miércoles, 12 de junio de 2013

ÁRBOLES.

El árbol es a los ojos del hombre el signo tangible de la fuerza vital que ha esparcido el Creador en la naturaleza Gen 1,11s. A cada primavera anuncia su renacimiento Mt 24,32. Cortado, vuelve a brotar Job 14,7ss. En el desierto árido indica los lugares donde el agua permite la vida Ex 15,27 Is 41,19. Alimenta al hombre con sus frutos Dan 4,9. Esto es suficiente para que se pueda comparar con un árbol verdegueante, ya al hombre justo al que Dios bendice Sal 1,3 Jer 17,7s, ya al pueblo, al que colma de favores Os 14,6s. Es cierto que hay árboles buenos y malos, que se reconocen por sus frutos; los malos sólo merecen ser cortados y arrojados al fuego; igualmente los hombres en el momento del juicio de Dios Mt 7,16-20 p 3,10 p Lc 23,31. A partir de este significado general, el simbolismo del árbol se desarrolla en la Biblia en tres direcciones.

1. El árbol de la vida.
El Génesis, utilizando un simbolo corriente en la mitología mesopotámica, coloca en el Paraíso primitivo un árbol de la vida, cuyo fruto comunica la inmortalidad Gen 2,9 3,22. En conexión con este primer símbolo, la falsa sabiduría que usurpa el hombre atribuyéndose el «conocimiento del bien y del mal» se representa también como un árbol de fruto prohibido Gen 2,16s. El hombre, seducido por la apariencia engañosa de este árbol, comió de su fruto Gen 3,2-6. A consecuencia de esto tiene ahora cortado el camino del árbol de la vida Gen 3,22ss. Pero todo el desarrollo de la historia sagrada va a mostrar cómo Dios le restituye su acceso. En la escatología profética se describe la tierra santa en los últimos tiempos como un paraíso nuevamente hallado, cuyos árboles maravillosos proporcionarán a los hombres alimento y remedio Ez 47,12. Ahora ya la sabiduría es para el hombre que la capta un árbol de la vida que da la felicidad Prov 3,18 11,30 Eclo 24,12-22. Y finalmente, en el NT promete Cristo a los que le permanezcan fieles, comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios Ap 2,7.

2. El árbol del reino de Dios.
Las mitologías orientales conocían también el símbolo del árbol cósmico, representación figurada del universo. Este símbolo no es utilizado por la Biblia. Pero ésta compara fácilmente a los imperios humanos, que tienen bajo su sombra a tantos pueblos, con un árbol extraordinario: se eleva hasta el cielo y desciende hasta los infiernos, cobija a todas las aves y a todos los animales Ez 31,1-9 Dan 4,7ss. Grandeza ficticia, puesto que está fundada en la soberbia. El juicio de Dios derribará este árbol Ez 31,10-18 Dan 4,10-14. Pero el reino de Dios, nacido de una humilde semilla, se convertirá, en cambio, en un gran árbol, en el que vendrán a anidar todas las aves Mt 13,31s p.

3. El árbol de la cruz.
El árbol puede llegar a ser signo de maldición cuando se utiliza como patíbulo para los condenados a muerte Gen 40,19 Jos 8,29 10,26 Est 2,23 5,14: el ahorcado, que de él pende, mancilla la tierra santa, pues es una maldición de Dios Dt 21,22s. Ahora bien. Jesús quiso tomar sobre si esta maldición Gal 3,13. Llevó nuestras culpas en su cuerpo en el leño de la cruz 1Pe 2,24, y en él clavó la sentencia de muerte que se había dictado contra nosotros Col 2,14 Por el hecho mismo, el árbol de la cruz vino a ser el «leño que salva» Sab 14,7: está abierto el camino que conduce al paraíso hallado y nosotros comeremos del árbol de la vida Ap 22,2.14. El mismo antiguo signo de maldición se ha convertido en este árbol de la vida: Crux fidelis, ínter omnes Arbor una nobilis: nulla silva talem profert, fronde, flore, germine (liturgia del vienes santo).

