miércoles, 7 de agosto de 2013

LA AMIDÁ U ORACIÓN DE LAS DIECIOCHO BENDICIONES.

 Miniatura en la que se representa a un rabino encendiendo un candelabro.
 Miniatura en la que se representa a un rabino encendiendo un candelabro.

La Amidá describe a Yahvé con diferentes calificativos, como Dios de los antepasados, como héroe y salvador, el único que puede poner paz en Israel.

«Yahvé, abre mis labios, y proclame mi boca tu alabanza. Bendito seas. Yahvé, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra, escudo nuestro y escudo de nuestros padres. Bendito seas Yahvé, escudo de Abraham. Eres héroe esforzado, alimentas a los vivos, das vida a los muertos. Santo eres tú y temible tu nombre y no hay Dios alguno fuera de ti. Bendito seas, Yahvé, Dios santo. Concédenos, Padre nuestro, la gracia de tu conocimiento, la del entendimiento y la prudencia que procede de tu Torá. Bendito seas, Yahvé, que concedes la gracia del conocimiento [...] Perdónanos, Padre nuestro, pues pecamos contra ti; borra nuestros pecados ante tus ojos. Bendito seas Yahvé, que perdonas generosamente. Mira nuestra tribulación y guía nuestra lucha, y sálvanos por tu nombre. Bendito seas, Yahvé, Salvador de Israel. Santifícanos, Yahvé, nuestro Dios, por el dolor de nuestro corazón y haz sanar nuestras heridas. Bendito seas, Yahvé, que curas las enfermedades de tu pueblo, Israel. Bendícenos, Yahvé, nuestro Dios [...] Y colma el mundo con los tesoros de tus bienes. Bendito seas, Yahvé, que reúnes a los dispersos de tu pueblo, Israel. Trae de nuevo a nuestros jueces como antes y nuestros consejeros como en un principio. Bendito seas, Yahvé, que amas el derecho. Bendito seas, Yahvé, que doblegas a los tiranos. Apiádate, Yahvé, nuestro Dios, de Jerusalén, tu ciudad, y de Sión, la morada de tu gloria. Bendito seas, Yahvé, Dios de David, que edificas Jerusalén. Escucha, Yahvé, nuestro Dios, la voz de nuestra súplica, pues eres un Dios clemente y piadoso. Bendito seas, Yahvé, que atiendes la plegaria. Ten complacencia, Yahvé, nuestro Dios, y habita en Sión, y podrán servirte tus siervos en Jerusalén. Bendito seas, Yahvé, pues queremos servirte con temor. Te damos gracias, Yahvé nuestro Dios por todas las buenas acciones de bondad. Bendito seas, Yahvé, a quien es bueno dar gracias. Pon tu paz en Israel, tu pueblo y bendícenos a todos en conjunto. Bendito seas, Yahvé, que haces la paz.»

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