miércoles, 7 de agosto de 2013

LOS JUDÍOS Y LA ALIMENTACIÓN. NORMAS ALIMENTICIAS DE LOS JUDÍOS.

Una de las señas de identidad del judaísmo son las normas relativas a lo que se puede y lo que no se puede comer. La comida pura y aceptable por la religión toma el nombre hebreo de kasher.

 Un shojet matando un pollo al modo kasher en Nazaret, Israel.
Un shojet matando un pollo al modo kasher en Nazaret, Israel.

En la Torá se exponen las prescripciones alimenticias que distinguen los animales comestibles de los que no lo son. El cerdo, por ejemplo, es un animal impuro y no puede comerse, lo mismo que el conejo.
Además, no se puede comer la sangre, por lo que hay que matar a los animales de modo que se desangren completamente para que se conviertan en alimento puro. De ahí que el oficio de shojet o «matarife» esté muy relacionado con la religión. Tampoco está permitido comer a la vez carne y leche, ni cocinarlas juntas, de tal modo que en muchas familias judías hay dos vajillas que no se mezclan: una para cocinar y servir la carne y otra para la leche y sus derivados.
Estas normas alimenticias impiden a los judíos cumplidores aceptar comida de no judíos o de judíos no cumplidores, ya que la mínima cantidad de comestible impuro contamina al resto. Por ejemplo, un huevo que tenga una pequeña mancha de sangre en su interior no puede comerse.
Así, a lo largo del tiempo, estas costumbres relativas a la dieta impidieron que las poblaciones judías y no judías desarrollaran los lazos de amistad que se consolidan en la comensalidad, es decir, en la acción de comer en común, importante para muchas sociedades porque las relaciones entre los que comen juntos son de amistad.

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