lunes, 19 de agosto de 2013

LOS PROMOTORES DE LA REFORMA. LUTERO Y CALVINO.

Lutero y sus amigos de Lucas Cranach
 Lutero y sus amigos de Lucas Cranach

A los protagonistas de esta nueva crisis se les llamó «reformados» o «evangélicos» porque criticaban a la iglesia católica, su organización y sus dogmas, y decían que buscaban volver al espíritu de los primeros cristianos tal como se contaba en los evangelios, reformando las instituciones y la vida religiosa.
El primero que planteó una nueva interpretación fue el monje Martín Lutero (1483-1546), que en 1517 clavó en la iglesia de Wittenberg, en Alemania, sus 95 tesis sobre el pecado y el arrepentimiento, en las que se enfrentaba al uso de las indulgencias y bulas papales, que liberaban de obligaciones religiosas o perdonaban pecados a aquellas personas que pudiesen pagarlas.
En 1520, la iglesia católica decretó su excomunión, un castigo que consistía en negarle la comunión, lo que equivalía a expulsarlo de la comunidad cristiana. Muchos gobernantes alemanes, cansados de las imposiciones papales y del poder de la iglesia, se convirtieron al luteranismo. Cuando protestaron porque se les quería obligar a mantener el culto católico en los territorios que gobernaban, se les llamó «protestantes».
La Reforma también se difundió desde Suiza. Ulrico Zwinglio, que llegó a formar un ejército anticatólico, fue su líder hasta el año de su muerte en 1531. Defendía la desaparición de la misa como ceremonia.
A partir de 1541, le sucedió Juan Calvino (1509-1564), mucho más radical que Lutero, ya que en 1539 había rechazado el valor de los concilios y del papado y había roto con el catolicismo definitivamente.
Calvino fue un teólogo francés que en 1533 se hizo seguidor de la Reforma. Tuvo que huir a Suiza y en 1536 se estableció en Ginebra, de donde fue desterrado en 1538 tras unas votaciones populares que proclamaron vencedores a sus adversarios. Volvió a la ciudad en el año 1541, aplicando al sistema de gobierno su particular visión del cristianismo, y obligó por la fuerza a los ginebrinos a convertirse al calvinismo, abandonando las prácticas católicas.
Defendió un protestantismo caracterizado por la exigencia de un gran rigor a sus seguidores y por la importancia que le daba a la predestinación. Según sus ideas, podía salvarse quien Dios quisiera. Pero todo aquel que ajustaba su vida a las enseñanzas del evangelio, por medio del trabajo y el esfuerzo, demostraba estar en el camino de la salvación. La riqueza que provenía del trabajo constante y el ahorro se veía como un don de Dios.

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