(Pistis Sophia) Parte 1
Jesús asciende a los cielos
y desciende de ellos para adoctrinar a sus discípulos
1.
Cuando resucitó de entre los muertos, Jesús pasó once años hablando con
sus discípulos.
2.
Y les enseñaba hasta los lugares, no solamente de los primeros preceptos,
y hasta los lugares del primer misterio, del que está en el interior de
los velos, en el interior del primer precepto, que es él mismo el
veinticuatro misterio, sino que también las cosas que se hallan más allá,
en el segundo lugar del segundo misterio, que está antes que todos los
misterios.
3.
Y Jesús dijo a sus discípulos: He venido de ese primer misterio, que es
el mismo que el último misterio, que es el veinticuatro.
4.
Mas los discípulos no comprendían estas cosas, porque ninguno de ellos
había penetrado aquel misterio, que, sin embargo, consideraban como la
cumbre del universo y como la cabeza de todo lo que existe. Y pensaban que
era el fin de todos los fines, porque Jesús les había dicho, con relación
a ese misterio, que rodea el primer precepto, y los cinco moldes, y la
gran luz, y los cinco asistentes, e igualmente todo el tesoro de la luz.
5.
Y Jesús no había anunciado todavía a sus discípulos toda la emanación
de todas las regiones del gran invisible, y de los tres triples poderes, y
de los veinticuatro invisibles, y de sus regiones, y de sus eones, y de
sus rangos, todo según la manera como emanan aquellos que son los mismos
que los próbolos del gran invisible, y no les había explicado sus
nacimientos, y sus creaciones, y su vivificación, y sus archones, y sus
ángeles, y sus arcángeles, y sus decanos, y sus satélites, y todas las
moradas de sus esferas.
6.
Jesús no había hablado a sus discípulos de toda la emanación de los próbolos
del tesoro de la luz, ni tampoco de sus salvadores, según el orden de
cada uno de ellos y el modo de su existencia. Ne les había hablado del
lugar de los tres amén que están esparcidos en el espacio.
7.
Y nos les había dicho de qué lugar brotan los cinco árboles, ni los
siete amén, que son los mismos que las siete voces, ni cuál es su región
según el modo de la emanación.
8.
Y Jesús no había dicho a sus discípulos cuáles son las regiones de los
cinco asistentes, ni dónde están, ni les había hablado de los cinco círculos,
ni del primer precepto, ni en qué sitio están.
9.
Y solamente, hablando con sus discípulos, había revelado la existencia
de esos seres, pero no les había explicado su emanación y el rango de su
región, y ellos ignoraban que había otras regiones dentro de ese
misterio.
l0.
Y no había dicho en qué lugar había salido hasta que había entrado en
ese misterio en el momento en que fue emanado, sino que sólo les había
dicho: Yo he salido de este misterio.
11.
Y por eso pensaban ellos respecto a ese misterio que era el fin de todos
los fines y la cima del universo. Y Jesús dijo a sus discípulos: Ese
misterio envuelve todas las cosas que os he dicho desde el día que he
venido hasta el de hoy.
12.
Y por eso los discípulos no pensaban que cupiese alguna otra cosa en el
interior de ese misterio.
13.
Y ocurrió que estando los discípulos en el Monte Olivete dijeron estas
palabras, con gran alegría: Nosotros somos más felices que ningún
hombre, puesto que el Salvador nos lo ha revelado todo, y habemos toda
elevación y toda perfección.
14.
Y, mientras hablaban así, Jesús estaba sentado un poco aparte. Y ocurrió
que el día quince de la luna del mes de têbêth,día en que había
plenilunio, el sol, alzándose en su carrera ordinaria, emitió una luz
incomparable.
15.
Porque procedía de la luz de las luces, y vino sobre Jesús, y lo rodeó
completamente. Y estaba algo alejado de sus discípulos y brillaba de un
modo sin igual.
16.
Y los discípulos no veían a Jesús, porque los cegaba la luz que lo
envolvía.
17.
Y sólo veían los haces de luz. Y éstos no eran iguales entre sí, y la
luz no era igual, y se dirigía en varios sentidos, de abajo arriba, y el
resplandor de esta luz alcanzaba de la tierra a los cielos. Y los discípulos,
viendo aquella luz, sintieron gran turbación y gran espanto.
18.
Y ocurrió que un gran resplandor luminoso llegó sobre Jesús y lo
envolvió lentamente. Y Jesús se elevó en el espacio, y los discípulos
lo miraron hasta que subió al cielo, y todos quedaron silenciosos.
19.
Y esto pasó al decimoquinto día del mes de têbêth.
20.
Y cuando Jesús hubo ascendido al cielo, después de la hora de tercia,
todas las fuerzas de los cielos se turbaron y se agitaron entre sí, y
todos los eones y todas las regiones, y sus órdenes, y la tierra entera,
y sus habitantes fueron estremecidos.
21.
Y los discípulos y todos los hombres se amohinaron, y pensaron que era
posible que el mundo fuese a ser destruido.
22.
Y todas las fuerzas del cielo no cejaban en su agitación y se agitaron
entre sí desde la hora de tercia de aquel día hasta la de nona del
siguiente. Y los ángeles y arcángeles, y todas las potencias de las
regiones superiores entonaban himnos, y todos oían sus cánticos, que
duraron hasta la hora nona del otro día.
23.
Mas los discípulos estaban reunidos y llenos de terror. Y se espantaban
de lo que sucedía, y lloraban, diciendo: ¿Qué ocurrirá? ¿Destruirá
el Salvador todas las regiones?
24.
Y hablando así vertían lágrimas, y a la hora de nona del día
siguiente, los cielos se abrieron y vieron descender a Jesús en medio de
un inmenso esplendor.
25.
