martes, 13 de agosto de 2013

LOS REYES MAGOS.

 
 Epifanía (h. 1330), pintura mural de Teresa Díez Toro, Zamora, Iglesia de San Sebastián de los Caballeros.

La festividad de los Reyes Magos procede de los relatos de la infancia de Jesús que solo se cuentan en los evangelios de Lucas y Mateo. Según estos, Jesús no nació en Nazaret, sino en Belén, cerca de Jerusalén, porque sus padres se habían desplazado allí para ser censados por los romanos. Cuenta Lucas (2, 1-20) que no encontraron un lugar en la posada de la aldea y se instalaron en un pesebre de animales, donde nació Jesús. Se aparecieron unos ángeles a unos pastores y les dijeron dónde encontrarían al mesías que acababa de nacer y fueron a adorarle al pesebre. La narración de Lucas acaba aquí.

Por su parte, Mateo no dice nada de que Jesús naciese en un pesebre ni de la visita de los pastores, pero cuenta que quienes adoraron a Jesús fueron unos magos de Oriente, que le regalaron oro, incienso y mirra y que llegaron guiados por una estrella.

Hasta el medievo no se les dan los nombres que conocemos, Melchor, Gaspar y Baltasar, ni se dice que fueran reyes. Pero antes había opiniones diferentes: unos decían que eran doce y otros que dos o cuatro.

Esta fiesta también hace patente la pervivencia de la religión cristiana en nuestra sociedad occidental, en las tradiciones y festividades. Una herencia cultural que sigue presente, independientemente de que se crea en ella o no.
 
Adoración de los Magos, detalle de la predela de La Anunciación (1431), obra de Fra Angelico. Madrid, Museo del Prado.

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