lunes, 10 de junio de 2013

TINIEBLA.

Por oposición a la luz-vida, las tinieblas son símbolo de mal y de muerte, que puede especificarse en términos de opresión, como aparece en la misión del Servidor de Dios (Is 42,6: “Para que saques a los cautivos de la prisión, de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”; Is 49,9: “Para decir a los cautivos: “Salid”; a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”). Simbolizan también la injusticia (Is 59,9: “Por eso está lejos de nosotros el derecho y no nos alcanza la justicia: esperamos la luz, y vienen las tinieblas; claridad, y caminamos a oscuras”). Este es el sentido que tienen las tinieblas en Mt 4,16, cita de Is 9,1: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz intensa: habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló”, o en Lc 1,79: “brillará ante los que viven en tinieblas y en sombra de muerte”.

La oscuridad simboliza también el estado miserable del que carece de generosidad, del que no tiene amor y no comparte (Mt 6,23 par.: “Si eres tacaño, toda tu persona es miserable/está a oscuras”). En otras ocasiones, las tinieblas se hacen símbolo del fracaso definitivo del hombre, como lo expresa Mateo, usando un lenguaje arcaico (Mt 8,12: “En cambio, a los destinados al reino los echarán fuera, a las tinieblas”; 22,13: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas”).

Se mencionan las tinieblas que duran tres horas mientras Jesús está en la cruz (Mc 15,33 par.: “Al llegar el mediodía [la hora sexta], la tierra entera quedó en tinieblas hasta media tarde [la hora nona]”), aludiendo a Éx 10,21s, donde se dice que la oscuridad duró tres días: “El Señor dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia el cielo, y se extenderá sobre el territorio egipcio una oscuridad palpable”. Moisés extendió la mano hacia el cielo, y una densa oscuridad cubrió el territorio egipcio durante tres días.” También se alude a Am 8,9s: “Aquel día –oráculo del Señor – haré ponerse el sol a mediodía, y en pleno día oscureceré la tierra; convertiré vuestras fiestas en duelo, vuestros cantos en elegías” (cf. Jr 15,8s, matanza en guerra). Se señala así la muerte de Jesús como acontecimiento liberador para la humanidad entera y, al mismo tiempo, como ruina de los opresores.


Es Juan el único evangelista que usa de manera sistemática el símbolo de la tiniebla. Esta no significa la mera ausencia de luz; tiene siempre un carácter maléfico y presenta dos aspectos:

a) Es una entidad activa y perversa que pretende extinguir la luz de la vida (Jn 1,5) e impedir así el conocimiento del proyecto de Dios sobre el hombre (1,4). La tiniebla se opone a la vida en cuanto puede conocerse como luz-verdad (cf. 1,7; 5,33); representa, por tanto, una antiverdad, una doctrina o ideología contraria al designio creador, que, al ser aceptada, sofoca en el hombre la aspiración a la plenitud de la vida. El designio de Dios es la expresión de su amor al hombre: la ideología/tiniebla deforma la imagen de Dios, proponiendo un dios exigente, que no ama al hombre, sino que lo somete.

La tiniebla se identifica con “la mentira” (8,44), la ideología propuesta por el círculo de poder, que nace de la ambición de riqueza y afán de gloria humana. Pertenece a la tiniebla (12,35) o mentira la concepción de un Mesías dominador que usa la fuerza para implantar el reinado de Dios. Tal es la doctrina de los maestros de la Ley (12,24; cf. Mc 12,35-37 par.): con ella ciegan al pueblo (12,40), impidiéndole reconocer al Mesías en Jesús (12,34-37).

b) Se llama también “tiniebla” el ámbito de oscuridad o ceguera creado por su acción, donde el hombre se encuentra privado de la experiencia de la vida y no conoce el designio de Dios sobre él. De ahí las expresiones “caminar en la tiniebla” (8,12; 11,35), “permanecer en la tiniebla” (12,46). En Jn, la ceguera describe el efecto de la tiniebla en el hombre: impedirle la visión del amor de Dios y de su propio horizonte humano (5,3: “En ellos [los pórticos de la piscina] yacía una muchedumbre, los enfermos: ciegos, tullidos, resecos”; 9,1: “Al pasar vio Jesús un hombre ciego de nacimiento”).
Resumiendo: “Estar en la tiniebla” es siempre símbolo de un estado de muerte en vida, que a menudo se concreta en la opresión: “La tiniebla” equivale a “la mentira”, es decir, a cualquier ideología que impida al hombre aspirar a la plenitud.

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