadlo gratis-", los hombres de Iglesia usan lo sagrado para saciar su codicia: “Con las ofertas de los fieles que desuellan, los sacerdotes engrasan sus caballos y potras, sus concubinas e hijos”18

La avidez de los sacerdotes es tal que Antonio los denuncia de llegar a prostituir hasta el sacramento del amor: “Los sacerdotes, al contrario, mejor dicho, los mercaderes tienden las redes de su avaricia para amontonar dinero. Celebran la misa por dinero y si no estuviesen seguros de recibir el estipendio, ciertamente no celebrarían la misa; y así el sacramento de la salvación lo convierten en instrumento de codicia”19

Mientras Cristo “de rico que era se hizo pobre”20, sus imaginarios representantes se enriquecen empobreciendo al pueblo: “El prelado de la Iglesia es un león que ruge con su soberbia, un oso hambriento con sus rapiñas, que despoja al pueblo mísero”21. “He aquí a quien se le confía hoy la esposa de Cristo, que fue envuelto en pañales y recostado en un pesebre, mientras esos se revisten de pieles y se abandonan a la lujuria en lechos de marfil”22

CLÉRIGOS Y CRETINOS.

En su invectiva, Antonio no duda en acusar a las voraces autoridades eclesiásticas por el comercio que hacen del Señor: “Jesucristo, es vendido hoy por aquellos mercaderes que son los arzobispos, los obispos y otros prelados de la Iglesia. Corren y discurren; venden y revenden la verdad por mentiras, destruyen la justicia con simonía 23”. 

Jesús había comparado el templo con una cueva y los sacerdotes con bandidos que acumulaban allí lo robado 24. Para Antonio, la curia no es otra cosa que un lugar de oscuros negocios, sobornos y de comisiones, donde “los notarios de su curia, que son los infames explotadores (estafadores), chupan la sangre de los pobres, vacían los bolsillos de los ricos, y los distribuyen a sobrinos y sobrinas y, tal vez incluso a hijos e hijas!” 25

En sus escritos Antonio habla expresamente de “hijos e hijas” de eclesiásticos. Quizá el celibato de los sacerdotes debía hacer agua por todas partes, si Antonio, sin pelos en la lengua, puede denunciar públicamente al clero de paternidades no sólo espirituales: “Los prelados y sacerdotes de nuestro tiempo ... tienen realmente mujeres e hijos, serpientes que gritan detrás a los sacerdotes: ¡Ay, Ay!”.26; “los osos de nuestro tiempo, esto es, los prelados corruptos, dan a luz carnes muertas, esto es, hijos carnales” 27

El santo no se limita a denunciar el comportamiento moral de los eclesiásticos, sino que rechaza también su enseñanza vacía. 

Para Antonio los prelados son como los escribas que honran al Señor con los labios, mientras su corazón está allí donde tienen su tesoro 28. Todo el día gritan en la Iglesia, ladran como perros, pero no se entienden ni siquiera a ellos mismos, porque tienen el cuerpo en el coro, pero su corazón está en el foro 29

Antonio desmiente la ostentosa santidad de los hombres de Iglesia y afirma que su exhibida devoción en realidad esconde el vacío: -Los traficantes son los abades y priores hipócritas y los falsos religiosos, que, por el dinero de la alabanza humana, en la plaza dé la vanidad mundana venden las falsas mercancías de una santidad que no tienen bajo el pretexto de la religión” 30

Y como Jesús había puesto en guardia a aquellos tratantes que oran "de pie para exhibirse ante la gente-", así Antonio invita a no dejarse engañar por las piadosas actitudes de aquellos religiosos que parecen estar en contacto con Dios. En realidad, ellos están ya en la condenación: “¿Y quién no podía nunca imaginar que los prelados y religiosos, que aparentan hablar con Dios cara a cara, que detentan las llaves del reino de los cielos, pudieran ser conducidos al exilio de la muerte eterna?” 32.

¿Estas feroces reprimendas habrán tenido efecto? 

Probablemente no. 

En el centro de su voluminosa obra, Antonio se da cuenta de hablar al viento y, amargamente, concluye su sermón declarando que los prelados, encerrados en su arrogancia: “aunque oigan una prédica, no entienden. Predicar a los clérigos es hablar a los cretinos: ¿qué utilidad se saca en ambos casos, sino ruido y fatiga?” 33.

1.Fernando de Bulloes y Taveria de Azevedo nació en Lisboa (Portugal) hacia el 1190-1195 y, de muy joven ingresó, en los Canónigos regulares de San Agustín.
La visión de las reliquias de los cinco primeros mártires franciscanos lo impulsó, en el 1220, a entrar en la Orden de los Hermanos Menores, donde tomó el nombre de Antonio. Encargado por San Francisco de enseñar teología a los hermanos, fue el predicador más grande de su tiempo y fue definido por el Papa Gregorio IX "Arca del Testamento y armario de la Escritura divina". Enfermado de hidropesía murió en Acella (Padua) el 13 de Junio de 1231. 

2.El Santo Oficio, todavía en 1948, prohibía la traducción a la lengua italiana de los "Sermones Dominicales", porque los fieles no estaban preparados (después de siete siglos) a soportar su impacto. 

3.    Sermón del IX Domingo de Pentecostés O, 9). 

4.    Nm 22,21-305 Sermón del Domingo de Ramos, 3, 11

5.    Sermón del Domingo de Ramos, 3, 11

6.Mt 23,24. 

7.Lc 6, 27-28. 

8.Sermón del IX Domingo del Tiempo Ordinario (T. O., en adelante), 1-9. 

9.II Sermón del II Domingo de Cuaresma, 1,4. 

10. Sermón del VI Domingo de Pascua, 2, 10. 

11.Sermón del XXII Domingo del T. O., 1,2. 

12.Sermón del XII Domingo del T. O., 1,2 

13.Sermón de la Anunciación, 3,14. 

14.Sermón del IV Domingo del T. O., 3, 13. 

15.Sermón del X Domingo del T. O., 1,9. 

16.Sermón del X Domingo del T. O., 1,9

17.Sermón del IV Domingo del T .O., 3, 14. 

18.Mt 10,8 

19.Sermón del V Domingo del T. O. 

20.2 Cor 8,9 

21.Sermón del IX Domingo del T. O, 1,7. 

22.Sermón de la anunciación, 3, 14. 

23.Sermón del XII Domingo del T.O., 14 

24.Mc 11,15-17. 

25.Sermón del XIII Domingo del T. O., 3,23 

26.Sermón del V Domingo del T O., 2,11. 

27.Sermón del IV Domingo del T. O., 3,14. 

28.MI 15,8; 6,21. 

29.Sermón del X Domingo del T. O., 1.9. 

30.Sermón del XII Domingo del T. O., 1,4. 

31.Mt 6,6. 

32.Sermón del V Domingo del T. O., 1,4. 

33. Sermón del X Domingo del T. O., 1,9.

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