Y este esplendor no era igual, sino que se dividía de muchos modos, y
unos brillaban más que otros. Y había tres especies que brillaban de
diferente forma, y la segunda estaba sobre la primera, y la tercera era
superior a las demás. Y la primera era análoga a la que envolvió a Jesús
cuando ascendió al cielo.
26.
Y cuando los discípulos vieron tal, quedaron llenos de espanto. Y Jesús,
misericordioso y dulce, les habló y dijo: Tranquilizaos y no temáis
nada.
27.
Y oyendo los discípulos estas palabras, dijeron: Señor, si tú quitas de
ti esa luz deslumbrante, podremos seguir aquí. De otro modo, nuestros
ojos cegarán y por esa luz nosotros y el mundo entero estamos turbados.
28.
Y Jesús hizo desaparecer aquella luz, y los discípulos, tranquilizados,
fueron hacia él, y prosternándose unánimemente, lo adoraron, diciendo:
Maestro, ¿adónde has ido? ¿A qué te han llamado? ¿Y de dónde
proceden todas estas perturbaciones?
29.
Y Jesús, todo misericordia, les dijo: Regocijaos, porque, a partir de
este momento, yo os hablaré con toda claridad, desde el principio de la
verdad hasta su fin, y sin parábola.
30.
No os ocultaré nada respecto a las cosas que pertenecen a las regiones
superiores, y a las regiones de la verdad. Porque me lo ha autorizado el
Inefable, por el primer misterio de los misterios, para que yo os hable
desde el principio hasta la consumación, y desde las cosas interiores a
las exteriores, y viceversa. Escuchad y os diré todas estas cosas.
31.
Ocurrió que, estando yo sentado algo lejos de vosotros en el Monte
Olivete, meditaba sobre la misión para la que he sido enviado, que está
cumplida, y sobre el último misterio, que es el mismo que el veinticuatro
misterio, desde las cosas interiores hasta las exteriores, y en que todavía
no me había sido enviado un vestimento. Y estas cosas son en el segundo
puesto del primer misterio.
32.
Y sucedió que, cuando yo comprendía que el fin del misterio para el que
he venido estaba cumplido ya, y que el misterio no me había aún enviado
mi veste, reflexionando sobre esto, en el Huerto de los Olivos, cerca de
vosotros, el sol se levantó a los lugares en que lo ha colocado el primer
misterio que lo ha creado, y, según la orden del primer misterio, mi
veste de luz me fue enviada, la cual me había sido dada desde el
principio, y yo me puse en el último misterio, que es el veinticuatro
misterio, a contar desde los que están en el segundo lugar del primer
misterio.
33.
Y esta veste yo la he puesto en el último misterio, hasta cumplir el
tiempo en que debía empezar a predicar a la humanidad y a revelar todas
las cosas desde el principio de la verdad hasta su fin, hablando desde lo
interior de lo interior hasta lo exterior de lo exterior.
34.
Regocijaos, pues, y sentid gozo, puesto que os ha sido otorgado que os
hable desde el principio hasta el fin de la verdad. Y os he elegido desde
el principio por el primer misterio.
35.
Regocijaos, porque, al descender en el mundo, conduzco desde el comienzo
doce fuerzas, que he tomado de los doce salvadores del tesoro de la luz,
según el mandato del primer misterio. Y las he arrojado en el seno de
vuestras madres y con las que hoy están en nuestro cuerpo.
36.
Y estas fuerzas me han sido otorgadas por encima de todo el mundo, porque
vosotros debéis salvar al mundo entero, y para ello es preciso que podáis
sufrir las amenazas de los señores del mundo, y los peligros del mundo, y
sus penas, y sus persecuciones.
37.
Os he dicho que la fuerza que está depositada en vosotros la he extraído
de los doce salvadores que están en el tesoro de la luz. Y por eso os he
dicho desde el principio que vosotros no sois de este mundo, ni yo tampoco
lo soy.
38.
Y los hombres que son del mundo han tomado las almas de los archones de
los eones. Pero la fuerza que está en vosotros viene de mí y pertenece a
las regiones superiores. Yo he conducido a los doce salvadores del tesoro
de la luz, de los que he tomado una parte de mi fuerza.
39.
Y cuando he venido al mundo, he venido entre los angeles de las esferas,
semejante a Gabriel, el ángel de los eones, y los archones de los eones
no me han conocido, sino que creían que era el ángel Gabriel.
40.
Y ocurrió que cuando estuve entre los jefes de los eones, miré desde
arriba el mundo de los hombres, según el mandato del primer misterio, y
hallé a Isabel, madre de Juan el Bautista, antes que lo hubiese
concebido.
41.
Y puse en ella la fuerza que había recibido del pequeño Iâo, el bueno,
que está en el centro, para que pudiese predicar, antes que yo, y
preparar mis caminos, y para que bautizase con el agua de remisión de los
pecados.
42.
Y en el sitio de un archon destinado a recibirlos, encontré el alma del
profeta Elías en la esfera de los eones, y recibí su alma, y la llevé a
la Virgen, hija de la luz, y ella la dio a sus herederos, que la llevaron
al seno de Isabel.
43.
La fuerza de Iâo, aquel que está en el medio, y el alma de Elías, el
profeta, han sido unidas en el cuerpo de Juan el Bautista.
44.
Y porque dudasteis cuando yo os dije que Juan había declarado ser el
Cristo él, vosotros contestasteis que estaba en la Escritura que, si el
Cristo venía, Elías vendría con él, y le prepararía los caminos.
45.
Mas, al hablarme así, yo os contesté: Elías ha venido, y lo ha
preparado todo, como está escrito.
46.
Y como vi que no comprendíais que el alma de Elías estaba en Juan el
Bautista, os hablé en parábola.
Jesús promete a sus discípulos
instruirlos en todos los misterios
II
1. Y Jesús siguió hablando, y dijo: Y según el mandato del primer
misterio, miré desde arriba el mundo de los hombres y hallé a María,
que es llamada mi madre carnal, y le hablé en figura de Gabriel.