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Granado (heb. rimmon). Árbol pequeño o arbusto (Punica granatum) que se cría en forma silvestre en algunos países orientales, y que se estima y cultiva grandemente desde épocas primitivas. Varios lugares en Palestina llevan su nombre, p. ej. Rimón (Jos. 15.32), Gat-rimón (Jos. 19.45), En-rimón (Neh. 11.29). Tiene numerosas ramas extendidas, hojas caducas de color verde oscuro, ocasionales espinas, cáliz grande y persistente, y flores rojas brillantes. Cuando está plenamente maduro su fruto, que tiene forma de manzana, ostenta una mezcla de colores, amarillo, marrón y castaño, y contiene una multitud de semillas recubiertas de una piel delgada y rodeadas de una pulpa acuosa de color rosa. Existen dos variedades, dulce y ácida. Con el jugo se hace una bebida refrescante, con las semillas un jarabe (granadina), y de las flores un medicamento astringente. Con granadas ornamentales se decoraba la vestimenta del sumo sacerdote (Ex. 28.33), los capiteles de las columnas del templo de Salomón (1 R. 7.20), y el siclo de plata de Jerusalén que circulaba en 143–135 a.C.
Haya. Las palabras heb. beros, berotim se trad. “ciprés”, “haya”, palabras que suelen aplicarse popularmente a diversas coníferas. Los eruditos hebreos aceptan la aplicación de estos nombres al alto enebro griego, Juniperus excelsa, del que se importó la madera desde el Líbano para la construcción de la casa y el templo de Salomón (1 R. 5.8, 10), desde Senir (Hermón) para la construcción de embarcaciones (Ez. 27.5, cf. °vrv1, °vrv2), y también para instrumentos musicales (2 S. 6.5).
Madera olorosa (gr. thyinos, Ap. 18.12; °vp “madera aromática”, °ci “madera exótica”). La madera de la tuya articulada (Tetraclinis articulata), pequeña conífera originaria del NO del África. La madera es oscura, dura, y fragante, y era valorada por los griegos y los romanos para la fabricación de armarios. Otro nombre que recibe es madera de cidro (pero no está relacionada botánicamente con los Citrus), y algunas versiones utilizan dicho nombre; otras entienden que se trata del sándalo.
Manzano (heb. tappuah). La identidad de esta fruta, que se menciona principalmente en Cnt., ha sido muy discutida en razón de la objeción (insostenible) de que Palestina es un lugar demasiado caliente y seco para el cultivo adecuado de la manzana verdadera (Malus pumila o Pyrus malus). Las palabras heb. y ár., sin embargo, favorecen dicha lectura; es un árbol que ofrece buena sombra, la fruta es dulce (Cnt. 2.3), y su perfume es muy apreciado (Cnt. 7.8). La manzana cultivada puede haber tenido su origen en la región del Cáucaso y por cierto que crece muy bien en los cultivos en partes de la Tierra Santa. Aun cuando la mayoría de las cualidades mencionadas se aplican también al albaricoquero (Armeniaca vulgaris o Prunus armeniaca), del que sería más apropiada la imagen de Pr. 25.11 relativa a la “manzana de oro”, resulta dudoso el que el albaricoquero existiera en Palestina en esa época. Esta objeción resulta más seria todavía en el caso del cidro chino (Citrus medicus), que constituye una tercera sugerencia. También se ha propuesto una fruta asiática occidental, el membrillo (Cydonia oblonga), pero su gusto es algo amargo, y la Misná traduce el término con una palabra heb. diferente.
Morera (gr. sykaminos, Lc. 17.6, °vp, °nbe; en °vha, °ci “moral”). La morera negra (Morus nigra), árbol pequeño y fuerte, con fruto comestible de color rojo sangre, se cultiva en Palestina. Consideran algunos que puede referirse al sicómoro (así °vrv2 y otras), pero no hay razón para dudar de que para la época del NT ya existía la morera negra.
Palmera (heb. tama, gr. foenix). Palmera datilera, Foenix dactylifera, árbol alto, delgado, sin ramas, con un penacho de 3–4 m de hojas semejantes a plumas. Los racimos de flores masculinas y femeninas aparecen en árboles separados. Forma bosques en el cálido valle del Jordán. Por numerosas referencias parecería que en los tiempos bíblicos era común plantarlas en forma aislada (Jue. 4.5), aunque el fruto de los ejemplares ubicados en zonas altas era de calidad pobre. Con frecuencia la palmera daba nombre al lugar donde crecía, p. ej. Tamar (Ez. 47.18–19; 48.28); Hazezon-tamar (Gn. 14.7, etc.). A Jericó se la llamaba “ciudad de las palmeras” (2 Cr. 28.15). La palmera tipificaba la gracia, la elegancia, y la rectitud (Sal. 92.12; Jer. 10.5), y Tamar se usaba como nombre de mujer (2 S. 13.1; 14.27). También era símbolo de victoria y regocijo, y el uso de hojas de palmera (“ramas”) cuando Jesús entró en Jerusalén (Jn. 12.13) constituía un acto significativo (cf. Ap. 7.9, “palma”). La forma de la palmera se usaba en ornamentación arquitectónica (1 R. 6.29, 32; Ez. 40.31).
