jueves, 27 de marzo de 2014

¡BASTA YA DE CADENAS!

CONFIANZA EN LA ORACIÓN
<<< Pedid y se os dará, buscad y encontrareis, llamad y os abrirán; porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama le abren>>>
Esto es la absoluta confianza. Esta es la oración de petición, que es de la que trata el evangelio. De manera que, por parte del Padre, está claro que está dispuesto a dar todo lo que le pidamos. Y ésta es la confianza que hemos de tener cuando pedimos algo.
<<< 0 es que, si a uno de vosotros le pide su hijo pan ¿le va a ofrecer una piedra? 0, si le pide un pescado ¿le ya a ofrecer una serpiente?, pues si vosotros, aunque seáis malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos ¡cuánto mas vuestro padre del cielo se las dará a los que se las piden!>>>
Aquí tenemos la frase "Padre del Cielo", que es la del Padre nuestro. Se refiere a los que tienen la experiencia de que Dios es su Padre, de que son hijos de Dios. ¿Quienes?: "...los que trabajan por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos". Estamos siempre en el contexto de los que tienen experiencia de la paternidad de Dios: la comunidad comprometida, y es la que puede tener una confianza total en que el Padre está de su parte. Porque si nosotros más o menos malos -al lado del Padre del cielo todos estamos por debajo del nivel- sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, cuanto más nuestro Padre del cielo dará lo que se le pide. Estamos por tanto, en un ambiente de misión. Eso pasa también en el evangelio de Juan donde, en el Sermón de la Cena, insiste mucho en "pedid lo que queráis, que se os dará", pero siempre en el ambiente de misión, cuando queremos las cosas para hacer el bien, en la difusión del Reino. Como el Señor y el Padre son miembros de la comunidad, y lo característico de la comunidad es compartir, ellos comparten su potencia.
¡HASTA QUE PUNTO TENEMOS CONFIANZA...!
La cuestión es hasta qué punto nosotros tenemos confianza y hasta qué punto eso sirve para propagar el Reinado de Dios. Pero no tengamos empacho en pedir. Aquí hay que evitar dos extremos: el del milagrismo y el del escepticismo. No hay que ser milagristas esperando que Dios lo arregle todo; pero tampoco completamente escépticos, porque el Señor ayuda cuando se pide por una necesidad real, en bien de la gente. Y lo que tenemos que tener siempre presente, los que trabajamos en actividades cristianas, es que nunca estamos solos; nuestro trabajo se hace en equipo, el Señor y nosotros. El, siempre colaborando, no sustituyendo; no toma nuestro lugar, pues el Señor no anula a nadie. Pero, como miembro de nuestra comunidad y compañero de vida, trabaja con nosotros y, aunque no podemos medir lo que es suyo y nuestro, evidentemente hay un tino, un acierto, hay algo nuevo que nos indica que estamos colaborando con él. Eso es algo de lo que deberíamos ir tomando cada vez más conciencia, a cualquier nivel: lo mismo en la enseñanza, en la comunidad de base, en el compromiso social, en el estudio, en todo. Cuando estamos trabajando por la humanidad, siempre el Señor está con nosotros ayudando: es una ayuda discreta, pero real, y la iremos notando si tomamos conciencia de ello.
JESÚS NOS EXPLICA LO QUE SIGNIFICA "LA LEY Y LOS PROFETAS".
<<< todo lo que queráis que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los profetas>>>
Esta es una regla general que engloba todo lo que ha dicho hasta ahora. La Ley y los Profetas en el Antiguo Testamento. Ha considerado el Antiguo Testamento como profecía, en aquel pasaje de "no penséis que he venido a echar abajo la Ley y los Profetas": aquella profecía magnífica del Reinado de Dios se cumplirá. Aquí la considera como código moral y la resume en esta frase sola. Si estrujamos el contenido moral del Antiguo Testamento, lo que sale es eso: todo lo que querríais que hicieran los demás con vosotros, hacedlo vosotros con ellos. Y esta regla no es lo mismo que la regla negativa que se proponía en el judaísmo, que decía. "No hagas con los demás lo que no quisieras que hicieran contigo". Esta es la regla de la convivencia: ¿qué es lo que no me gusta, que me pinchen los neumáticos?, pues yo no pincho neumáticos. Jesús le da la vuelta por completo (a esto le llaman los ingleses "la regla de oro"). La actitud es totalmente diferente, que es la iniciativa del hombre. No estamos viendo a que estamos obligados según la Ley, sino que todo lo que desearíamos que hicieran con nosotros, tenemos que hacerlo con los demás. Y así son enormes las posibilidades de hacer el bien; es la iniciativa continua. No es que yo lo hago, si me lo hacen a mi, sino que es completamente desinteresado: en el caso en que se encuentra esa persona ¿que me gustaría que me hicieran?: pues eso es lo que yo tengo que hacer. Una persona desconsolada, enferma, desvalida, con hambre, sin vivienda, etc.: que desearía yo que hicieran si me encontrara en ese caso. 0 sea, ponerse en el lugar del otro.
 
