martes, 11 de junio de 2013

REINO DE DIOS.

El término griego basileia significa: 1) realeza, dignidad real (Lc 19,12.15; 22,29; Jn 18,36); 2) reinado, gobierno; 3) reino, súbditos y territorio; 4) casa real, linaje real (Ap 1,6.9; 5,10).

 I. Como en la tradición judía, basileia suele tener en el NT sentido dinámico, «reinado» o «gobierno» de Dios: que Dios va a reinar es la buena noticia (Mt 3,2; 4,17.23; 9,35; 10,7; 24,14; Mc 1,Í4s; Lc 8,1; 19,11) Y el mensaje (Mt 13,19). Dios va a realizar el ideal de rey justo, anhelado en el AT, defendiendo y protegiendo a los débiles, oprimidos, desvalidos y pobres contra el explotador (Sal 72,4.12-15; cf. Is 29,20).
El manifiesto del reinado de Dios son las bienaventuranzas (Mt 5,3- 10.12; Lc 6,20-26), Y su programa aparece en los textos proféticos con los que Jesús explica su actividad (Mt 11,5s; Le 4,16-21).

«El reino de Dios» es una denominación teológica de la sociedad alternativa que Jesús propone a la humanidad.

II. Ante la dominación extranjera, Israel puso su esperanza en una instauración gloriosa del Reino por medio del Mesías, que humillaría a los paganos; Elías había de preparar su llegada (d. Mt 11,14; 17,10). El reinado de Dios había de inaugurarse con una especie de golpe de Estado que pondría fin a los reinos precedentes (Dn 2,44)

Jesús corrige esta concepción: distingue claramente las dos etapas del reinado de Dios, la histórica y la final.

a) Etapa histórica. El reino de Dios es la sociedad alternativa que responde al proyecto de Dios sobre el hombre. La entrada en ella se describe como presente y sucesiva (Mt 23,13); el reino de Dios se compara a una cosecha que va madurando (Mt 13,24-29.36-38), a un árbol que crece, a una masa que fermenta, a una red que va recogiendo peces buenos y malos hasta llenarse (Mt 13,31-33.47s). El reino de Dios se acepta (Mc 10,15); es el tiempo para negociar con el capital recibido (Lc 19,13; cf. Mt 25,15-17) Y durante el cual se puede pecar (Mt 18,21.28s). Israel era destinatario del Reino (Mt 8,12), pero por su infidelidad deja de serio; se formará otro pueblo (Mt 21,43 par.). La culpa es de los jefes, cuya religiosidad oficial encubre la infidelidad a Dios (Mt 21, 32.35-39).

 b} Etapa final. La vida definitiva que comunica el Espíritu hace que la comunidad de Jesús (Mc 10,29) y los hombres que han practicado el amor al prójimo (Mt 19,16-19; 25,34) constituyan la etapa definitiva del' Reino, la humanidad en su estado final. La incorporación sucesiva a ella de los seguidores de Jesús que van dando la vida en la misión queda descrita en Mc 13,26-27 par. La expresión «cerrar la puerta» en Le 13,25 se refiere al fin de la oportunidad de Israel como pueblo, aunque queda abierta para los individuos; las de Mt 13,30.39-43 (siega), 13,48-50 (separación de los peces), 25,10s (cerrar la puerta), 25,19 (rendimiento de cuentas, cf. Lc 19,11-27), son imágenes que proponen la suerte final para estimular a la responsabilidad (cf. 22,11-13). En Mt, la fase final del Reino se llama «el reinado del Padre» (13,43; 26,29; cf. 1 Cor 15,24).

III. Para Jesús, la etapa histórica del reino de Dios no incluía la restauración del reino de Israel (Mc 12,35-37 par.; cf. Hch 1,6) ni la humillación de los paganos (cf. Is 34,8; 35,4c; 61,2b y Lc 4,16-21; Mt 11,5s). Tampoco se haría por un golpe de fuerza divino; Dios no coacciona, espera la opción personal del hombre (Mc .10,15; Lc 17,20s); habrá muchos fracasos (Mt 13,4-8.18-23 par.), pero la humanidad está preparada (Me 4,26-29) y el éxito es seguro (Mt 13,31-33 par.).

El reino de Dios no es puramente interior, sino un hecho social con exigencias muy definidas (cf. 1); no consiste en profesar unas ideas, sino en realizar un nuevo modo de vida (Mt 7,21.24.26; 13,20s). Jesús forma un grupo que debe reflejar las características del Reino (Mc 1,16-21a; 2,14-17 par.), para que garantice la permanencia de la alternativa y presente de hecho la meta que él propone (Mt 5,13-16).

El lugar donde Dios reina se identifica así con la comunidad de Jesús; «entrar en el reino de Dios» y hacerse seguidor de Jesús llegan a ser equivalentes (cf. Lc 18,22-24 y 14,33; Mt 18,4 Y 20,26).

El mensaje de Jesús, que proclama las exigencias del Reino, produce una profunda división (Lc 12,51; Mt 10,34 par.). La sociedad detestará a los que lo practican (<<la cruz»: Mt 10,38; 16,24 par.). Mientras el reino de Dios era lejano anuncio profético, todos decían desearlo, pero al hacerse realidad se desata la violencia contra él (Mt 11,12-14; Lc 16,16).

Ya la etapa histórica del Reino asegura la felicidad (Mc 10,29s par.; cf. Mt 13,44-46). La vida en el Reino definitivo se representa como un banquete (Mt 8,11; Lc 13,28s; cf. Mt 6,11; 26,29 par.; Lc 16,23) o como su equivalente, una fiesta (Mt 25,21.23).

IV. «El secreto del reino de Dios» (Mc 4,11; Mt 13,11 y Lc 8,10: «los secretos-) se refiere en primer lugar a su universalidad (Mc 1,39- 45; 2,1-13.14) opuesta al exclusivismo judío; ésta implica la igualdad de todos los hombres ante el Reino y el fin del ideal judío de gloria nacional y dominio sobre las naciones; se crea la comunidad universal (2,15- 17); paralelamente, cesan las instituciones de Israel, ineptas para la nueva realidad (Mc 2,18-22 par.); cesa incluso la Ley (2,23-28). El valor supremo es el hombre, y para promover su bien hay que estar dispuesto a arriesgar la vida (3,1-7a).

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