martes, 11 de junio de 2013

MESÍAS.

Término hebreo, «Mesías» = griego «Cristo» = Ungido, Consagrado.


I. Jn especifica que el título gr. «Cristo» corresponde al hebr. «Mesías» (1,41), el Ungido, que se aplicaba a los reyes de Israel. Refiere, pues, el título griego a la expectación mesiánica del tiempo, pero la unción de Jesús Mesías es el Espíritu (1,32s).

En el AT, el rey (1 Sm 2,10.35; 24,7, etc.; Sal 2,2.6, etc.). En el NT, Jesús (Mc 1,1; 8,29 par.), Rey (Mt 25,34; Jn 18,33; 19,19), consagrado por Dios (Mc 1,24; Jn 6,69), ungido por el Espíritu después de su bautismo (Mc 1,10s par.; Lc 4,18s; cf. Is 42,1; 61,1). Intercambiable con Mesías es «Hijo de Dios» (cf. Sal 2,2,7; Mc 14,61; Hch 8,37; 9,20; Rom 5,9s; 8,11; 2 Cor 1,19; Gál 1,12.16; 1 Jn 5,1.5.10). El título «Mesías» designa una misión en la historia; en el mundo helenístico equivale a «Salvador» (d. Lc 2,11; Jn 4,42; Ef 5,23; Flp 3,20; 2 Tim 1,10; Tit 1,4;
2,13; 2 Pe 1,1.11; 1 Jn 4,14).

II. Expresada en términos proféticos, la misión del Mesías es liberar a los hombres de la opresión, implantar el derecho y la justicia en el mundo entero, dar la buena noticia a los pobres (Mt 11,15; 12,18-21).
En términos del NT, formar una sociedad nueva como alternativa a la existente; la sociedad nueva se llama en los sinópticos «el reino de Dios» (cf. Mc 1,15). Pablo la llama metafóricamente «el Cuerpo (= cuerpo social)» (1 Cor 12,12ss) del que el Mesías es Cabeza (= jefe) (Ef 1,22; Col 1,18). La relación de amor y fidelidad entre el Mesías y su pueblo se expresa, como en el AT, con el símbolo conyugal (Ef 5,23-25; 2 Cor 11,2-3; cf. Os 2,16-18). El Mesías había de ser el jefe inmediato de toda la humanidad y no a través de Israel (Ef 3,3-7; Col 1,26s), aboliendo toda discriminación (Rom 10,12; 1 Cor 12,13; Gál 3,28; Ef 2,13-16; Col 3,11; cf. Ap 5,9; 7,9). Su pueblo es la Iglesia (1 Cor 12,13.17; Ef 1,22; Col 1,18) o comunidad mesiánica (Mt 16,,18), pero el objetivo es la unidad del universo (Ef 1,10). El Mesías hace caducar la antigua alianza (2 Cor 3,14; cf. Heb 8,13) y la Ley (Rom 10,4), obstáculo a la unidad del género humano (Ef 2,14-16).

Constituye a su comunidad no con leyes exteriores, sino infundiéndole el Espíritu (1 Cor 12,13; Rom 8,9); le comunica vida (Col 2,19; cf. Jn 10,10). Como la Cabeza, el Cuerpo es un pueblo de ungidos (1 Jn 2,20-27), de consagrados (1 Cor 1,2) por el Espíritu (1 Pe 1,2) y por el amor (Ef 1,4), de hijos de Dios (Rom 8,16; Gál 4,5; Ef 1,5; 1 Jn 5,1) y sus herederos (Rom 8,17; Gál 4,7). El amor mutuo es la característica, el vínculo y el factor de crecimiento del pueblo-Cuerpo (Ef 4,16; Col 3,14; cf. Jn 13,34s). Para construir la nueva sociedad, el Mesías equipa a los suyos con dones diversos (Ef 4,7.11s).