VIENE A DAR EL ESPÍRITU
Y Jesús dice que esto significan la Ley y los Profetas. Es decir, El no viene a proponer una moral muerta, viene a dar un Espíritu y, con ese Espíritu, esto va a ser posible. De hecho, la regla que saca el Antiguo Testamento es "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", pero el Señor le da una vuelta de rosca más, porque esto es una igualdad en la que no sacrifico nada de lo mío por el otro: el otro como yo, pero no renuncio a lo mío por él. El Señor le da una vuelta de tornillo más y dice: "no depende de lo que tú tengas, sino de lo que tú querrías; ¿qué es lo que te gustaría que hicieran contigo?: eso es lo que tú has de hacer, lo hagan o no lo hagan". Esto saca de todo egoísmo individual y pone al servicio de todos. Pero esto es posible con el Espíritu, es entrega, es una entrega con el Espíritu.

 
ANCHA ES LA PUERTA Y AMPLIA LA CALLE QUE CONDUCE A LA PERDICIÓN.
<<< Entrad por la puerta angosta: porque ancha es la puerta y amplia la calle que llevan a la perdición y muchos entran por ellas. ¡que angosta es la puerta y que estrecho el callejón que llevan a la vida! y pocos dan con ellos>>>
Aquí está hablando de una ciudad, que tiene una gran puerta que da a la avenida principal, y por allí entra toda la población. Pero en la muralla de la ciudad hay una puerta pequeñita, que no dice Jesús que sea difícil entrar por ella, nada difícil, lo que pasa es que nadie se da cuenta de que está ahí. Hay que salirse de la masa que va hacia la puerta principal para entrar por esa puertecilla que lleva a un callejón. Pero por ahí esta la vida. "Pocos dan con ella". 0 sea, aquí uno no puede dejarse llevar: para ser cristiano se necesita una opción personal y salirse de la corriente. La puerta está ahí, pero ni se da cuenta; aunque es pequeñita, por ahí se va a la vida, y no hay dificultad. En Lucas hay otra comparación que dice "Forcejead para abriros paso por la puerta estrecha, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán". Allí es difícil, pero estamos en Mateo y aquí no hay dificultad. Lo que pasa es que todo el mundo va tan encandilado a la gran manifestación, que todos van hacia la puerta principal; y hay que salirse de la manifestación y buscar el callejón. Vemos una vez más la personalización que hay en el Evangelio: cómo Jesús siempre apela a la decisión y a la responsabilidad de la persona. La masa no es el Evangelio, pues éste necesita una opción personal que nos saca de la masa.
 