2.
Y cuando ella se elevó hacia mí, yo puse en ella la primera fuerza, que
he recibido de Barbelón, es decir, el cuerpo que viene de las regiones
superiores.
3.
Y en el sitio del alma puse en ella la fuerza que he recibido del gran
Sabach, el bueno, que está en el hemisferio de la derecha. Y las doce
fuerzas de los doce salvadores del tesoro de la luz que yo he recibido de
los doce diáconos que están en el centro, y la llevé a la esfera de los
archones.
4.
Y los decanos de los archones y sus satélites creyeron que eran las almas
de los archones, y las llevaron a los satélites, y yo las puse en el
cuerpo de vuestras madres.
5.
Y cuando se cumplió el tiempo, os parieron, y en vosotros no había nada
del alma de los archones.
6.
Y cuando Jesús hubo dicho todas estas cosas a sus discípulos en el Monte
Olivete, continuó instruyéndolos.
7.
Y dijo: Regocijaos y que la alegría descienda sobre vuestra alegría.
8.
Porque los tiempos se han cumplido, y yo me vestiré con el ropaje que me
ha sido preparado desde el principio, y que he puesto en el último
misterio hasta el tiempo de su perfección.
9.
Mas su tiempo no se había cumplido, y ya no podía hablaros de la verdad
desde su principio hasta su fin, como ha de ser para que el mundo sea
salvado por vosotros.
10.
Regocijaos, pues, oh dichosos entre todos los hombres, porque habéis de
salvar al mundo.
11.
Y cuando Jesús hubo concluido de hablar así, dijo: He aquí que recibo
mi vestidura, y que toda ciencia me es dada por el primer misterio.
12.
Esperad un poco, y yo os revelaré todo misterio y toda pleroma, y nada os
ocultaré a partir de hoy.
13.
Mas en la perfección, yo os instruiré de toda perfección y de todos los
misterios que son en sí mismos el fin de todos los fines y la gnosis de
todas las gnosis, que hay en mi vestidura.
14.
Y os explicaré todos los misterios, desde el interior de los interiores
hasta el exterior de los exteriores.
15.
Escuchad, pues, y oíd todas las cosas que me han sucedido.
16.
Y ocurrió que cuando el sol se levantó en Oriente, descendió una gran
potencia de la luz, y en la que venía mi investidura, que yo he puesto en
el veinticuatro misterio, según os he explicado.
17.
Y encontré el misterio de mi investidura, escrito en las cinco palabras
que pertenecen a las regiones superiores, y que son: Zama, zama, òza ráchama
òzai.
18.
Y su explicación es ésta: El misterio que está fuera del mundo y que es
causa de que el mundo haya sido hecho es toda la agresión y toda la
elevación, proyecta todas las emanaciones y está en todas ellas.
19.
Y he venido a nos, para que nos nos asociemos contigo, nos enteros estamos
contigo. Y nos somos uno e idéntico, y tú eres uno e idéntico.
20.
Y éste es el primer misterio hecho desde el principio, y que es inefable
ante la emanación. Y todos nosotros somos su nombre.
21.
Y nosotros, pues, vivimos enteramente para ti, en el último límite, que
es lo mismo que el último misterio desde lo interior.
22.
Y te hemos enviado tu investidura, que es tuya desde que en el principio
la situaste hasta el último límite, y hasta que su tiempo se cumplió,
según disposición del primer misterio.
23.
Y habiéndose cumplido el tiempo, te la daré.
24.
Ven a nos, para que seamos en ti, para que te revistamos del primer
misterio y de toda su gloria, según mandato del que nos ha dado el primer
misterio.
25.
Porque tú eres nuestro predecesor y has sido hecho antes que nosotros.
26.
Reviste tu investidura y ven a nos, que necesitamos de ti.
27.
Para que revistamos con ella hasta que el tiempo marcado por el Inefable
se haya cumplido.
28.
Y el tiempo se ha cumplido ya. Ven, pues, a nos para que te revistamos
hasta que cumplas todo el ministerio de la perfección del primer misterio
determinado por el Inefable.
29.
Ven a nos y deja el mundo. Y recibirás toda tu gloria, que es la gloria
del primer misterio.
30.
Y, cuando reconocí el misterio de esas palabras en la investidura que Él
me había enviado, me revestí de ella, y me convertí en una luz inmensa,
y volé a las regiones superiores, y llegué a las puertas del firmamento
transformado en claridad incomparable.
Cristo explica a sus discípulos
su viaje a través de las distintas esferas
III
1. Y todas las puertas del firmamento se abrieron ante mí.
2.
Y subí a la primera esfera, y brillé con una luz inmensísima, cincuenta
y nueve veces mayor que aquella con que destellé en el firmamento.
3.
Y cuando llegué a las puertas de la primera esfera, todas se abrieron a
la vez por sí solas.
4.
Y cuando entré en el círculo de las esferas emanando una luz infinita,
todos los archones fueron en turbación viendo el esplendor que me
pertenecía.
5.
Y mirando mi ropaje, vieron el misterio de su nombre, y su turbación
aumentó.
6.
Y tuvieron gran espanto y dijeron: ¿Qué cambio nos ha producido el señor
del firmamento?
7.
Y todas sus filas y sus lazos se rompieron.
8.
Y cada uno se detuvo en su fila, y me adoraron a mí y a mi investidura, y
cantaron himnos del interior de los interiores, con gran temor y
desconcierto.
9.
Y fui a las puertas de la segunda esfera, que es el Heimarméné y sus
puertas se abrieron por sí mismas.
10.
Y entré en el ámbito de Heimarméné, rodeado de una luz formidable, y
no había ningún género de luz que no fuese en mí.
11.
Y la luz era cuarenta y nueve veces más grande allí que en la primera
esfera.
