viernes, 16 de agosto de 2013

CONSTANTINO I EL GRANDE.

 Cabeza de la estatua colosal de Constantino. Roma, Museo Capitolino.
Cabeza de la estatua colosal de Constantino. Roma, Museo Capitolino.

El emperador romano Constantino fue el gran protector de los cristianos tras la época de persecuciones sufridas por la negativa cristiana a cumplir el culto imperial.

Nacido en Naissus hacia 280, se enfrentó por la corona imperial a Majencio, venciéndole en 312. Tras su entrada triunfal en Roma, se convirtió en emperador de la zona occidental, mientras que Licinio se mantenía en oriente. Con él firmó en Milán el edicto que reconocía a la religión cristiana los mismos derechos que a los cultos paganos.

En 323 se impuso a su antiguo aliado Licinio y reunificó el imperio. Su gobierno fue marcadamente personal, reformó el ejército y la administración experimentó un cambio significativo debido a los poderes que fue otorgando a los obispos. Consiguió sofocar diversos desórdenes y adjudicó a sus hijos determinadas zonas del imperio.

Como protector del cristianismo, convocó y presidió el concilio de Nicea (325), en el que se condenó el arrianismo.

Mandó reedificar una nueva ciudad sobre el lugar de Bizancio, llamada en su honor Constantinopla, a la que trasladó en 330 la capital del imperio. Desde allí desarrolló una monarquía de estilo oriental, en la que el cristianismo fue adquiriendo influencia.

En su lecho de muerte, acaecida en Nicomedia en 337, Constantino fue bautizado, por lo que la iglesia se convertía en el principal apoyo del imperio.

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