lunes, 19 de agosto de 2013

PUNTOS DE RUPTURA.

Edición de 1555 de Las profecías de Nostradamus.
Edición de 1555 de las profecías de Nostradamus.

En la aparición de las diversas corrientes reformistas, tuvieron un peso considerable los motivos sociopolíticos. La época moderna estuvo marcada por la intolerancia religiosa y los conflictos, tras los que se escondían muchas veces intereses políticos y económicos.
Sin embargo, la iglesia católica arrastraba desde la Edad Media un número de problemas crecientes que exigían cambios considerables. Las instituciones eclesiásticas se habían convertido en un aparato de poder que dirigía las vidas de los ciudadanos desde la política, la economía y el control ideológico.
En el monopolio de las ideas impulsado por la iglesia no tuvieron cabida las nuevas ideas impulsadas por el pensamiento racionalista que se fue difundiendo a lo largo de la Edad Moderna, ya que vieron en él una amenaza a su situación de privilegio porque proponía nuevas formas de entender el mundo y la religión.
De este modo, mientras los científicos fueron perseguidos por defender investigaciones racionalistas que contradecían los dogmas de las diferentes iglesias, otros estudiosos se decantaron por el estudio de lo irracional.
Un ejemplo notable y muy conocido lo ofrece Nostradamus, un doctor en medicina que elaboró una serie de profecías, basadas en sus visiones y supuestos estudios, a las que llamó Centurias. Fue muy famoso en vida y muchos vieron en él a un nuevo profeta capaz de leer en el libro cerrado del futuro.
Lo notable es que todavía en la actualidad hay personas que creen en la veracidad de estas predicciones e intentan adaptar los escritos de Nostradamus a hechos que ocurren en la actualidad.
En ocasiones la iglesia trató de mantener una situación de oscurantismo que reforzaba su capacidad de influencia sobre el pueblo. Es significativa la arraigada y no menos ilógica creencia en la existencia de brujas. En toda la cristiandad occidental, ya fuese católica o protestante, existió un fuerte miedo hacia las llamadas brujas y sus supuestos pactos con el demonio. Fue así como durante los siglos XVI, XVII y XVIII se generalizaron las «cazas de brujas», y muchas mujeres, y en menor medida hombres, fueron llevados a la hoguera bajo la acusación de haber practicado la brujería.

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