12.
Y todos los archones de la segunda esfera cayeron, en su turbación, unos
sobre otros, llenos de espanto ante la luz que me pertenecía.
13.
Y viendo en mi vestidura el misterio de su nombre, quedaron
desconcertados, y se preguntaban: ¿Cómo es que el Señor nos ha
cambiado, sin saberlo nosotros?
14.
Y los lazos de sus lazos, y de sus filas, y de sus cimientos, fueron
rotos.
15.
Y cada uno se detuvo en su puesto y, prosternándose ante mí y ante mi
veste, me adoraron.
16.
Y cantaron un himno desde el interior de los interiores, y estaban llenos
de temor y de turbación.
17.
Y, dejando aquel lugar, subiendo hacia los grandes archones de los eones,
llegué a sus velos y a sus puertas, entre una claridad inmensa, y no había
especie de luz que no fuese en mí.
18.
Y cuando llegué a los doce eones, sus puertas se conmovieron, y sus velos
se plegaron por sí mismos, y sus puertas se abrieron a la vez.
19.
Y entré entre los eones destellando un resplandor inmenso, en que ningún
género de luz faltaba, y este resplandor era cuarenta y nueve veces más
grande que en el Heimarméné.
20.
Y sus ángeles, y sus eones, y sus arcángeles, y sus archones, y sus
dioses, y sus señores, y sus fuerzas, y sus luminarias, y sus
antepasados, y sus triples poderes, vieron que yo era luz infinita, al que
ninguna especie de luz es ajena.
21.
Y se desconcertaron, y un gran pavor los dominó cuando vieron la luz
deslumbrante que había en mi.
22.
Y su pavor y turbación llegaron hasta las regiones del Gran Maestro de
los cielos, y de los tres grandes triples poderes.
23.
Y por su gran espanto, el Gran Maestro y los tres grandes triples poderes,
corrían de un lado para otro, y no pudieron cerrar sus regiones, a causa
del gran temor que experimentaban.
24.
Y reunieron todos sus eones, y todas sus esferas, y todos sus súbditos,
espantados por el gran resplandor que veían en mí.
25.
Porque el mundo no hubiera podido soportar la luz que había en mí entre
los eones, y se hubiera disuelto.
26.
Y yo brillaba allí con una luz ocho mil setecientas veces mayor que la
que fue conmigo cuando yo estaba en el mundo con vosotros.
27.
Y cuantos había en el círculo de los doce eones se aturdieron, viendo la
luz que me envolvía, y corrían de un lado para otro. Y todas sus
regiones, y sus cielos, y sus mundos, se conmovieron, porque no conocían
el misterio que se había cumplido.
28.
Y Adamas, el gran tirano, y todos los tiranos que están en los eones
comenzaron a combatir contra la luz.
29.
Y no pudieron ver lo que combatían, porque no veían nada más que una
luz muy brillante.
30.
Y cuando combatían contra la luz, sucumbieron todos y, cayendo sin
fuerza, quedaron sin aliento, como los habitantes de la tierra al morir.
31.
Y yo les arrebaté la tercera parte de su fuerza, para que no pudieran
persistir en sus malos actos, ni los hombres de la tierra los invocasen en
sus misterios revelados por los ángeles pecadores, y que constituyen la
magia.
32.
Y así, si los hombres los invocasen con fines perversos, no podran
ejecutar malas acciones.
33.
Y troqué los Heimarménés y las esferas que son sus soberanas. Y las
volví durante seis meses a la izquierda y seis meses a la derecha,
ejerciendo sus influencias, según el mandato del primer precepto y según
el mandato del primer misterio.
34.
Y Iâo, el guardián de la luz, las había colocado mirando siempre a la
izquierda, y ejerciendo así sus influjos y sus funciones.
35.
Y he aquí que cuando yo llegaba a sus regiones, fueron rebeldes y se
mostraron hostiles a la luz.
36.
Y por eso les quité la tercera parte de su fuerza, para que no pudiesen
ejercer sus prácticas malévolas.
37.
Y cambié los Heimarménés y las esferas, poniéndolas a la derecha seis
meses para ejercer sus influjos, y seis meses a la izquierda.
Diálogo de Jesús con la
Virgen María
IV
1. Y cuando el Salvador hubo hablado así, dijo: Aquel que tenga oídos
para oír oiga.
2.
Y cuando María oyó las frases del Salvador, miró al espacio durante una
hora.
3.
Y dijo: Señor, permíteme hablar con sinceridad.
4.
Y Jesús misericordioso contestó a María: Eres dichosa, María, y yo te
instruiré de todos los misterios concernientes a las regiones superiores.
5.
Habla con sinceridad, tú, cuyo corazón está más enderezado que el de
todos tus hermanos hacia el reino de los cielos.
6.
Y María dijo al Salvador: Señor, tú has dicho: Oiga quien tenga oídos
para oír, para que entendamos las palabras que nos has dicho.
7.
Escúchame, Señor: Tú has dicho: Arrebaté la tercera parte de todos los
archones de los eones, y cambié los Heimarniénés, y las esferas que son
sus soberanas, para que, si la raza de los hombres que están en el mundo
las Invocase en los misterios que los ángeles pecadores les han enseñado
para ejercer malos actos en los misterios de su magia, no pudiesen desde
entonces ejercerlos.
8.
Puesto que tú les has arrebatado su fuerza, aquellos que muestran a los
hombres las cosas que están en el porvenir no tendrán, desde ahora, la
facultad de adivinar lo venidero, porque tú has cambiado sus esferas y
las has hecho ejercer su influjo seis meses a la derecha y seis a la
izquierda.
9.
