... «¿Importará que sea destruido o
no?». Dijo el Salvador, «Todas las naturalezas, todas las formaciones,
todas las criaturas existen las unas en las otras y las unas con las
otras, y volverán de nuevo a ser llevadas a sus raíces. Porque su
naturaleza es volver a las raíces de su sola naturaleza. El que tenga
oídos para oír que oiga».
Pedro la dijo, «Puesto que nos has
explicado todo, dinos también esto: ¿Cuál es el pecado del mundo?». El
Salvador dijo. «No hay pecado sino que pecáis cuando hacéis las cosas que
son de la misma naturaleza del adulterio que es llamado pecado, por eso el
Bueno vino a vosotros, a la esencia de toda naturaleza, para restaurarla a
sus raíces. Después continuó y dijo, «Por eso vosotros enfermáis y morís
(...) de aquel que (...) comprende, comprenda. (...) Una pasión que no
tiene igual, que procede de algo contrario a la naturaleza. Entonces se
produce una turbación en todo el cuerpo, por eso os dije, “ Animaos, y si
estáis desanimados, animaos en la presencia de las formas diferentes de la
naturaleza. El que tenga oídos para oír que oiga”».
Cuando el Bendito hubo dicho esto los
saludó a todos diciendo, «La paz sea con vosotros. Recibid mi paz para
vosotros mismos. Cuidaos de que nadie os extravíe, diciendo, “Aquí está” o
“Allí está”. Porque el Hijo del Hombre está dentro de vosotros. Seguidle.
Aquellos que lo busquen lo encontrarán. Id por lo tanto y predicad el
Evangelio del Reino. No establezcáis ninguna regla más allá de lo que yo
os ordené, y no deis ninguna ley como si fuerais legisladores a menos que
os veáis obligados a ello». Cuando hubo dicho esto, marchó.
Pero ellos quedaron apesadumbrados.
Lloraban grandemente diciendo, «Cómo iremos a los gentiles, y predicaremos
el Evangelio del Reino del Hijo del Hombre? ¿Si no le hicieron caso a él,
cómo nos van a hacer caso a nosotros?». Entonces María se puso de pie, los
saludó a todos y dijo a sus hermanos, «No lloréis y no os apenéis y no
seáis personas sin resolución, porque Su Gracia estará enteramente con
vosotros y os protegerá. Por lo tanto alabemos Su grandeza, porque Él nos
ha preparado y nos ha enviado a los hombres». Cuando María dijo esto,
quiso volver sus corazones hacia el Bueno. Y empezaron a discutir las
palabras del (Salvador).
Pedro dijo a María «Hermana, sabemos
que el Salvador te amó más que al resto de las mujeres. Dinos las palabras
del Salvador que recuerdas, las que sabes pero que nosotros ni tenemos ni
hemos oído». María contestó y dijo, «Lo que está escondido de vosotros yo
os lo proclamaré». Y empezó a hablarles estas palabras: «Yo», digo, «Yo vi
al Señor en una visión y le dije, “Señor, te vi hoy en una visión”. Él
contestó y me dijo “Bendita eres porque no flaqueaste al verme. Porque
donde está la mente está el tesoro”. Yo le dije, Señor, ¿el que ahora ve
la visión la ve a través del alma o a través del espíritu?”. El Salvador
contestó y dijo, “No ve a través del alma ni a través del espíritu, sino
que la mente que está entre los dos, ésa es la que ve la visión, y es...
(...)».
(...) «Y el deseo dijo “Yo no te vi
descendiendo, pero ahora te veo ascendiendo. ¿Por qué mientes si me
perteneces? El alma contestó y dijo, “Te vi. Tú no me viste ni me
reconociste. Yo te serví de vestidura y tú no me conociste”. Cuando dijo
esto, se marchó con gran alegría.»
«De nuevo vino hasta el tercer poder
que es llamado ignorancia. Y el poder preguntó al alma diciendo, “¿Dónde
vas? Estás atada a la iniquidad. Así que como estás atada no juzgues”. Y
el alma dijo, ¿Por qué me juzgas, aunque yo no he juzgado? Yo estaba
atada, aunque yo no he atado. Yo no fui reconocida. Pero yo he reconocido
que el Todo está siendo disuelto, tanto las cosas terrenales como las
celestiales”.»
«Cuando el alma hubo vencido al
tercer poder, subió más arriba y vio al cuarto poder, que tomó siete
formas. La primera forma es la oscuridad, la segunda el deseo, la tercera
la ignorancia, la cuarta es la excitación de la muerte, la quinta es el
reino de la carne, la sexta es la necia sabiduría de la carne, la séptima
es la sabiduría llena de ira. Estos son los siete poderes de la ira.
Preguntan al alma, “De dónde vienes, asesina de hombres, o adónde vas,
conquistadora del espacio?”. El alma contestó y dijo, Lo que me ata ha
sido muerto, y lo que me trastorna ha sido vencido, y mi deseo ha sido
finalizado y la ignorancia ha muerto. En un mundo fui liberada de un
mundo, y en un tipo de un tipo celestial, y del olvido que pasa. Desde
ahora en adelante yo pasaré el resto del tiempo, de la estación, del eón,
en silencio”.»
Cuando María hubo dicho esto, quedó
en silencio, pues hasta ahí el Salvador le había hablado. Pero Andrés
respondió y dijo a los hermanos, «Decid lo que queráis decir sobre lo que
ella ha dicho. Yo reconozco que no creo que el Salvador haya dicho esto.
Porque ciertamente estas enseñanzas son ideas extrañas» Pedro respondió y
habló referente a estas mismas cosas. Les preguntó acerca del salvador:
«¿Realmente habló privadamente con una mujer y no abiertamente con
nosotros? ¿Vamos a preocuparnos y a escucharla a ella? ¿Acaso Él la
prefirió a nosotros?»
Entonces María se echó a llorar y dijo a
Pedro, «Hermano mío, Pedro, ¿qué piensas? ¿Piensas que a mí se me ocurrió
esto por mí misma o que estoy mintiendo acerca del Salvador». Leví
contestó y dijo a Pedro, «Pedro, siempre has sido acalorado. Ahora veo que
estás enfrentándote contra esta mujer como si fuera un adversario. Pero si
al Salvador la consideró digna ¿quién eres tú para rechazarla? Seguramente
el Salvador la conoce muy bien. Por eso la amó a ella más que a nosotros.
Por lo tanto deberíamos avergonzarnos y revestirnos del hombre perfecto y
separarnos como nos ordenó y predicar el Evangelio, no poniendo otra regla
ni otra ley más allá de lo que el Salvador dijo». Cuando (...) y empezaron
a ir proclamando y predicando.
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