lunes, 10 de junio de 2013

HOMBRE DEL BRAZO ATROFIADO.

(Mc 3,1-7a PAR.)

Un personaje de características muy diferentes de las del leproso es el que aparece en Mc 3,1-7a y en los pasajes paralelos de Mateo (12,9-14) y Lucas (6,6-11). Mientras el leproso era un marginado social y religioso, este hombre, por el contrario, está en la sinagoga, es decir, es un judío observante, integrado en la institución religiosa. Pero es al mismo tiempo un inválido, tiene “el brazo” inutilizado.

A menudo se encuentra la traducción “la mano seca”. Sin embargo, el término griego kheir, como el hebreo yad, no siempre corresponde al español “mano”: designa también la extremidad superior, el brazo, y el hecho de “extenderlo” (Mc 3,5), si no es para tocar (Mc 1,41), es más apropiado para el brazo que para la mano. “Seco, desecado” insinúa la falta de desarrollo, que incluye la rigidez y la inamovilidad; puede traducirse por “atrofiado”.

Hay que considerar si la escena, en la que Jesús cura al hombre de su invalidez en día de sábado, en medio de la oposición de los fariseos, es una mera anécdota o tiene un sentido más profundo.

Notemos varios detalles: en primer lugar, “la sinagoga” no tiene una localización precisa; en la escena anterior (2,23ss) Jesús iba “por lo sembrado”, que es una manera de designar a Galilea, donde él ha proclamado la buena noticia (cf. 1,39: “Fue predicando por las sinagogas de ellos, por toda Galilea”); “la sinagoga” puede ser una denominación genérica que incluya todas las sinagogas de Galilea. En segundo lugar, el individuo es anónimo, como corresponde a un personaje representativo.

Otro detalle es que Marcos no dice “con un brazo/mano” atrofiado, sino “con el brazo atrofiado”; Lucas especifica que se trata del brazo derecho, pero la extraña expresión de Marcos invita a ver en el “brazo/mano” la figura bien conocida de la actividad del hombre.

Sin embargo, lo que más llama la atención en la escena es que, en la sinagoga y en día de precepto (sábado), aparte de Jesús y los fariseos, no esté más que este hombre. En el caso del poseído (Mc 1,21b-28), éste aparecía en medio de un público que comentaba lo sucedido, dándose a entender con esto que su caso era excepcional. Este hombre, en cambio, es presentado como el único público de la sinagoga; en el episodio sólo se le menciona a él y a los fariseos, sin aludir a ningún otro.

Los indicios son suficientes para comprender que el inválido es un personaje representativo. La ausencia de otra gente indica que el individuo representa a todos los que frecuentan la sinagoga; “el brazo atrofiado”, por su parte, significa la condición del pueblo de Galilea, fiel a la institución religiosa. De este modo señala Marcos que la paralización de la actividad y la incapacidad de iniciativa y creatividad son el efecto del influjo fariseo sobre el pueblo, de los que a través de la sinagoga proponían como voluntad de Dios la necesidad de la observancia estricta de la Ley.

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