De tus palabras, Señor, ha hablado la fuerza que residía en Isaías el
profeta, y que dijo en parábolas, al hablar de Egipto: ¿Dónde están,
oh Egipto, tus adivinos y tus intérpretes y tus evocadores? La fuerza que
había en Isaías, el profeta, ha profetizado, antes que tú vinieses, que
tú quitarías su fuerza a los archones de los eones, y que cambiarías
sus Heimarménés y todas sus esferas.
10.
Y cuando el profeta dijo: No sabéis lo que hará el Señor, significaba
que ninguno de los archones sabía lo que tú efectuarías ahora, y lo que
dijo Isaías de Egipto debe entenderse también de la materia sin
eficacia.
11.
E Isaías hablaba de la fuerza que hay hoy en tu cuerpo material, y que tú
has tomado de Sabaoth, el bueno, que está en el hemisferio de la derecha.
12.
Y por eso, Señor Jesús, nos has dicho: Quien tenga oídos oiga, porque tú
sabes si el corazón de cada uno aspira ardientemente hacia el reino de
los cielos.
13.
Y cuando María dejó de hablar, dijo el Salvador: María, dichosa tú
eres entre todas las mujeres de la tierra, porque tú serás el pleroma de
todos los pleromas y el fin de todos los fines.
14.
Y oyendo hablar así María a Jesús, sintió júbilo extremo, y se
arrodilló y adoró sus pies.
15.
Y dijo: Señor, óyeme, y permite que te interrogue respecto a las
palabras que has dicho acerca de las regiones en que has estado.
16.
Y Jesús contestó a María, y dijo: Habla con franqueza y no temas, que
yo te revelaré cuanto me preguntes.
17.
Y ella dijo: Señor, los hombres que saben los misterios de la magia de
los archones de los eones y la magia de los archones de la Heimarméné y
la de los de la esfera, según los ángeles malos les han enseñado, y los
invocan en sus misterios, que son su magia, para impedir las buenas
acciones, ¿podrán ahora cumplir sus designios o no?
18.
Y Jesús, contestando a María, dijo: No los cumplirán como los cumplían
desde el principio, cuando yo les quité la tercera parte de su fuerza.
Pero lo harán quienes conocen los misterios de la magia del tercer eon.
19.
Y cuando Jesús dijo estas palabras, Maria se levantó y dijo: Señor, los
adivinos, y los astrólogos, ¿mostrarán desde ahora a los hombres las
cosas futuras?
20.
Y Jesús contestó a María: Silos astrólogos observan las Heimarménés
y las esferas cuando estén vueltas a la izquierda, según su primera
emanación, sus palabras se cumplirán y dirán lo que ha de ocurrir.
21.
Pero si se observan las Heimarménés y las esferas cuando estén vueltas
a la derecha, no dirán nada verdadero.
22.
Porque sus influencias estarán trocadas, así como sus cuatro ángulos, y
sus tres ángulos, y sus ocho figuras.
23.
Porque desde el principio sus cuatro ángulos, y sus tres ángulos y sus
ocho figuras estaban vueltos hacia la izquierda Pero yo los cambiaré,
haciendo que se vuelvan seis meses a la izquierda y seis a la derecha.
24.
Y el que haya encontrado su orden desde que yo los cambié, disponiendo
que seis meses miren a la izquierda y seis a la derecha; quien los haya
observado de esta manera, sabrá exactamente sus influjos y anunciará
cuantas cosas harán.
25.
E igual será para los adivinos, si invocan el nombre de los archones
cuando sus influencias, vueltas hacia la izquierda, se les manifiesten.
26.
Y asimismo con todas las cosas sobre las que interroguen a los decanos.
27.
Mas si los adivinos invocan sus nombres cuando tienen la faz hacia la
derecha, no comprenderán nada, pues no estarán en la prístina posición
en que Iâo los ha colocado, y tendrán un gran desconcierto al no conocer
sus tres ángulos, ni sus cuatro ángulos, ni sus ocho figuras.
Diálogo de Jesús con
Felipe
V
1. Y mientras Jesús pronunciaba estas palabras, Felipe estaba sentado,
escribiendo todo lo que Jesús decía.
2.
Y al concluir, se adelantó y, prosternándose, adoró los pies de Jesús,
diciendo: Señor y Salvador mío, permíteme hablar, para que te
interrogue sobre lo que nos has dicho acerca de las regiones en que has
estado en virtud de tu misión.
3.
Y el Salvador, misericordioso, contestó a Felipe, y dijo: Tienes permiso.
Di lo que quieras.
4.
Y Felipe replicó a Jesús: Señor, tú has cambiado el modo de ser de los
archones, y los eones, y de sus Heimarménés, y esferas, y de todas sus
regiones, y los has desconcertado en su camino y extraviado en su ruta. ¿Has
hecho esto para la salvación del mundo, o no?
5.
Y Jesús contestó a Felipe y a sus discípulos: Yo he cambiado su ruta
por salvar todas las almas.
6.
Porque en verdad os lo digo: De no haberlos desviado, ellos hubieran
perdido muchas almas.
7.
Y hubiera pasado mucho tiempo antes de que los archones de los eones, y
los archones de Heimarméné, y de la esfera, y todas sus regiones, y sus
cielos, y sus eones, hubieren sido destruidos.
8.
Y las almas hubieran pasado mucho tiempo fuera de ese lugar, y el número
de las almas de justos que fueran puestas por el misterio en posesión de
las regiones superiores y en tesoro de la luz hubieran dejado de llenarse.
9.
Y por eso he desviado su camino, para que fuesen perturbados, y perdiesen
la fuerza que forma la materia de su mundo, para que los que han de
salvarse sean prontamente purificados y llevados a las regiones
superiores, y para que los que no deban salvarse sean destruidos.
10.
Y cuando Jesús hubo dicho estas palabras a sus discípulos, María, la
dichosa y de buen lenguaje, se adelantó, y se prosternó a los pies de
Jesús, diciendo: Señor, perdóname si te hablo, y no te enojes contra mí
por lo mucho que te interrogo.
