martes, 11 de junio de 2013

SANGRE.

La sangre es símbolo de la vida (cf. Lv 17,11.14) y, en cuanto derramada, de la muerte violenta. La carne y la sangre de Jesús significan su persona como don, su entrega hasta la muerte por amor a la humanidad, a la cual el hombre, para tener vida, ha de asimilarse (Jn 6,53-56: «comer y beber»).

Al traspasar el costado de Jesús salen sangre yagua (Jn 19, 34), símbolos respectivamente de su amor al hombre (sangre derramada por él) y del Espíritu/amor que le comunica, como fruto de su muerte.

La sangre/muerte de Jesús es propiciación (Rom 3,25), rehabilitación (Rom 5,9), rescate (Ef 1,7), pacificación (Col 1,20), purificación (1 Jn 1,7). Tomando pie de la ceremonia de la sangre del sumo sacerdote judío el día de la expiación, Heb 9,6-31 hace una interpretación de la muerte-exaltación de Jesús, contraponiendo la eficacia de ésta a la ineficacia de los antiguos ritos.

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