sábado, 22 de marzo de 2014

EL EVANGELIO DE VALENTINO 1


(Pistis Sophia) Parte 1

Jesús asciende a los cielos y desciende de ellos para adoctrinar a sus discípulos
 
1. Cuando resucitó de entre los muertos, Jesús pasó once años hablando con sus discípulos.
2. Y les enseñaba hasta los lugares, no solamente de los primeros preceptos, y hasta los lugares del primer misterio, del que está en el interior de los velos, en el interior del primer precepto, que es él mismo el veinticuatro misterio, sino que también las cosas que se hallan más allá, en el segundo lugar del segundo misterio, que está antes que todos los misterios.
3. Y Jesús dijo a sus discípulos: He venido de ese primer misterio, que es el mismo que el último misterio, que es el veinticuatro.
4. Mas los discípulos no comprendían estas cosas, porque ninguno de ellos había penetrado aquel misterio, que, sin embargo, consideraban como la cumbre del universo y como la cabeza de todo lo que existe. Y pensaban que era el fin de todos los fines, porque Jesús les había dicho, con relación a ese misterio, que rodea el primer precepto, y los cinco moldes, y la gran luz, y los cinco asistentes, e igualmente todo el tesoro de la luz.
5. Y Jesús no había anunciado todavía a sus discípulos toda la emanación de todas las regiones del gran invisible, y de los tres triples poderes, y de los veinticuatro invisibles, y de sus regiones, y de sus eones, y de sus rangos, todo según la manera como emanan aquellos que son los mismos que los próbolos del gran invisible, y no les había explicado sus nacimientos, y sus creaciones, y su vivificación, y sus archones, y sus ángeles, y sus arcángeles, y sus decanos, y sus satélites, y todas las moradas de sus esferas.
6. Jesús no había hablado a sus discípulos de toda la emanación de los próbolos del tesoro de la luz, ni tampoco de sus salvadores, según el orden de cada uno de ellos y el modo de su existencia. Ne les había hablado del lugar de los tres amén que están esparcidos en el espacio.
7. Y nos les había dicho de qué lugar brotan los cinco árboles, ni los siete amén, que son los mismos que las siete voces, ni cuál es su región según el modo de la emanación.
8. Y Jesús no había dicho a sus discípulos cuáles son las regiones de los cinco asistentes, ni dónde están, ni les había hablado de los cinco círculos, ni del primer precepto, ni en qué sitio están.
9. Y solamente, hablando con sus discípulos, había revelado la existencia de esos seres, pero no les había explicado su emanación y el rango de su región, y ellos ignoraban que había otras regiones dentro de ese misterio.
l0. Y no había dicho en qué lugar había salido hasta que había entrado en ese misterio en el momento en que fue emanado, sino que sólo les había dicho: Yo he salido de este misterio.
11. Y por eso pensaban ellos respecto a ese misterio que era el fin de todos los fines y la cima del universo. Y Jesús dijo a sus discípulos: Ese misterio envuelve todas las cosas que os he dicho desde el día que he venido hasta el de hoy.
12. Y por eso los discípulos no pensaban que cupiese alguna otra cosa en el interior de ese misterio.
13. Y ocurrió que estando los discípulos en el Monte Olivete dijeron estas palabras, con gran alegría: Nosotros somos más felices que ningún hombre, puesto que el Salvador nos lo ha revelado todo, y habemos toda elevación y toda perfección.
14. Y, mientras hablaban así, Jesús estaba sentado un poco aparte. Y ocurrió que el día quince de la luna del mes de têbêth,día en que había plenilunio, el sol, alzándose en su carrera ordinaria, emitió una luz incomparable.
15. Porque procedía de la luz de las luces, y vino sobre Jesús, y lo rodeó completamente. Y estaba algo alejado de sus discípulos y brillaba de un modo sin igual.
16. Y los discípulos no veían a Jesús, porque los cegaba la luz que lo envolvía.
17. Y sólo veían los haces de luz. Y éstos no eran iguales entre sí, y la luz no era igual, y se dirigía en varios sentidos, de abajo arriba, y el resplandor de esta luz alcanzaba de la tierra a los cielos. Y los discípulos, viendo aquella luz, sintieron gran turbación y gran espanto.
18. Y ocurrió que un gran resplandor luminoso llegó sobre Jesús y lo envolvió lentamente. Y Jesús se elevó en el espacio, y los discípulos lo miraron hasta que subió al cielo, y todos quedaron silenciosos.
19. Y esto pasó al decimoquinto día del mes de têbêth.
20. Y cuando Jesús hubo ascendido al cielo, después de la hora de tercia, todas las fuerzas de los cielos se turbaron y se agitaron entre sí, y todos los eones y todas las regiones, y sus órdenes, y la tierra entera, y sus habitantes fueron estremecidos.
21. Y los discípulos y todos los hombres se amohinaron, y pensaron que era posible que el mundo fuese a ser destruido.
22. Y todas las fuerzas del cielo no cejaban en su agitación y se agitaron entre sí desde la hora de tercia de aquel día hasta la de nona del siguiente. Y los ángeles y arcángeles, y todas las potencias de las regiones superiores entonaban himnos, y todos oían sus cánticos, que duraron hasta la hora nona del otro día.
23. Mas los discípulos estaban reunidos y llenos de terror. Y se espantaban de lo que sucedía, y lloraban, diciendo: ¿Qué ocurrirá? ¿Destruirá el Salvador todas las regiones?
24. Y hablando así vertían lágrimas, y a la hora de nona del día siguiente, los cielos se abrieron y vieron descender a Jesús en medio de un inmenso esplendor.
