martes, 11 de junio de 2013

VERDAD.

I. Término propio de Jn (cf. Mc 5,33; 12,14 par.). En este evangelio, el término gr. alêtheia corresponde al hebr. 'emet, cuyo sema central es el de «firmeza, seguridad», y adopta sus mismas acepciones. Según los contextos significa «verdad» (8,32; 18,37) o «fidelidad/lealtad», sobre todo si forma hendíadis con otro sustantivo (1,14.17: kháris; 4,23s: pneuma).

II. a) La verdad de Dios es la realidad divina en cuanto se manifiesta y puede ser conocida por e! hombre. Lo que el hombre percibe de ella es un amor sin límite (3,16); ese amor es, por tanto, la verdad de Dios. A esto corresponde la definición «Dios es Espíritu» (4,24), es decir, fuerza y actividad de amor. El amor leal (1,14) o Espíritu es la actividad vivificante (6,63) propia de la vida. La realidad divina es, por tanto, una vida que se define por la actividad de! amor y se manifiesta en ella. La verdad, como su símbolo «la luz», es e! resplandor, la evidencia de la vida (1,4).

b) Jesús es la verdad (14,6) por residir en él plenamente la vida divina (el Espíritu/amor), que ha realizado plenamente su realidad humana. En particular, su muerte voluntaria revela quién es Dios: el Padre que ama al hombre gratuitamente (gr. kháris) y hasta el fin (gr. alétheia); al mismo tiempo revela lo que es el hombre según el proyecto de Dios: el Hijo que es capaz, como el Padre, de un amor gratuito hasta el límite (15,13). «La verdad» o realidad de Dios y del hombre es, por tanto, la misma: el amor gratuito y fiel. La alétbeia es así la fidelidad del amor; resalta en ella su rasgo fundamental: la «firmeza/seguridad» última es la fidelidad de! amor de Dios (e! Padre), manifestada en la muerte de Jesús (e! Hijo. La misión de Jesús consistía en dar testimonio de esa verdad (18,37).

c) Para conocer la verdad de Dios, el hombre ha de entrar en contacto con la vida divina presente y activa (amor leal) en Jesús, experimentando en sí mismo los efectos de ese amor. De este modo, la verdad, desde el punto de vista del que la conoce, se identifica con la experiencia de vida que produce en él el Espíritu (principio de vida). Recibido de Jesús (8,32). Ella descubre al hombre la verdad sobre Dios, al que conoce como al Padre que lo ama sin límite, y la verdad sobre sí mismo, comprendiendo la meta a que lo llama el proyecto del amor del Padre, realizado en Jesús. Por eso, «el Espíritu de la verdad» (155,26; cf. 14,17; 16,13; 20,22) es el Espíritu de amor, que produce la experiencia de vida que ilumina al hombre.                 .

Dios no es objeto de conocimiento abstracto, se le conoce solamente como sujeto de relación personal de amor (Padre) (17,3). El vínculo de amor, el Espíritu, hace al hombre «hijo de Dios».

La condición para conocer la verdad es atenerse al mensaje de Jesús (8,31s), e! del amor demostrado en una actividad como la suya (cf. 9,4; 13,34); esto supone la ruptura con «e! pecado» (8,21), la pertenencia «al orden este», e! sistema de injusticia (3,23). En otras palabras, no puede experimentar el amor de Dios quien no está dispuesto a amar.

d) Si la verdad es la realidad divina manifestada en el amor que da vida, la mentira, propia de los que no proceden de Dios (8,47.55), sino de! padre de la mentira (8,44), es la imagen de un dios que impide o disminuye la vida de! hombre. Verdad es el Dios-amor (3,16), el Padre (17,3) que engendra hijos libres (8,36) comunicándoles su mismo Espíritu (1,13; 3,6). Mentira es el dios-temor que somete al hombre y lo mantiene en la condición de esclavo. La mentira se impone desde fuera; es una doctrina que propone como plenitud lo que es de hecho privación de vida, que llama vida a lo que es muerte.

e) El Espíritu guiará a los discípulos en la verdad toda. A diferencia de la enseñanza de! Espíritu, que recuerda y hace penetrar todo lo que ha dicho Jesús (14,26), esta labor no mira al pasado, sino al futuro (16,13), interpretando lo que significa en la historia la obra de Jesús, para orientar a los discípulos en la misión.

III. Opresión de la verdad (Rom 1,18); verdad de Dios (Rom 1,25); fidelidad (Rom 15,8); del Mesías (2 Cor 11,10); del evangelio (Gál 2,5.14); mensaje de la verdad (Ef 1,13); sinceridad (Ef 6,14); conocimiento (Heb 10,26); Espíritu de la verdad (1 Jn 4,6; cf. 5,6).

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