martes, 11 de junio de 2013

NICODEMO.

Antes de dar el nombre, Jn caracteriza a Nicodemo como fariseo, es decir, perteneciente al grupo judío que esperaba la perfección perso.nal y la reforma del pueblo de la estricta observancia de la Ley mosaica; añade luego que era «jefe» judío, o miembro del Consejo supremo (Sanedrín); como fariseo, en calidad de letrado. Nicodemo, el hombre de la Ley y del poder ve el reino de Dios o sociedad nueva como fruto de la imposición y observancia de una Ley externa; no comprende que haga falta una transformación interior de! hombre; que la sociedad nueva exija un hombre nuevo. Ante su incomprensión, Jesús le pregunta con ironía (3,9). «El maestro de Israel» se decía de Moisés; Jesús insinúa que los doctores fariseos han suplantado a Moisés, falseando su Ley. La entrevista termina en un callejón sin salida.


En 7,51 aparece de nuevo Nicodemo como ferviente partidario de la Ley, y en nombre de ella reprocha a sus colegas fariseos la injusticia que cometen con Jesús (7,50), sin percibir que han convertido la Ley en medio de discriminación y de dominio sobre e! pueblo (7,49). Jn muestra a Nicodemo como un fariseo convencido, que profesa de buena fe su ideología, sin darse cuenta de la finalidad para la que se utiliza.

Nicodemo aparece por tercera vez en la sepultura de Jesús (19,39). Lleva una enorme cantidad de aromas para sepultarlo con ellos: el hombre amante de la justicia quiere perpetuar la memoria del injustamente condenado. Con José de Arimatea, entierra a Jesús «a la manera judía» (19,40), es decir, pensando que todo ha acabado con la muerte.

 Jn retrata en Nicodemo al fariseo honesto, convencido de que las Leyes son la manifestación definitiva de la voluntad divina y es por eso incapaz de aceptar la novedad de Jesús.

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