martes, 16 de julio de 2013

TREATISE ON ANGEL MAGIC.

                    Manuscrito inglés que contiene un resumen de tradiciones ocultas, y data de comienzos del s. XVII. El Tratado sobre magia angélica lo escribió probablemente Thomas Rudd, un letrado y mago de quien se supone que estudió las doctrinas esotéricas con el hijo del famoso ocultista de la época isabelina John Dee. La versión que existe actualmente es una copia realizada a comienzos del s. XVIII y que se conserva en la British Library. En opinión de Adam MacLean, autor de su redescubrimiento, "es un eslabón importante en la cadena de transmisión de las tradiciones esotéricas".

                 El tratado recoge muchos hilos del ocultismo occidental para tejer un panorama detallado del mundo oculto. Rudd reúne material de fuentes tan diversas como la Kabbalah judía, la magia ritual de los grimorios como el Lemegeton y el Arbatel de la magia, la magia enoquiana de John Dee, la magia natural de Agrippa y Tritemio, los escritos de Paracelso acerca de los espíritus elementales, y las descripciones de la hechicería según el Malleus maleficarum. 

                El Tratado recomienda una actitud de curiosidad universal: "Hay una luz en el hombre que está por encima de la luz de la Naturaleza. por eso él siempre desea buscar y aprender y experimentar las cosas sobrenaturales". El uso de la experimentación para sondear el mundo es un rasgo de la moderna mentalidad científica, que precisamente se hallaba en formación hacia la época en que se escribió el Tratado (probablemente a escasos años de 1660, fecha fundacional de la primera institución científica inglesa, la Royal Society). Algunos historiadores aducen que esta semejanza entre las dos actitudes de la época, la mágica y la científica, no era causal. Muchas personalidades fundamentales de la Revolución Científica cultivaron con pasión los estudios ocultos y es posible que el método experimental lo derivasen de los planteamientos de la tradición mágica.

              En cuanto a los experimentos del propio Rudd, no fueron científicos sino mágicos. En el Tratado describe un procedimiento para conjurar a los ángeles de las nueve jerarquías celestiales, que se aparecen en un cristal o un espejo, y entonces pueden pedírseles favores, o la revelación de conocimientos ocultos. El mundo angélico que describe el libro corresponde al de la ortodoxia cristiana, combinada con elementos de la Kabbalah. También proporciona instrucciones para conjurar los "espíritus olímpicos", es decir los seres benéficos asociados a los planetas, así como para confeccionar talismanes, junto con una serie de conocimientos astrológicos y numerológicos tradicionales.

             El autor no se priva de examinar también los rincones más oscuros del reino de lo oculto. Describe maneras de desenmascarar y expulsar demonios que hubiesen respondido a los conjuros del mago pretendiendo hacerse pasar por ángeles. Atribuye a algunos espíritus de la naturaleza, como los duendes y los trasgos, un propósito de destruir la humanidad. Rudd también aceptó sin crítica, a lo que parece, la creencia en una conspiración mundial de hechiceros y brujas según las descripciones de los demonólogos de siglos anteriores.

           Durante aquella época de trastornos en Europa, mientras una nueva manera de pensar y numerosos descubrimientos dejaban sin sentido las antiguas premisas en que se sustentaba la visión del mundo, hubo una angustia cultural y éstas suelen expresarse a menudo con temor a embrujos y demonios. Con su gran preocupación por evitar el contacto con esos espíritus maléficos, el Tratado se manifiesta verdadero hijo de su época.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.