viernes, 7 de febrero de 2014

SORDO Y CIEGO COMO SÍMBOLO RELIGIOSO.



(Mc 7,32-37; 8,22b-26)

Aparecen en Marcos dos curaciones narradas de modo muy paralelo: la primera, de un sordo (Mc 7,32-37); la segunda, de un ciego (8,22b-26). Las frases iniciales de ambas son muy parecidas (7,32: “Le llevaron un sordo tartamudo”; 8,22b: “Le llevaron un ciego”); en ambos casos usa Jesús la saliva (7,33; 8,23); en ambos casos se alude al texto de un profeta, que se refiere a un éxodo; en cada caso emplea el evangelista dos términos griegos diversos para designar “los oídos” (7,33: ta ôta, “las orejas”, los órganos; 7,35: hai akoái “”los oídos”, el sentido) o “los ojos” (8,23: ta ómmata, término poético de significado más sicológico; 8,25: hoy ophthalmói, los órganos). El paralelo entre las dos figuras resulta así evidente.

En el primer caso, el uso de la palabra “tartamudo”, muy rara en griego, unida a “sordo”, pone el texto en relación con Is 35,5s, donde se dice que en el éxodo de Israel fuera de Babilonia, guiado por Dios mismo, los sordos oirán y los tartamudos hablarán claramente. La figura del sordo-tartamudo representa, pues, de alguna manera, a Israel, que es liberado de una esclavitud.

Cumplido su papel de aludir a Isaías, la palabra “tartamudo” es sustituida al final de la perícopa por el simple “mudo” (7,37: “Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”). En este episodio hay además otra marca puesta por el evangelista: el uso de una palabra aramea (7,34: “Effatá”, esto es, “ábrete”); cuando Marcos usa palabras arameas significa que lo que describe tiene referencia a Israel.

Por lo que hace al caso del ciego, la frase “cogiendo de la mano al ciego lo sacó de la aldea” calca la de Jr 31,32: “cuando cogí de la mano a Israel para sacarlo de Egipto”. Si, al comparar el texto de Marcos con el del profeta, “la aldea” aparece en paralelo con Egipto y representa por ello un lugar de opresión, el ciego, a su vez, ha de estar en paralelo con Israel y de algún modo representarlo.
Hay que tener en cuenta además el reproche que Jesús dirige a los discípulos inmediatamente antes (8,18: “¿Teniendo ojos no veis?”), que se refiere a la ceguera de la mente; por otra parte, existe un claro paralelo entre los dos pasos de la curación del ciego (8,23-24.25) y las dos preguntas de Jesús a los discípulos en el episodio siguiente (8,27.29).

Ambos personajes son, por tanto, representativos de Israel, y en los dos casos se trata de una liberación. Conociendo el evangelio de Marcos, donde el antiguo Israel ha quedado sustituido por el nuevo (3,13-19), representado por los Doce/los discípulos, se percibe que en ambos episodios aparece el esfuerzo de Jesús por liberar a los Doce, es decir, a sus seguidores procedentes del judaísmo, de los obstáculos que les impiden entender su mensaje o comprender la calidad de su persona.

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