Flavio
Josefo fue testigo de la destrucción del templo de Jerusalén del año
70. En la guerra con Roma luchó en el bando judío hasta que, viéndose
derrotado, se pasó al bando romano. Fue amigo del emperador Vespasiano y
escribió obras de historia del pueblo judío y sobre la guerra con los
romanos. Conoció bien a los grupos religiosos judíos, puesto que por su
familia pertenecía a los saduceos, en su juventud estudió con los
esenios y terminó haciéndose fariseo. Esto es lo que cuenta en su libro Antigüedades judaicas acerca de la idea que tenían los tres grupos en relación con la importancia del destino:
«En
aquella época había entre los judíos tres escuelas religiosas que
tenían puntos de vista distintos en lo relativo a los asuntos humanos:
los fariseos, los saduceos y los esenios. Los fariseos dicen que son
asunto del destino ciertas cosas, pero no todas, porque depende de los
actos de cada uno que ciertas cosas sucedan o no. Los esenios dicen que
el destino es el dueño absoluto, y que no hay nada que no suceda de
acuerdo con su decreto. Los saduceos dicen que el destino no existe, que
todo depende de nosotros mismos.»
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