25. Y este esplendor no era igual, sino que se dividía de muchos modos, y unos brillaban más que otros. Y había tres especies que brillaban de diferente forma, y la segunda estaba sobre la primera, y la tercera era superior a las demás. Y la primera era análoga a la que envolvió a Jesús cuando ascendió al cielo.
26. Y cuando los discípulos vieron tal, quedaron llenos de espanto. Y Jesús, misericordioso y dulce, les habló y dijo: Tranquilizaos y no temáis nada.
27. Y oyendo los discípulos estas palabras, dijeron: Señor, si tú quitas de ti esa luz deslumbrante, podremos seguir aquí. De otro modo, nuestros ojos cegarán y por esa luz nosotros y el mundo entero estamos turbados.
28. Y Jesús hizo desaparecer aquella luz, y los discípulos, tranquilizados, fueron hacia él, y prosternándose unánimemente, lo adoraron, diciendo: Maestro, ¿adónde has ido? ¿A qué te han llamado? ¿Y de dónde proceden todas estas perturbaciones?
29. Y Jesús, todo misericordia, les dijo: Regocijaos, porque, a partir de este momento, yo os hablaré con toda claridad, desde el principio de la verdad hasta su fin, y sin parábola.
30. No os ocultaré nada respecto a las cosas que pertenecen a las regiones superiores, y a las regiones de la verdad. Porque me lo ha autorizado el Inefable, por el primer misterio de los misterios, para que yo os hable desde el principio hasta la consumación, y desde las cosas interiores a las exteriores, y viceversa. Escuchad y os diré todas estas cosas.
31. Ocurrió que, estando yo sentado algo lejos de vosotros en el Monte Olivete, meditaba sobre la misión para la que he sido enviado, que está cumplida, y sobre el último misterio, que es el mismo que el veinticuatro misterio, desde las cosas interiores hasta las exteriores, y en que todavía no me había sido enviado un vestimento. Y estas cosas son en el segundo puesto del primer misterio.
32. Y sucedió que, cuando yo comprendía que el fin del misterio para el que he venido estaba cumplido ya, y que el misterio no me había aún enviado mi veste, reflexionando sobre esto, en el Huerto de los Olivos, cerca de vosotros, el sol se levantó a los lugares en que lo ha colocado el primer misterio que lo ha creado, y, según la orden del primer misterio, mi veste de luz me fue enviada, la cual me había sido dada desde el principio, y yo me puse en el último misterio, que es el veinticuatro misterio, a contar desde los que están en el segundo lugar del primer misterio.
33. Y esta veste yo la he puesto en el último misterio, hasta cumplir el tiempo en que debía empezar a predicar a la humanidad y a revelar todas las cosas desde el principio de la verdad hasta su fin, hablando desde lo interior de lo interior hasta lo exterior de lo exterior.
34. Regocijaos, pues, y sentid gozo, puesto que os ha sido otorgado que os hable desde el principio hasta el fin de la verdad. Y os he elegido desde el principio por el primer misterio.
35. Regocijaos, porque, al descender en el mundo, conduzco desde el comienzo doce fuerzas, que he tomado de los doce salvadores del tesoro de la luz, según el mandato del primer misterio. Y las he arrojado en el seno de vuestras madres y con las que hoy están en nuestro cuerpo.
36. Y estas fuerzas me han sido otorgadas por encima de todo el mundo, porque vosotros debéis salvar al mundo entero, y para ello es preciso que podáis sufrir las amenazas de los señores del mundo, y los peligros del mundo, y sus penas, y sus persecuciones.
37. Os he dicho que la fuerza que está depositada en vosotros la he extraído de los doce salvadores que están en el tesoro de la luz. Y por eso os he dicho desde el principio que vosotros no sois de este mundo, ni yo tampoco lo soy.
38. Y los hombres que son del mundo han tomado las almas de los archones de los eones. Pero la fuerza que está en vosotros viene de mí y pertenece a las regiones superiores. Yo he conducido a los doce salvadores del tesoro de la luz, de los que he tomado una parte de mi fuerza.
39. Y cuando he venido al mundo, he venido entre los angeles de las esferas, semejante a Gabriel, el ángel de los eones, y los archones de los eones no me han conocido, sino que creían que era el ángel Gabriel.
40. Y ocurrió que cuando estuve entre los jefes de los eones, miré desde arriba el mundo de los hombres, según el mandato del primer misterio, y hallé a Isabel, madre de Juan el Bautista, antes que lo hubiese concebido.
41. Y puse en ella la fuerza que había recibido del pequeño Iâo, el bueno, que está en el centro, para que pudiese predicar, antes que yo, y preparar mis caminos, y para que bautizase con el agua de remisión de los pecados.
42. Y en el sitio de un archon destinado a recibirlos, encontré el alma del profeta Elías en la esfera de los eones, y recibí su alma, y la llevé a la Virgen, hija de la luz, y ella la dio a sus herederos, que la llevaron al seno de Isabel.
43. La fuerza de Iâo, aquel que está en el medio, y el alma de Elías, el profeta, han sido unidas en el cuerpo de Juan el Bautista.
44. Y porque dudasteis cuando yo os dije que Juan había declarado ser el Cristo él, vosotros contestasteis que estaba en la Escritura que, si el Cristo venía, Elías vendría con él, y le prepararía los caminos.
45. Mas, al hablarme así, yo os contesté: Elías ha venido, y lo ha preparado todo, como está escrito.
46. Y como vi que no comprendíais que el alma de Elías estaba en Juan el Bautista, os hablé en parábola.
   
