martes, 3 de septiembre de 2013

LA COSTUMBRE DE JUNTAR LAS MANOS AL REZAR.

                   Aunque la Biblia no da ninguna explicación a esta costumbre, se comenzó a popularizar a partir del siglo IX. Para rezar nuestros antepasados solían alzar los brazos y las manos hacia el cielo. Con el discurrir de los años los brazos y las manos se plegaron y las manos se juntaron frente al corazón (el centro de nuestras emociones).

                  Una de las teorías apunta que juntar las manos es muestra de sumisión y servidumbre. De esta forma se les ataba las manos a los prisioneros que a partir de ese momento mostraban obediencia ante su captor. Juntar las manos para la oración podría significar la sumisión del hombre ante su Creador.

                 Algunos historiadores señalan que esta costumbre también puede provenir de la época de los romanos, cuando un enemigo podía salvar su vida si se arrodillaba ante su captor con las manos pegadas frente al pecho, símbolo inequívoco de su sometimiento y de que no portaba armas. También en la Edad Media era un gesto que utilizaban los vasallos para pedir pleitesía a sus señores.

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