martes, 13 de agosto de 2013

EL FINAL DE LA PERSECUCIÓN.

 En el edicto de Milán del año 313, el emperador Constantino puso fin a las persecuciones:


Martirio de San Pedro, pintura de Jaime Huguet, siglo XV. Gante, Museo Voor Schone Kunsten.
Martirio de San Pedro, pintura de Jaime Huguet, siglo XV. Gante, Museo Voor Schone Kunsten.



«Hemos tomado la decisión de que no se niegue a nadie la libertad de seguir la religión que haya escogido, ya sea la cristiana o cualquier otra. Hemos decidido anular totalmente las órdenes anteriores relativas a los cristianos, ya que nos parecían perjudiciales y contrarias a nuestra clemencia. Permitimos, de ahora en adelante, que todos los que quieran seguir la religión cristiana lo hagan y de manera completamente libre, y sin que se les inquiete ni se les moleste. Y, además, hemos decidido que les sean devueltas las propiedades en las que antes solían reunirse (y que les fueron confiscadas en las persecuciones anteriores).»
Según el texto, se anula la persecución personal y la persecución colectiva en los lugares del culto. Constantino estableció el derecho a elegir la propia religión. Por tanto, estableció lo que hoy llamaríamos la libertad religiosa, un derecho humano que se estima fundamental en las sociedades modernas. Lo notable es que en unos años, los que median de Constantino a Teodosio, lo que parece muy aceptable según los modos de entender las relaciones entre religiones, es decir, la libertad religiosa, se mutase en exclusivismo y prohibición para las religiones diferentes del cristianismo.

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