sábado, 24 de agosto de 2013

ALÁ Y LOS DIOSES DE LA MECA.

Mahoma entra en La Meca, miniatura turca del siglo XVIII. Estambul, Turquía, Museo Topkapi.
Mahoma entra en la Meca, miniatura del siglo XVIII. Estambul. Turquía. Museo Topkapi.

La Meca era un importante punto de confluencia de las rutas caravaneras y comerciales. Era también un centro religioso de primer orden en torno a la Kaaba, un santuario de forma cúbica, donde se guardaban las estatuas de culto de más de trescientos dioses de diferentes grupos y tribus árabes. Los fieles peregrinaban a La Meca para solicitar favores de los dioses, al amparo de la tregua que durante cuatro meses al año protegía a los santuarios de las agresiones y las venganzas, tan comunes entre las tribus árabes.
El dios principal del santuario de La Meca era Alá, nombre que significa «dios». Esta importante divinidad garantizaba el cumplimiento de los juramentos, proporcionaba la lluvia y era creador del mundo. Se le rendía culto junto a sus hijas, Al-Lat, Al-Uzza y Manat, siendo esta última una diosa del destino.
Los custodios del santuario eran los miembros de la tribu de los quraisíes, a la que pertenecía Mahoma, llamado Muhammad en árabe.
En pocos años, Mahoma consiguió reformar el politeísmo ancestral y unificar las tribus árabes en torno a una religión que reconocía a Alá como único dios.

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