11.
Y el Salvador, en su misericordia, dijo a María: Di lo que quieras y te
contestaré con claridad.
12.
Y María respondió a Jesús: Señor, ¿cómo se detendrán las almas
fuera de ese lugar y cómo serán rápidamente purificadas?
13.
Y el Salvador contestó a María: María, tú buscas la verdad en todas
tus preguntas, que son razonadas, y llevas la luz a todo con tu celo.
14.
Desde ahora no os ocultaré nada, mas os revelaré todo con esmero y con
claridad. Escúchame, María, y vosotros, discípulos, recoged mi palabra.
Jesús
explica a sus discípulos su combate con los seres de las esferas
superiores
VI
1. Antes que yo divulgase mi misión a los archones de los eones, y a los
archones de la Heimarméné, y de las esferas, estaban todos ellos ligados
a sus cadenas, y a sus esferas, y a sus sellos, según el orden en que Iáo,
el guardián de la luz, los situó desde el comienzo.
2.
Y cada uno estaba en su puesto y hacía su camino según la forma que le
trató Iâo, el guardián de la luz.
3.
Y cuando llegó el tiempo de Melquisedec, el gran heredero de la luz, llegó
al medio de todos los archones y todos los eones, y les quitó la luz pura
a todos los eones y archones de la Heimarméné y de las esferas.
4.
Porque les quitó lo que los había turbado. Y excitó la vigilancia que
hay sobre ellos, y les quitó la fuerza que había en ellos, y las lágrimas
de sus ojos, y el sudor de sus cuerpos.
5.
Y Melquirededo, el heredero de la luz, purificó estas fuerzas, para
llevar su luz al tesoro de la luz.
6.
Y los satélites de los archones recogieron toda su materia, y los satélites
de los archones de las Heimarménés, y los satélites de todas las
esferas que están debajo de los archones la recibieron para hacer las
almas de los hombres, y de los rebaños, y de los reptiles, y de las
bestias, y de los pájaros, y enviarla al mundo de los hombres.
7.
Y las potencias del sol y las potencias de la luna, cuando miraron al
cielo y vieron los sitios de los caminos de los eones y de las Heimarménés
y de las esferas, vieron que la luz les había sido quitada.
8.
Y tomando la luz pura y los residuos de la materia, la acarrearon a la
esfera que hay debajo de los eones, para hacer las almas de los hombres, y
para hacer los reptiles, y las bestias de carga, y los animales, y los pájaros,
siguiendo el círculo de los archones de esta esfera, y siguiendo las
figuras de su conversión, para echarlas en el mundo de los hombres, y
convertirlas en almas de este lugar, según el modo que os he dicho.
9.
Y esto hacían con perseverancia, antes que su fuerza no fuese disminuida
ni debilitada, y quedaran débiles e impotentes.
10.
Y cuando quedaron impotentes y su fuerza hubo cesado, y quedaron
debilitados en su fuerza, y la luz que había en su región cesó, y su
reino fue disuelto, he aquí que una vez que hubieron conocido por un
tiempo estas cosas, Melquisedec, el heredero de la luz, vino de nuevo para
entrar en medio de todos los archones de los eones y de todos los archones
de la Heimarméné y de las esferas, y los conturbó, y los oprimió para
arrancarles su fuerza, y el aliento de su boca y el sudor de sus cuerpos.
11.
Y Melquisedec, el heredero de la luz, los purificó de un modo que efectuó
con perseverancia, y llevó su luz al tesoro de la luz.
12.
Y cuando yo vine para ascender al ministerio a que he sido llamado por•
orden del primer misterio, subía en medio de los doce archones de los
eones, revestido de mi investidura.
13.
Y yo resplandecía con una luz inmensa, y no había especie de luz que no
estuviera en mí.
14.
Y cuando todos los tiranos, el gran Adamas y los tiranos de los doce
eones, se esforzaron en combatir con la luz de mi investidura, querían
tener su posesión para permanecer en sus reinos.
15.
Y lo hacían ignorando a quién combatían. Y cuando combatían con la
luz, yo, siguiendo la orden del primer misterio, troqué sus caminos y las
armas de sus eones, y las sendas de sus Heimarménés, y las vías de su
esfera.
16.
Y las puse seis meses mirando los tres ángulos de la izquierda, y los
cuatro ángulos y las cosas que están en su región, y sus ocho figuras,
según la forma en que estaban desde el comienzo. Y cambié su conversión
y su dirección.
17.
Mas cuando les quité la tercera parte de sus fuerzas cambié las esferas,
a fin de que mirasen un tiempo a la derecha y otro a la izquierda.
18.
Y cambié su curso, y toda su vía, y aceleré la vía de su curso, para
que fuesen purificados rápidamente, y abrevié su círculo e hice ligera
su vía.
19.
Y se apresuraron mucho, y fueron excitados en su vía, y no pudieron,
desde entonces, devorar la materia de su pura luz.
20.
Y abrevié su tiempo y su duración, para que el número de las almas
justas que recibiesen los misterios y entrasen en el tesoro de la luz se
cumpliese pronto.
21.
Si yo no hubiese abreviado su tiempo, ni cambiado su curso, ellos no habrían
dejado a ningún alma venir al mundo, por la materia de su residuo, que
hubiesen devorado.
22.
Y una multitud de almas se habrían perdido. Y por eso yo he dicho: He
abreviado el tiempo pensando en mis elegidos.
23.
De otro modo, ningún alma hubiera podido salvarse. Y he abreviado los
tiempos por las almas justas que han de recibir los misterios, y que son
las almas de los elegidos.
24.
Y si no hubiese abreviado su tiempo, ningún alma material habría podido
salvarse.
25.
Sino que habrían sido consumidas en el fuego que está en la causa de los
archones.
26.