¿COMO PODEMOS CONOCER A DIOS?
Como Dios es amor, solo se le puede conocer a través de la experiencia del amor. Todo amor nos revela alguna faceta de Dios. No se le puede conocer a través de la pura inteligencia ni de los sistemas filosóficos: "El que no ama no tiene idea de Dios, porque Dios es amor"(108). La experiencia del amor de Dios al hombre se tiene a través de la comunicación del Espíritu y es tanto más intensa cuanto más libre de obstáculos esté el que lo recibe. La experiencia según el evangelio de Juan se deriva del amor a los demás: "Vosotros, para ser de verdad mis discípulos, tenéis que ateneos a este mensaje mío; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (109). Esta libertad se concreta en un cambio en la relación con Dios, consigo mismo y con el mundo. Puede ser instantánea o paulatina, viva o apenas perceptible, pero su autenticidad se puede medir en el cambio que provoca en la relación con los demás : "Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos" (110); " Si uno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios?"(111). Los escritos del NT aseguran al cristiano la certeza de la salvación (112) y por tanto desaparece el temor a un "juicio" divino futuro: "Aquel que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, ¿cómo es posible que no nos lo regale todo? ¿Quién se atreverá a ser el "fiscal" de los elegidos de Dios? Si es Dios el que nos perdona ¿quién se atreverá a condenarnos? ¿Quién nos podrá privar de ese amor del Mesías?, que está "vivo" porque resucitó, que está a la derecha de Dios y que intercede siempre en nuestro favor. ¿Quién tendrá ese poder?... estoy convencido dice de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni soberanías, ni lo presente ni lo futuro, ni poderes ni alturas, ni abismos, ni ninguna otra criatura podrá privarnos de ese amor de Dios, presente en el Mesías Jesús, Señor nuestro" (113).
 
LOS EVANGELIOS NOS AYUDAN PARA PODER LIBERARNOS...
 Los Evangelios nos señalan muy claramente la forma de poder "liberarnos" de las situaciones negativas que nos rodean, y la posibilidad que tenemos de actuar por propia convicción, es decir, sin reconocer los límites que nos impone tanto la cultura como la religión, es decir, sin trabas interiores o exteriores. Nuestra falta de libertad no solo puede ser debida a los regímenes políticos, sociales o religiosos, sino que puede residir en nuestro interior, por culpa del tabú, la sumisión o el miedo. Debemos de estar libres de toda coacción para poder actuar con "libertad". Tomar una decisión personal consiste en poder hacer una u otra cosa, es la libertad de opción, la primera y fundamental "libertad", que es necesaria para el ejercicio de una decisión fundamental que nos capacite para adoptar una "línea de conducta". Y para afirmar esa línea de conducta también se necesita de otra libertad, la "libertad de acción y de expresión". En Jesús encontramos un nuevo concepto de libertad: la interior. La libertad que Jesús nos trae se basa en la verdad y esta es precisamente la Palabra de Dios (114), cuando se la acepta y se vive con alegría y sinceridad. La libertad nos proporcionará la "sabiduría", que no es la de los que "conocen", sino de los que asumen y "experimentan" una "verdadera" existencia de vida. Para llegar a esta "libertad" son necesarias: apertura, búsqueda y entrega; es imprescindible "abandonar" todos los "egoísmos" y las "idolatrías" que vamos a encontrar en nuestro camino. Jesús se encuentra con un pueblo totalmente oprimido por una ideología político-religiosa que era "avalada" por la autoridad de Dios; ideología que origina un nacionalismo fanático (115), marginación social (116), una sumisión ciega a los dirigentes y a su interpretación de la Ley (117), un culto explotador y alienante, un sentido de indignidad y culpa ante Dios (118) y una carencia de iniciativa y libertad, que imposibilitaba el pleno desarrollo del hombre (119).
 
