lunes, 5 de agosto de 2013

EL NACIONALISMO JUDÍO Y EL JUDAÍSMO ORTODOXO.

 

El nacionalismo del siglo XIX influyó también en el judaísmo y dio lugar al sionismo, que pretendía la concentración en un territorio de la dispersa nación judía.
El sionismo, aunque sustentado en un anhelo religioso, presenta rasgos seculares que son primordiales. En muchos casos los dirigentes sionistas han utilizado la religión como pretexto para consolidar su posición y justificar sus acciones a pesar de ser ateos.
Otra respuesta diferente a la modernidad la ejemplifican los judíos ortodoxos. Estos niegan el marco teóricamente igualitario propugnado por los estados laicos, porque consideran que propicia la conversión de la religión en una mera y difusa seña de identidad individual.
Pero el impacto de la modernidad es inseparable de su quiebra, que resulta más que ejemplar en el caso judío.
El terrible exterminio de un tercio de la población judía fue diseñado por las autoridades nazis en los años cuarenta del siglo XX y ha tenido una profunda incidencia en el judaísmo actual. Este hecho marcó un hito en la aberración humana, más doloroso por cuanto se realizó en una época y un territorio inesperados, en plena contemporaneidad, cuando se creían consolidados en Europa los derechos de las minorías a su propia identidad.
El genocidio resultó un terrible modelo que ha debilitado las opciones contemporizadoras y ha consolidado la fuerza moral de las posiciones ortodoxas. Se deshizo el hechizo de la racionalidad y la modernidad. Sin embargo, esto no ha conseguido minar completamente las actitudes de prepotencia que algunas autoridades del Estado de Israel han demostrado, con respecto al sometimiento de los palestinos desde hace más de medio siglo.

 

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