viernes, 2 de agosto de 2013

MOISÉS EN HECATEO DE ABDERA.

Moisés recibe los diez mandamientos, detalle de los relieves de Ghiberti en las puertas del baptisterio de Florencia
Moisés recibe los diez mandamientos, detalle de los relieves de Ghiberti en las puertas del baptisterio de Florencia.

Un relato alternativo al de la Biblia es la versión de Hecateo de Abdera sobre los orígenes del pueblo judío. Este autor fue un historiador griego que vivió en Alejandría los quince años finales del siglo IV a.e.c.

«Cuando en el pasado se produjo una peste en Egipto, la gente buscaba la razón en las divinidades, porque, como había muchos extranjeros, se había descuidado el culto a los dioses de los antepasados y se habían incluido costumbres extrañas. Por lo tanto decidieron echar a los extranjeros, algunos a Grecia y gran parte a una tierra llamada Judea, que no está muy lejos de Egipto y que en aquellos tiempos estaba totalmente deshabitada. Al frente de la colonia estaba el llamado Moisés, que destacaba por su inteligencia y su valor. Se apoderó de la tierra y fundó ciudades, y la más famosa, llamada ahora Jerusalén. Construyó el templo más sagrado para ellos y les enseñó la religión, estableciendo las leyes y las instituciones políticas. Los repartió en doce tribus por considerar que era el número perfecto y por coincidir con la cantidad de los meses que hay en el año. No erigió ninguna estatua a los dioses, porque consideraba que el dios no podía ser antropomorfo y que el cielo que rodea la tierra era el único dios y señor de todo. Estableció sacrificios diferentes a los de los demás pueblos y formas de vida distintas porque, como habían sido expulsados, se acostumbraron a un modo de vida insociable y no hospitalario. Escogiendo a los más capaces de gobernar al pueblo los designó como sacerdotes y ordenó que su trabajo fuese el templo, los honores y los sacrificios divinos. También los nombró jueces de las disputas y les confió la vigilancia de las leyes y las costumbres. Y como no habían tenido reyes nunca los judíos, la protección del pueblo recaía en el que, entre los sacerdotes, estimaban más destacado en inteligencia y virtud, al que llaman sumo sacerdote y creen que es el enviado con las órdenes del dios [...]. Al final de las leyes se ha añadido incluso que Moisés, habiendo escuchado las palabras del dios, las transmitió a los judíos.»

 Miniatura de las Tablas de Moisés. Biblia de Alba de Mosé Arragel (siglo XV). Madrid, Biblioteca Nacional.
Miniatura de las Tablas de Moisés. Biblia de Alba de Mosé Arragel (Siglo XV). Madrid, Biblioteca Nacional.

Hecateo de Adbera contradice la historia bíblica sobre los orígenes judíos.
Para la mayoría de los investigadores que han tratado el tema, el texto de Hecateo de Abdera ha resultado plenamente imaginario o falso. Aunque muchos errores se podrían achacar a la ignorancia o la distorsión del historiador griego, puesto que estudia a los judíos como si se tratara de griegos y a Moisés como un jefe colonizador a la griega, es decir, como fundador de ciudades, dador de leyes y constructor de templos; lo cierto es que hay algunos planteamientos del relato dudosos.
Actualmente hay investigadores que no solo dudan de que la narración bíblica respecto a Moisés sea verídica, sino incluso que los reinados de David y Salomón fuesen como cuenta la Biblia.
Hay una corriente de arqueólogos e historiadores israelíes que están replanteando la veracidad de los reinados de David y Salomón. Parten de la base de que no hay restos fehacientes de los mismos en los registros arqueológicos y defienden la idea de que los relatos bíblicos serían muy recientes y habrían reinventado o retocado una historia que resaltase la identidad judía.
El texto de Hecateo demuestra las dificultades que existen para conocer estas remotas épocas de la historia judía y es un ejemplo de la multitud de hipótesis que los investigadores se plantean sobre ellas.

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