A
partir de los primeros decenios del siglo 111 el monarquianismo modalista tomó
también el nombre de «sabelianismo» del hereje de origen libio Sabelio que,
condenado por el papa Calixto (por el 220), difundió esta doctrina por Egipto y
por Libia. Defensor de un rígido monoteísmo, Sabelio consideraba a la
divinidad como una mónada que se manifestaba (o dilataba) en tres operaciones
distintas: Padre en el Antiguo Testamento, Hijo en la encarnación, Espíritu
Santo en pentecostés.
Con
esta concepción Sabelio renovó el modalismo elemental de sus precursores, ya
que introdujo en la economía de la salvación al Espíritu Santo y evitó
hablar de la encarnación y de ía pasión del Padre.
Esta
«herejía de la unión» -como la llama Hilario (De Synodis 26)- consideraba al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como un solo prosopon y una sola
hipóstasis.
Resulta
muy difícil precisar la extensión y la duración del sabelianismo que, para
salvaguardar rígidamente el principio de la monarquía divina, se contrapuso a
la Logostheologie.
Lo
cierto es que en el siglo 1V los partidarios de esta orientación teológica
tacharon de sabelianismo a cualquier forma de monarquianismo. Esto demuestra la
importancia que alcanzó el sabelianismo, pero responde igualmente a los
preceptos de la retórica clásica, que prefería apelar a personajes ya
desaparecidos, evitando mostrar la animosidad personal con adversarios vivos.
L.
Padovese
Bibl.:
M, Simonetti, Sabelio - Sabelianos, en DPAC, 11, 1921-1922; 5. del Cura Elena,
Modalismo, en DTDC, 916-922.
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