viernes, 16 de agosto de 2013

LA CONVERSIÓN DE ROMA AL CRISTIANISMO.

La relación de los cristianos con Roma fue muy variable a lo largo de los cuatro primeros siglos de vida de esta religión. Sufrieron períodos de persecución, pero también llegaron a establecer buenas relaciones con el poder.

 Interior de la basílica de los Santos Nereo y Aquiles, una de las primeras iglesias cristianas de Roma (siglo IV e.c.).
Interior de la basílica de los Santos Nereo y Aquiles, una de las primeras iglesias cristianas de Roma (siglo IV e.c.).

La conversión religiosa se produce cuando una persona cambia de religión. Este fenómeno fue frecuente en Roma: desde los pueblos conquistados por los romanos, como los hispanos, que terminaron por cambiar su antigua religión por la romana, hasta los propios ciudadanos romanos que se hicieron devotos de Mitra o de Isis.
Pero el fenómeno de conversión más general y duradero fue la aceptación del cristianismo, que, además, planteaba que las demás religiones eran falsas y había que abandonar cualquier culto no cristiano al convertirse. El cristianismo fue ganando seguidores en las ciudades del imperio y, a principios del siglo IV e.c., el número de cristianos era ya alto a pesar de las persecuciones. Como religión abierta a todos, ya fueran esclavos o aristócratas, ricos o pobres, podía ser un medio de cohesión en un imperio en el que las diferencias, también religiosas, podían ser causa de división.
El emperador Constantino fue el primer emperador que apoyó claramente a los cristianos en lugar de perseguirlos. Dio poderes de gobierno a los obispos, y al final de su vida se bautizó y se convirtió en cristiano. A cambio, Constantino utilizó la influencia de los obispos, que se extendía por todo el imperio, para fortalecer su poder.
Los gobernantes y sacerdotes romanos fueron convirtiéndose poco a poco al cristianismo. Los obispos ocuparon cargos de responsabilidad en el gobierno de Roma, y el título de pontífice máximo terminó utilizándose para nombrar al obispo de esta ciudad. En 380, el cristianismo fue declarado religión oficial del imperio romano y once años más tarde se prohibió el culto romano tradicional.
Todo el imperio romano terminó siendo cristiano y el cristianismo sigue siendo, todavía en la actualidad, la religión de la mayoría de la población en muchos lugares que controló Roma.

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