martes, 11 de junio de 2013

PEDRO. N.T

I. De nombre Simón, hermano de Andrés, ambos pescadores. Llamamiento (Mc 1,16-18 par.) Vive en Cafamaún (1,29s par.).
Jesús le da el sobrenombre de «Piedra/Pedro» (Mc 3,16), que refleja su obstinación; por eso no lo usa para dirigirse a él (cf. Mc 14,37) a no ser que quiera reprocharle su defecto (d. Le 22,31.34; Hch 10,13). En Mt 16,18 se da otra explicación del sobrenombre.

 El arameo kepha (cf. Jn 1,42; 1 Cor f,12; 3,22; 9,5; 10,5; Gál 1,18; 2,9.11.14) no es nombre propio, sino común, y significa «piedra», lo mismo que el griego pétros (2 Mac 1,16; 4,41: piedras que se arrojan).


Pedro aparece ligado a los círculos judíos reformistas violentos (Mc 1,29-31) y arrastra a los otros discípulos (Mc 1,36). Ocupa el primer lugar de la lista de los Doce (Mc 3,16 par.). Se hace portavoz del grupo y reconoce a Jesús como Mesías, pero, en Mc 8,29 y Lc 9,20, identificándolo con el Mesías nacionalista de la expectación popular, declaración que Jesús no acepta (Mc 8,30; Le 9,21). En Mt 16,16, en cambio, la fórmula usada por Pedro es la correcta (Mesías Hijo de Dios; cf. Mc 14,61), por eso Jesús le dice que la ha recibido del Padre (16,17; cf 11,25) Y le expone los efectos de esa fe para todos los que la profesen (16,19; cf. 18,17s).

Pedro, sin embargo, no acepta las consecuencias del mesianismo de Jesús; espera que sea un Mesías de poder y se opone a su posible muerte (Mt 16,22; Mc 8,32), lo que le vale el reproche más severo que registra el evangelio (Mt 16,23; Mc 8,33: Satanás; cf. 4,10).

 En la transfiguración quiere asimilar la figura de Jesús a las de Moisés y Elías (Mc 9,5 par.: tres chozas), siendo corregido por la voz del cielo (Mc 9,7 par.). Interpela a Jesús, que rechaza la riqueza, para que explique qué es lo que espera al grupo (Mc 10,28 par.).

En Lc 22,31 Jesús ve el peligro que, a causa de su nacionalismo, corre la fe de Pedro (cf. 9,20). Pedro alardea de fidelidad (22,33; cf. Mc 14,29; Mt 26,33), Y Jesús predice sus negaciones (Lc 22,34; Mc 14,30 par.). En Getsemaní, se duerme, en vez de acompañar a Jesús en su oración (Mc 14,37.40s; Mt 26,40). Negaciones de Pedro (Mc 14,66-72 par.).

II. En Jn, Jesús anuncia a Simón el sobrenombre por el que será conocido (1,42), que refleja su obstinación. Nunca lo llama Jesús por el sobrenombre (cf. 21,15-17). La expresión «Simón, el hijo de Juan» no parece ser un patronímico, sino señalar a Simón como ferviente partidario de Juan Bautista (<<hijo» = discípulo).

Jn usa con frecuencia el nombre compuesto «Simón Pedro» (1,41; 6,8.68; 13,6,9, etc.); cuando emplea sólo el sobrenombre «Pedro» quiere indicar que la actitud del discípulo no corresponde a la que Jesús espera (1,42.44; 13,8.37; 18,11.16-18.26s; 20, 3s; 21,7.17.20s); cuando Pedro rectifica de algún modo, vuelve a llamarlo «Simón Pedro» (cf. 13,6.8.9).
Pedro da su adhesión a Jesús como al Mesías de poder, pero no entiende su amor ni lo acepta; por eso no admite su servicio (13,6) ni comprende el sentido de su muerte (13,37) y quiere oponerse a ella (18,10). Quiere dar la vida «por Jesús» (13,37), pero no morir con él por el pueblo (18,14; cf. 11,16). La invitación al seguimiento se hace a Pedro solamente al final del evangelio (21,19b.22; cf. 1,43, a Felipe).

III. La figura de Pedro tiene gran relieve en Hch 1-12, donde se expone el proceso de su conversión, es decir, su gradual abandono del nacionalismo exclusivista judío. Sin encargo de Jesús, toma la iniciativa para completar el grupo de los Doce (1,15). Explica la bajada del Espíritu (2,14-36). Con Juan va al templo y cura al lisiado, figura de Israel. Explica el hecho, mezclando elementos de teología judía (3,19-23). Las autoridades lo hacen arrestar (4,3). Inspirado por el Espíritu (4,8), responde al interrogatorio (4,7-12), y tienen que soltarlo, junto con Juan (4,21). Enviado con Juan por la comunidad de Jerusalén, va a Samaría, donde con su oración completa el imperfecto bautismo administrado por Felipe (8,14-17).

Una visión le anuncia simbólicamente la igualdad de todos los pueblos ante Dios (10,9-16), preparándolo para que acepte la entrada en los paganos en la comunidad cristiana, aunque Cornelio es ya prosélito (10,34-48). El Espíritu interrumpe el discurso de Pedro, que seguía afirmando la superioridad de Israel (10,36-42). El bautismo de Cornelio le suscita críticas de parte de los partidarios de la Ley (11,2-3).

La liberación de Pedro de la prisión marca el momento de su plena conversión, en el que renuncia a la expectación nacionalista judía (12,11). Se identifica entonces, no con la comunidad de Santiago, sino con la que vive el evangelio, cuya autenticidad está representada por Juan Marcos, y hace su éxodo fuera de Jerusalén (12,17; d. 1,8). Su discurso en la asamblea de Jerusalén muestra su plena comprensión del mensaje de Jesús (15,7-11).


IV. En el resto del NT aparece el nombre de Pedro o Cefas en 1 Cor 1,12; 3,22; 9,5; 15,5; Gál 1,18; 2,7.9.11.14, y en los títulos de las dos cartas que se le atribuyen.

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