Pino. Existen razones para creer que el heb. <oµren de Is. 44.14 se refiere al pino carrasco o de Alepo (Pinus halepensis), y no al cedro (°vp, °bj) o la haya (°vm). Este pino se cría en las montañas palestinas donde la tierra es adecuada para el mismo. Es un árbol alto y delgado con pares de agujas a modo de hojas, y madera blanda adecuada para ser trabajada.
Sándalo (heb. algummim, 2 Cr. 2.8; 9.10–11; °bj “algummim”). Aparentemente originario del Líbano, y posiblemente la conífera denominada abeto ciliciano (Abies cilicia). También se han sugerido la sabina oriental o enebro griego (Juniperus excelsa), y el ciprés de hoja perenne (Cypressus sempervirens). Una sugestión dudosa es que el sándalo sea igual al sándalo de Ofir, y que fue reexportado a Judá desde el Líbano, siendo luego confundido por el Cronista camo originario de allí. La referencia a la “madera de sándalo” en 2 Cr. 9.10–11 parecería ser un ejemplo de metátesis, aunque también podría ser simplemente una forma alternativa.
Sauce (heb. carabim, safsafa). Los sauces (Salix acmofylla y otras especies) se encuentran comúnmente cerca de los arroyos permanentes en el Oriente Medio, y en las referencias bíblicas generalmente están vinculados con su hábitat (Job 40.22; Is. 25.7; 44.4; Ez. 17.5). Son arbustos o pequeños árboles que forman espesuras. Los “sauces de los arroyos” (Lv. 23.40) y los “sauces” de Babilonia (Sal. 137.2) en general se consideran actualmente como álamos (Populus eufratica). Más aun, M. Zohary (Flora Palaestina, 1, 1966, pp. 29) sostiene que en la literatura posbíblica los nombres heb. del sauce y el álamo fueron intercambiados.
Las “cuerdas nuevas” o “sogas nuevas” (°vm) usadas por Dalila para atar a Sansón (Jue. 16.11) pueden haber sido cortezas de sauce o ramitas fibrosas del arbusto desértico Thymelaea hirsuta.
Sicómoro (heb. siqma, gr. sykomoraia). El sicómoro (Ficus sycomorus), es un árbol fuerte de 10–13 m de altura, con tronco corto, ramas que se extienden ampliamente, y hojas perennes. Se plantaba, y se planta todavía, en Egipto y en las tierras bajas de Palestina (1 R. 10.27, °nc; 2 Cr. 1.15, °vm, °nc; 9.27, °nc; en todas estas referencias °vrv2 tiene “cabrahigos”). Su madera resultaba importante para Egipto, donde los árboles eran escasos, para la fabricación de ataúdes y otros objetos de madera. Su fruto es comestible y era lo suficientemente importante como para que el rey David designara oficiales para que cuidaran los olivares y los sicomorales (1 Cr. 27.28, °vm), y para que el salmista considerara la destrucción de los sicómoros por helada como una calamidad para los egipcios comparable con la destrucción de sus propias viñas (Sal. 78.47, °vm). En Am. 7.14 °vm mg, “cosechador de fruta del sicómoro”, o °vrv2, “recojo higos silvestres”, es incorrecta, ya que la palabra heb. significa podador o cuidador de la fruta. Se trataba de la operación de cortar la parte superior de cada higo a fin de asegurar que madurara en forma adecuada y libre de insectos. Zaqueo subió a un sicómoro para ver pasar a Jesús (Lc. 19.4); todavía pueden verse sicómoros en las calles de algunas ciudades palestinas. Este árbol no debe confundirse con el sicómoro europeo (Acer pseudoplatanus) o el plátano norteamericano (Platanus) también conocido como sicómoro.
Tamarisco (heb. esel, Gn. 21.33; 1 S. 22.6; 31.13, °bj; °vrv1 “bosque”, “árbol”; °vrv2 tiene “árbol” en la última referencia). Árbol de madera blanda de los uadis del desierto, con numerosas ramitas delgadas, hojas escamadas, y pequeñas borlas de flores de color rosa o blancas. Varias especies semejantes se crían en la Palestina (Tamarix efylla, T. nilotica, T. pentandra, T. tetragyna), especialmente en las cercanías de Beerseba, donde Abraham plantó un ejemplar. (* Maná )
Terebinto, árbol de la trementina (heb. ela, Is. 6.13, °sba, °ci; °vrv2 “roble”, °vrv1 “olmo”; Os. 4.13, °vrv3; °vrv2 “olmo”). El terebinto de Palestina (Pistacia terebinthus var. palestina, o P. palestina) es un árbol pequeño que se ve muy frecuentemente en los montes. El terebinto atlántico (P. atlantica), mucho más grande, de los lugares más cálidos, se parece al roble, y por tener nombre similar puede confundirse con él en el AT. El terebinto era uno de los árboles debajo de los cuales se ofrecían sacrificios y ofrendas, porque tenía “buena sombra” (Os. 4.13).
Bibliografía.J. Lacasa, “Árbol”, °EBDM, t(t). I, cols. 680–684; M. Zohary, “Flora”, °EBDM, t(t). III, cols. 584–601; M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976.


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