CAMINAR SIN ATADURAS NI CADENAS
Escuchando a Jesús descubriremos que la "libertad interior", que comienza con la "conversión" del corazón (120), es caminar sin ataduras (121), y sus fundamentos son los hechos y no las palabras (122). Y esa misma libertad nos liberará del odio y de la mentira que nos esclavizan (123), de la "Ley" (124), del "pecado" (125) y de la "muerte" (126). El mensaje que nos transmite Jesús siempre tiene un sentido liberador (127) que ofrece felicidad a los explotados y a los humildes (128) y condena a los opresores (129) sin apelar a la violencia (130).
- Jesús nos libera de todas las cadenas:
El hombre normalmente está encadenado por su conducta injusta; la salida a esto es: el cambio y la rectificación de esa conducta escogiendo una nueva opción. Con este cambio se puede obtener el "perdón" de Dios (131) y se puede comenzar el nuevo camino de la libertad. Jesús consigue que el hombre pueda liberarse de su pasado paralizante, para que el presente no pueda ser condicionado por el y de esa forma tener una nueva oportunidad. Jesús quiere liberar totalmente al hombre de todas las cadenas que lo esclavizan, de todas, sea cual sea su índole, de todo lo que le impida desarrollarse y ser él mismo. Para un cristiano, seguir a Jesús, es la expresión de su "libertad de opción". Con esta opción, el cristiano orienta su vida y se traza un camino a seguir. Con esta primera y necesaria opción de vida se abre otra nueva posibilidad: la de la "libertad de acción o expresión".
 
ENCONTRARSE CON JESÚS ES ASUMIR SUS VALORES...
Al efectuarse el encuentro con Jesús, el cristiano se identifica con él y asume sus valores, sin ningún temor a las consecuencias. Jesús le comunica su Espíritu, es decir, su luz, su fuerza, su libertad, su propia autoridad (132) y le capacita para poder cumplir "su programa": comunicar vida a los hombres, liberándolos de su pasado de esclavitud y de pecado. Es la acción de Jesús, que deben de continuar sus discípulos con la autoridad que les confiere Jesús mismo; con esta autoridad ya no reconocerán obstáculo alguno para el cumplimiento de esa misión. El que sigue a Jesús también tiene muy claro el concepto de la "responsabilidad". La libertad debe ser siempre responsable, tanto hacia uno mismo (133), como hacia los demás (134). El cauce de esta libertad debe ser siempre el "amor", esto impedirá que esa libertad pueda ser alguna vez "destructiva". La identificación con lo que hacía Jesús y su adhesión y amor a él, consigue que el discípulo no use esa libertad para hacer daño a nadie. De esa manera, cuando los "débiles en la fe", se pueden escandalizar por la libertad que llegan a alcanzar otros cristianos, el apóstol Pablo les aconseja limitar esa libertad antes de hacer daño (135), se debe renunciar incluso a ese derecho por el bien de ese hermano poco formado o débil de carácter. Si queremos medir la presencia o no del "Espíritu" en una comunidad cualquiera podemos recordar la frase de Pablo: "Dónde hay Espíritu del Señor, hay libertad" (136); de lo que se deduce que dónde no hay libertad, no está el Espíritu de Dios.
NOTAS
(132) Mc 13,34
(133) 1 Cor 6,12
(134) 1 Cor 10,23. Gál 5,13. Rom 14,15
(135) Rom 14,1-4.15
(136) 2 Cor 3,17; Rom 8,15; Gál 4,6s
 
NOTAS
(108) 1 Jn 4,8.
(109) Jn 8,31s.
(110) 1 Jn 3,14.
(111) 1 Jn 3,17.
(112) Ef 2,8.
(113) Rom 8, 32-35.38-39.
(114) Jn 8,48-59
(115) Mc 11,10; 12,35-37. Hch 1,6. Mt 3,8
(116) Mc 1,39-45; 5,24-34
(117) Mt 12,7. Mc 11,17. Jn 2,16
(118) Lc 5,8. Jn 2,1-11
(119) Mc 2,23-26; 3,1-7
(120) Lc 6,43-45
(121) Jn 5,1-14
(122) Lc 6,46-49
(123) Jn 8,37-47
(124) Rom 7,7-25. Gál 2,19-21; 4,8-11
(125) Rom 6,1-23
(126) Rom 5,12-21
(127) Lc 4,16-22
(128) Lc 6-17-23
(129) Lc 6,24-26
(130) Lc 6,27-36
(131) Con bautismo: Mc 1,4. Sin bautismo: Mc 2,5

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