Y estas son las cosas sobre las cuales me has preguntado.
Jesús
relata su encuentro con la Sabiduría fiel
VII 1. Y cuando
Jesús hubo hablado así a sus discípulos, todos se prosternaron a la
vez, y lo adoraron, diciendo: Nosotros, tus discípulos, hemos sido
elevados sobre todos los hombres, por la grandeza de las cosas que nos estás
diciendo.
2.
Y Jesús siguió hablando, y dijo a sus discípulos: Oíd lo que me ocurrió
con los archones de los doce eones, y con todos sus archones, y sus
maestros, y sus dignidades, y sus ángeles, y sus arcángeles.
3.
Cuando vieron la brillante vestidura que había sobre mí, y cada uno vio
el misterio de su nombre en la vestidura brillante de que yo iba cubierto,
todos se prosternaron unánimemente, adorando mi brillante investidura, y
diciendo: El Señor del universo nos ha cambiado.
4.
Y cantaron a coro un cántico desde el interior de los interiores, y todas
sus triples potencias, y sus antepasados, y sus ángeles, y sus fuerzas
engendradas de sí mismos, y sus virtudes, y sus dioses, y todos sus
magnates.
5.
Y vieron a los guardianes de sus regiones, al perder parte de su fuerza,
caer en una gran debilidad, y tuvieron gran miedo ellos mismos.
6.
Y descubriendo el misterio de su nombre en mi envoltura, se apresuraron a
venir a adorarlo, y no pudieron por la suma luz que había conmigo.
7.
Y alejándose un poco, lo adoraron. Y adoraron la luz de mí investidura,
y todos cantaban un himno del interior de los interiores.
8.
Y sucedió que cuando los guardianes que hay al lado de los archones
vieron todas estas cosas, cayeron en el abatimiento y se desplomaron fuera
de sus regiones.
9.
Y quedaron como los habitantes del mundo cuando son heridos de muerte, y
no alentaban, y estaban del mismo modo que cuando yo les arrebaté su
fuerza.
10.
Y he aquí que cuando yo me alejaba de estos eones, cada uno de los que
están en los doce eones fueron restituidos a sus sitios, y cometieron
acciones malas, según el modo en que yo los había dispuesto.
11.
Porque pasan seis meses vueltos hacia la izquierda, cometiendo hechos
generosos en sus tres ángulos, y en sus cuatro ángulos, y en los que están
en su región.
12.
Y otros seis meses mirando a la derecha, y hacia sus tres ángulos, y
hacia sus cuatro ángulos, y hacia los que pertenecen a su región.
13.
Y éste es el modo como irán aquellos que están en el Heimarméné y en
las esferas.
14.
Y ocurrió que subí muy luego a las regiones superiores, hacia los velos
de la trecena región de los eones.
15.
Y cuando llegué ante sus velos, éstos se abrieron delante de mí.
16.
Y entré a la trecena región de los eones, y encontré sola a la Sabiduría
fiel, sin que ninguno de los eones estuviese cerca de ella.
17.
Y estaba bajo la decimotercera región de los eones, y sentados, y lloraba
porque no la habían conducido a la decimotercera región, que es su lugar
en las regiones superiores.
18.
Y se afligía por los sufrimientos que le había causado el orgullo de uno
de los tres triples poderes. Y cuando yo os hable de la emanación, os diré
el misterio de su creación.
19.
Y cuando me vio la Sabiduría fiel, y contemplé la luz que me rodeaba, y
en la que no faltaba ninguna especie de luz, sufrió una gran turbación.
20.
Y mirando la luz de mi vestidura, vio el misterio de mi nombre trazado
sobre mi vestidura, y todo el esplendor de su misterio como lo había sido
desde el principio en las regiones superiores y en la trece región de los
eones.
21.
Y dirigió un himno a la luz que había en las regiones superiores, que
ella vio en los velos del tesoro de la luz.
22.
Y cuando Jesús hubo dicho estas cosas a sus discípulos, María se
adelanté, y dijo: Señor, yo te he oído decir que la divina Sabiduría
estaba también en los veinticuatro próbolos, pero no estaba en su región,
porque tú has dicho: Yo la encontré debajo de la decimotercera región
de los eones.
23.
Y Jesús, contestando, dijo a sus discípulos: La fiel Sabiduría estaba
en la trecena región de los eones, donde están todas sus hermanas
invisibles, que son, ellas mismas, los veinticuatro próbolos del gran
invisible.
24.
Y ocurrió que por orden del primer misterio, la Sabiduría divina miró a
lo alto y vio las alas del tesoro de la luz.
25.
Y deseé ir a aquella región, pero no pudo llegar. Y dejó de efectuar el
misterio de la trecena región de los eones, y dirigió un himno a la luz
de las regiones inferiores, que está en la luz de las alas del tesoro de
la luz.
26.
Y cuando ella elevaba su himno a las regiones superiores, todos los
archones que están en las doce regiones de los eones sintieron odio hacia
ella, porque ellos estaban en las regiones inferiores, y ella se detuvo en
sus misterios y quiso elevarse por encima de ellos.
27.
Y por esto se irritaron contra ellas y la odiaron.
28.
Y el gran triple poder orgulloso, que es la tercera de las triples
potencias y que reside en la trecena región de los eones, aquel que fue
insumiso, no dando toda la pureza de la fuerza que había en él, y no
mostrando la luz pura en el tiempo en que los archones dieron su pureza,
quiso ser soberano en toda la trecena región de los eones y en las que
están debajo.
29.
Y aconteció que todos los archones de las doce regiones de los eones se
enfurecieron contra la Sabiduría fiel, que estaba sobre ellos.
30.
Y sintieron hacia ella odio sumo, y el gran triple poder orgulloso de que
os he hablado siguió a los archones de las doce regiones de los eones, y
se irritó contra la Sabiduría fiel.
31.
