En
Irlanda, una de las diosas célticas más importantes era Brig, Brigit o
Brigantia. Con la llegada del cristianismo, dado el arraigo que tenía
entre los habitantes de la isla, se cristianizó su culto y se le dio la
categoría de santa con el fin de facilitar la evangelización de los
celtas irlandeses.
Según
la tradición, santa Brígida fue bautizada por san Patricio; más tarde
se hizo monja y fundó una abadía en Kildare de la que fue abadesa en el
año 525. Santa Brígida se asocia al fuego y al calor, un fuego se
mantenía siempre encendido en su convento de Kildare. En el año 878 sus
supuestos restos fueron trasladados y están enterrados junto a los de
san Patricio, apóstol de Irlanda.
En
la actualidad hay varias tradiciones con fuertes influencias celtas
relacionadas con ella. Su centro de culto estaba en Kildare y el día de
la celebración de su fiesta, el 1 de febrero, se teje la llamada «Cruz
de santa Brígida», que se elabora con paja y es muy popular en Irlanda.
Otra
tradición que se mantiene todavía en algunas casas de Irlanda, sobre
todo en aquellas donde han vivido varias generaciones de la misma
familia, es el mantener una vela encendida en la ventana de cada
habitación donde hubiera muerto alguien durante su festividad. Al estar
Santa Brígida asociada al fuego y al calor, se cree que el hogar
visitado por ella resplandece en su presencia.
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