viernes, 21 de junio de 2013

Seno de Abraham

En la Sagrada Biblia, la expresión “el seno de Abraham” se encuentra sólo en dos versículos del Evangelio de San Lucas (16,22-23). Aparece en la parábola del hombre rico y Lázaro, cuyo lenguaje figurado claramente se extrae de las representaciones populares del mundo invisible de los muertos que eran corrientes en la época de Nuestro Señor. Según las concepciones judías de ese tiempo, las almas de los muertos se reunían en un lugar de espera general, el Seol de la literatura del Antiguo Testamento, y el Hades de los escritos del Nuevo Testamento (cf. Lucas, 16 22, en el griego 16,23). Sin embargo, existía entre ellos una separación local, según sus actos durante su vida mortal. En el mundo invisible de los muertos las almas de los justos ocupaban una morada o compartimiento propio que estaba claramente separado por un muro o un abismo de la morada o compartimento al que eran enviadas las almas de los réprobos. Esta última era un lugar de tormentos habitualmente llamado Gehenna (cf. Mt. 5,29-30; 18,9; Mc. 9,42 ss. en la Vulgata latina) – la otra, un lugar de felicidad y seguridad conocido bajo los nombres de “Paraíso” (cf. Lucas, 23,43) y “el seno de Abraham” (Lucas, 16, 22-23). Y en concordancia con estas concepciones judías Nuestro Señor pintó el terrible destino del egoísta hombre rico, y por el contrario, la gloriosa recompensa del paciente Lázaro. En la vida futura Dives se encuentra en la Gehenna, condenado a los más atroces tormentos, mientras que Lázaro fue llevado por los ángeles al “seno de Abraham” donde los justos muertos compartían el reposo y la felicidad de Abraham, “el padre de los fieles”.
Pero mientras los comentaristas generalmente concuerdan sobre el significado de la expresión figurada “el seno de Abraham”, como designando la morada bienaventurada de las almas de los justos después de la muerte, están en desacuerdo respecto a la forma en que se originó la propia frase. Hasta la época de Juan Maldonado (1583 d.C), su origen se remontaba a la costumbre universal de los padres de tomar en sus brazos, o colocar sobre sus rodillas a sus hijos cuando estaban fatigados, o cuando volvían a casa, y hacerles acostarse a su lado durante la noche (cf. 2 Sam. 12,3; 1 Rey. 3,20; 17,19; Lc. 11,7ss.), haciéndoles así disfrutar de descanso y seguridad en el seno de un padre amoroso. De la misma manera se suponía que actuara Abraham con sus hijos tras las fatigas y dificultades de la vida presente, de ahí la expresión metafórica “estar en el seno de Abraham”, significando estar en reposo y felicidad con él.
Pero según Maldonado (In Lucam, XVI, 22), cuya teoría ha sido desde entonces aceptada por muchos estudiosos, la metáfora “estar en el seno de Abraham” deriva de la costumbre de reclinarse en sofás en la mesa de uso general entre los judíos antes y durante la época de Cristo. Como en un banquete cada invitado se apoyaba sobre su codo izquierdo para dejar su brazo derecho libre, y como dos o más se ponían en el mismo sofá, la cabeza de un hombre estaba cerca del pecho del hombre que estaba detrás, y por tanto se decía que “reposaba en el seno” del otro. También los judíos de antaño consideraban una señal de especial honor y favor hacia uno el que se le permitiera recostarse en el seno del dueño de la casa (cf. Jn. 13,23). Y es mediante esta ilustración como pintaban ellos el mundo futuro. Concebían la recompensa de los justos muertos como la participación en un banquete dado por Abraham, “el padre de los fieles” (Cf. Mt. 8,11ss.), y como la recompensa más elevada el reposar en el “seno de Abraham”.
Desde la venida de Nuestro Señor, “el seno de Abraham” dejó gradualmente de designar un lugar de felicidad imperfecta, y se convirtió en sinónimo del propio Cielo. En sus escritos los Padres de la Iglesia con esa expresión denotan a veces la morada de los justos muertos antes de que fueran admitidos a la Visión Beatífica tras la muerte del Salvador, a veces el Cielo, en el que los justos de la Nueva Ley son introducidos inmediatamente tras su fallecimiento. Cuando en su liturgia la Iglesia ruega solemnemente que los ángeles transporten el alma de uno de sus hijos difuntos al “seno de Abraham”, emplea la expresión para designar el Cielo y su bienaventuranza eterna en compañía de los fieles de ambos Testamentos, y en particular con Abraham, el padre de todos ellos. Este paso de la expresión “el seno de Abraham” de un sentido imperfecto y limitado a uno más completo y superior es muy natural y está en plena armonía con el carácter general del designio del Nuevo Testamento como complemento y plenitud de la revelación del Antiguo Testamento.

Fuente: Gigot, Francis. "The Bosom of Abraham." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01055a.htm>.
Traducido por Francisco Vázquez.
Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.

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