martes, 11 de junio de 2013

ORACIÓN.

I. La oración del cristiano no es ascética, sino fruto del Espíritu/amor. En paralelo con los dos efectos del Espíritu, el amor de identificación con Jesús y el Padre y el amor de entrega a los demás hombres , la oración presenta dos aspectos: el de unión con Jesús y el Padre y el de petición en favor de los hombres.


La unión con Jesús y el Padre es continua y está dada con el Espíritu. Basta tomar conciencia de esa presencia de amistad y de la comunidad de vida y acción con Jesús y el Padre (]n 14,23) para estar en oración, sin necesidad de palabras. Expresión verbal de esta oración pueden ser la alabanza y la acción de gracias. La oración de petición, en cambio, no es continua, sino ocasional.

La alabanza, bendición y acción de gracias pueden ser también un reconocimiento del amor del Padre a propósito de un hecho determinado (Mc 6,41 par.; 8,6 par.; Jn 6,11; 11,41s).

La identificación de la oración de unión con la comunión de Espíritu explica las escasas veces que aparece Jesús orando en los evangelios. La oración que en ellos se menciona es la de petición. Así, en Mt Jesús aparece orando dos veces (14,23; 26,39); tres veces en Mc (1,35; 6,46; 14,32-42). En Lc, nueve veces, a menudo en momentos cruciales de decisión (3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28s; 11,1; 22,32; 22,39-46). En Mt 11,25s y Lc 10,21 Jesús expresa en voz alta su alabanza al Padre por su designio. En Jn no aparece el verbo «orar/pedir» (gr. proséukhomai). En el cap. 17 ora al Padre por los discípulos (17,9), para que los proteja en medio del mundo (17,15) y por los discípulos futuros (17,20).

II. Jesús exhorta a sus discípulos a orar: por sus perseguidores (Mt 5,44; Lc 6,28); para que Dios mande obreros (Mt 9,38), conceda su Espíritu (Lc 11,13), haga justicia (Lc 18,1-8), para no ceder a la tentación (Mc 14,38 par.). Hay que orar con insistencia (Mt 7,7-11 par.), con una fe sin reservas y sin rencor (Mc 11,23-25 par.). Para la comunidad, el modelo de petición es el Padre nuestro (Mt 6,9-13 par.).

III. La oración de los hijos de Dios, como la del Hijo, se funda en la certeza del amor del Padre (Abba, Rom 8,15; Gál 4,6; cf. 1 Pe 1,17) y se expresa en alabanza, acción de gracias y petición. Las cartas apostólicas comienzan ordinariamente bendiciendo a Dios (2, Cor 1,3; Ef 1,3; 1 Pe 1,3) o dándole gracias (Rom 1,8; 1 Cor 1,4; Flp 1,3; Col 1,,3; 1 Tes 1,2; 2 Tes 1,3; Flm 4).

Se pide a Dios por los Siete que van a ser nombrados (Hch 6,6), para que baje el Espíritu (8,15), antes de curar (28,8), valentía para exponer el mensaje (4,29-31), por otros cristianos (Flp 1,9; Col 1,3.9; 4,3) o por todos (Ef 6,18), por los reyes y todos los hombres (1 Tom 1,1s).
Se pide la venida del Señor (Maranatha, 1 Cor 16,22; Ap 22,20). A la oración pública se responde «Amén» (1 Cor 14,16; 2 Cor 1,20; Ap 5,14; 7,12; 19,4).

Pablo y Silas oran cantando en la cárcel (Hch 16,25). Pablo tiene una visión mientras ora (22,17s). Oración para obtener la salud (San 5,13-16). Oración incesante (1 Tes 5,17; cf. Lc 18,1; 21,36), cierta (1 Jn 5,14s). Hablar en lenguas es una oración inspirada (1 Cor 14,14).

La petición de misericordia o compasión, frecuente en los que se acercan a Jesús, desaparece entre los cristianos, que han obtenido ya la misericordia al ser regenerados por Dios (1 Pe 1,3; 2,10; Rom 11,30-32; 1 Tim 1,14). Como bendición, sin embargo, se desea la misericordia
(ayuda eficaz), como el favor y la paz de Dios (Gál 6,16; 1 Tim 1,2; 2 Tim 1,16.18; Jds 2).

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