III. La sociedad judía rechaza al Mesías, y éste muere ajusticiado (Lc 22,37. Cruz = sangre = muerte violenta) en nombre de la Ley (Jn 19,7). Pero su muerte estaba prevista (Mc 8,31 par; Lc 24,26.46; Jn 10,18; Gál 1,4; 2,20) Y es prueba del amor de Dios a la humanidad (Rom 5,8; 1 Jn 4,9s). Ella inaugura la época de! favor de Dios (Rom 5,9; Gál,4.6), libera de! pecado (Rom 6,3.10.14; 8,2; Col 2,11), que es el egoísmo (2 Cor 5,15), de la Ley (Rom 7,4; Gál 5,1), de los determinismos cósmicos (= lo elemental de! mundo) reflejados en las observancias obligatorias (GáI4,3.9.10; Col 2,20).

Dios reivindica al Mesías y a su obra resucitándolo (Rom , 8,11; 1 Cor 15,15) y exaltándolo, confiriéndole e! título divino de «Señor» (Flp  2,9-11). La resurrección de! Mesías funda la fe y la esperanza (1 Cor 15,17-19), pues su glorificación es la de los suyos (Ef 2,6). El juicio futuro pertenece al Mesías y a los suyos (Rom 2,16; Mt 19,28; 1 Cor 6,2s).

La fe cristiana consiste en reconocer a Jesús como Mesías (Rom 3,22; Gál 1,12; 2,16) Y en seguirlo, trabajando por la creación de una nueva sociedad (Ef 4,12-16).

IV. a) Juan atribuye a Jesús e! título de Mesías ya en e! prólogo (1,17), y Andrés, desde su primera entrevista con Jesús (1,41). Jesús se identifica como tal a la samaritana (4,25s). Durante su enseñanza en el templo, la gente se pregunta repetidamente si es e l Mesías
(7,26s.31.41s). Los dirigentes le piden que se declare Mesías (1010,24.
Reconocer a Jesús como Mesías es parte de la formulación de la fe en Jesús (11,27; 20,31).

Al Mesías se le designa como «e! Hijo de Dios», en cuanto es su presencia y actúa como él , «el Esposo», en cuanto funda la nueva alianza , «el Consagrado por Dios», en cuanto ha sido elegido y ha recibido su unción , «e! Pastor», en cuanto dirige al pueblo .

En 1,17, Jn opone Jesús Mesías a Moisés el legislador. El Mesías no legifera ni se apoya en la Ley, su obra está en la línea de la creación y consistirá en hacer que exista en el hombre el amor leal (1,17). La característica de! Mesías Jesús es ser e! portador del Espíritu: el Espíritu
es su unción y en comunicarlo consiste su misión (1,33); así efectuará la liberación (1,29); es «e! Cordero de Dios», cuya carne será alimento y cuya sangre librará de la muerte (1,29). Jesús comunica a sus discípulos la unción mesiánica (e! Espíritu), para que ellos continúen su misión (17,17; 20, 22). El Mesías es también Maestro (1,38.49; cf. 3,2). La manifestación mesiánica de Jesús es su primer acto público (1,13ss). Su gesto se interpreta mal: los discípulos y los peregrinos que llenan Jerusalén proyectan en Jesús su ideal mesiánico violento (2,17.23-25); Nicodemo, e! jefe fariseo, proyecta su ideal de Mesías maestro de la Ley (3,2).

 b) El modo de obrar de Jesús ante el mundo injusto está compendiado en la exposición que hace ante Pilato de las características de su realeza (18,33-38). En primer lugar, Jesús no usa la fuerza para afirmar su derecho (18,36); en segundo lugar, su misión consiste en dar testimonio de la verdad (18,37). Con estos dos rasgos describe su postura ante «el mundo». Este es un sistema de poder movido por e! afán de lucro y gloria personal (2,16; 5,41-44; 7,18; 8,44a); sus armas para dominar son la violencia (homicida) y la ideología (mentirosa) (8,44). Jesús no se opone con la violencia a la violencia del poder, pero desenmascara «la mentira» dando testimonio de «la verdad». Esta no consiste en una ideología opuesta, sino en la comunicación de vida (el Espíritu) al hombre, dándole la experiencia del amor de Dios (la verdad sobre Dios) y de la libertad y dignidad a que Dios lo llama (la verdad sobre el hombre) .


Lo mismo que comunica el Espíritu, su unción mesiánica, hace participar de su propia realeza (cf. 19,12). Jesús no acepta que «lo hagan rey» (6,15); el hombre tiene que hacerse rey él mismo (19,12), llegando a la suma libertad y plenitud por su entrega total.

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