Y la odió extremadamente, porque quería ir a la luz que está sobre él,
y proyectó fuera de sí una gran fuerza con rostro de león, hecha de la
materia de que es él.
32.
Y proyectó muchas otras emanaciones materiales, y las proyectó a las
regiones inferiores, en medio del caos, para que tendiesen lazos a la
Sabiduría fiel y le quitasen la fuerza que hay en ella.
33.
Porque quería ir a la región superior que hay sobre ellos, y porque dejó
de cumplir sus misterios.
34.
Y ella continuó llorando, buscando la luz que había visto.
35.
Y los archones que permanecían en el misterio de que ellos se ocupan,
tuvieron odio contra ella, y todos los guardianes que vigilan las puertas
de los eones tuvieron también odio contra ella.
Asechanzas
que tiende el gran triple poder a la Sabiduría fiel
VIII
1. Y ocurrió, según disposición del primer orden, que el gran triple
poder orgulloso, que es uno de los tres poderes, condujo a la Sabiduría a
la decimotercera región de los eones.
2.
Y era para que contemplase los lugares del infierno y viese en aquellos
lugares su potencia de luz con rostro de león.
3.
Y quería que fuese allí, para que le quitasen la luz que había en ella.
4.
Y la Sabiduría miró desde arriba, y vio la fuerza de aquella luz en la
región de los infiernos, y no supo que pertenecía al triple poder
orgulloso.
5.
Sino que pensó que provenía de la luz que ella había visto desde el
principio en la región superior, y que venía de las alas del tesoro de
la luz.
6.
Y pensó dentro de sí: Iré a tomar la luz que los eones de la luz han
creado para mí, a fin de que yo pueda llegar a la luz de las luces, que
está en la altura de las alturas.
7.
Y con estos pensamientos salió de su lugar hacia la trecena región de
los eones, y subió hacia los doce eones.
8.
Y los archones de los eones la vieron y se irritaron contra ella, porque
quería elevarse a las regiones superiores.
9.
Y al salir de las doce regiones de los eones, vino a los parajes del caos,
y avanzó hacia la fuerza de la luz con cara de león para devorarla.
10.
Y todos los defensores de la materia la rodearon. Y la gran fuerza de la
luz con faz de león devoró la potencia de la luz en la Sabiduría y purgó
su luz, que ella había devorado, y su materia.
11.
Y la arrojaron en el caos, que es en su mitad de llamas y en su otra mitad
de tinieblas.
12.
Y había un archon con rostro de león, y era Ialdabañrt, de quien yo os
he hablado muchas veces.
13.
Y cuando todo esto sucedió, la Sabiduría se encontro en una extremada
debilidad.
14.
Y la fuerza de la luz con rostro de león comenzó a arrebatar todas las
fuerzas de la luz en la Sabiduría, y todas las fuerzas de la materia del
poder orgulloso rodearon a la vez a la Sabiduría y la atormentaron.
15.
Y la Sabiduría fiel, lanzando grandes gritos, se dirigió a la luz de las
luces que vio desde el principio, implorando su ayuda.
16.
Y le suplicó, con estas palabras: Luz de las luces, a quien he implorado
desde el comienzo, escucha ahora, ¡oh luz!, mis súplicas.
17.
Protégeme, luz, porque malos pensamientos han entrado en mí.
18.
Y he mirado, ¡oh luz!, las regiones del infierno, y he visto la luz en
ese lugar, y he venido aquí pensando alcanzar esa luz.
19.
Y he caído en las tinieblas que son el caos del infierno.
20.
Y no he podido volver a mí lugar, porque he sido atormentada por todos
mis enemigos, y la fuerza del rostro de león me ha arrebatado la luz que
había en mí, y yo he implorado tu auxilio, y mi voz no se ha elevado en
las tinieblas.
21.
Y he mirado a lo alto, para que la luz en la que creo me asista.
22.
Y cuando he mirado a lo alto, he visto todos los archones de una multitud
de eones.
23.
Y mirándome en este estado, se alegraban de mis gritos. Y yo no les he
hecho ningún mal.
24.
Mas me odian sin motivos. Y cuando los próbolos del triple poder han
visto que los archones de los eones se regocijaban de mi mal, han
comprendido que los archones de los eones no me prestarían su socorro.
25.
Y los que me afligían injustamente han tenido confianza y me han
arrebatado la luz que yo había recibido de ellos.
26.
Mas tú, luz verdadera, sabes que yo he hecho esas cosas cándidamente,
creyendo que la luz de faz de león era tuya.
27.
Y el pecado que he cometido es patente ante ti.
28.
No permitas, Señor, que yo permanezca más tiempo así. Porque yo he creído
desde el principio en tu luz.
29.
Señor, luz de las fuerzas, no me dejes más tiempo privada de tu luz,
porque por ansia de tu luz he caído en la aflicción y la vergüenza me
ha cubierto.
30.
Y por ansia de tu luz he quedado extraña a mis hermanas invisibles, y a
las emanaciones del gran Barbelón.
31.
Y esto me ha ocurrido, ¡oh luz!, porque he deseado penetrar en tu círculo.
32.
Y ha venido contra mí la cólera del orgulloso, aquel que no escuchó tu
orden para que expandiese su luz.
33.
Porque yo he estado en la región de los eones y no he practicado su
misterio, y todos los guardianes de las puertas de las regiones de los
eones me buscaban, y cuantos comprenden sus misterios me perseguían.
34.
Mas yo he mirado hacia ti, luz, y he creído en ti.
35.
No me dejes en la aflicción de la oscuridad del caos, mas líbrame de
estas tinieblas.
36.
Si tú quieres venir a salvarme, grande es tu misericordia; escúchame en
la verdad, y sálvame.
37.
Estas son las palabras que dijo la Sabiduría fiel, y el que tenga oídos
para oír que oiga.
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