Jesús promete a sus discípulos instruirlos en todos los misterios
 
II 1. Y Jesús siguió hablando, y dijo: Y según el mandato del primer misterio, miré desde arriba el mundo de los hombres y hallé a María, que es llamada mi madre carnal, y le hablé en figura de Gabriel.
2. Y cuando ella se elevó hacia mí, yo puse en ella la primera fuerza, que he recibido de Barbelón, es decir, el cuerpo que viene de las regiones superiores.
3. Y en el sitio del alma puse en ella la fuerza que he recibido del gran Sabach, el bueno, que está en el hemisferio de la derecha. Y las doce fuerzas de los doce salvadores del tesoro de la luz que yo he recibido de los doce diáconos que están en el centro, y la llevé a la esfera de los archones.
4. Y los decanos de los archones y sus satélites creyeron que eran las almas de los archones, y las llevaron a los satélites, y yo las puse en el cuerpo de vuestras madres.
5. Y cuando se cumplió el tiempo, os parieron, y en vosotros no había nada del alma de los archones.
6. Y cuando Jesús hubo dicho todas estas cosas a sus discípulos en el Monte Olivete, continuó instruyéndolos.
7. Y dijo: Regocijaos y que la alegría descienda sobre vuestra alegría.
8. Porque los tiempos se han cumplido, y yo me vestiré con el ropaje que me ha sido preparado desde el principio, y que he puesto en el último misterio hasta el tiempo de su perfección.
9. Mas su tiempo no se había cumplido, y ya no podía hablaros de la verdad desde su principio hasta su fin, como ha de ser para que el mundo sea salvado por vosotros.
10. Regocijaos, pues, oh dichosos entre todos los hombres, porque habéis de salvar al mundo.
11. Y cuando Jesús hubo concluido de hablar así, dijo: He aquí que recibo mi vestidura, y que toda ciencia me es dada por el primer misterio.
12. Esperad un poco, y yo os revelaré todo misterio y toda pleroma, y nada os ocultaré a partir de hoy.
13. Mas en la perfección, yo os instruiré de toda perfección y de todos los misterios que son en sí mismos el fin de todos los fines y la gnosis de todas las gnosis, que hay en mi vestidura.
14. Y os explicaré todos los misterios, desde el interior de los interiores hasta el exterior de los exteriores.
15. Escuchad, pues, y oíd todas las cosas que me han sucedido.
16. Y ocurrió que cuando el sol se levantó en Oriente, descendió una gran potencia de la luz, y en la que venía mi investidura, que yo he puesto en el veinticuatro misterio, según os he explicado.
17. Y encontré el misterio de mi investidura, escrito en las cinco palabras que pertenecen a las regiones superiores, y que son: Zama, zama, òza ráchama òzai.
18. Y su explicación es ésta: El misterio que está fuera del mundo y que es causa de que el mundo haya sido hecho es toda la agresión y toda la elevación, proyecta todas las emanaciones y está en todas ellas.
19. Y he venido a nos, para que nos nos asociemos contigo, nos enteros estamos contigo. Y nos somos uno e idéntico, y tú eres uno e idéntico.
20. Y éste es el primer misterio hecho desde el principio, y que es inefable ante la emanación. Y todos nosotros somos su nombre.
21. Y nosotros, pues, vivimos enteramente para ti, en el último límite, que es lo mismo que el último misterio desde lo interior.
22. Y te hemos enviado tu investidura, que es tuya desde que en el principio la situaste hasta el último límite, y hasta que su tiempo se cumplió, según disposición del primer misterio.
23. Y habiéndose cumplido el tiempo, te la daré.
24. Ven a nos, para que seamos en ti, para que te revistamos del primer misterio y de toda su gloria, según mandato del que nos ha dado el primer misterio.
25. Porque tú eres nuestro predecesor y has sido hecho antes que nosotros.
26. Reviste tu investidura y ven a nos, que necesitamos de ti.
27. Para que revistamos con ella hasta que el tiempo marcado por el Inefable se haya cumplido.
28. Y el tiempo se ha cumplido ya. Ven, pues, a nos para que te revistamos hasta que cumplas todo el ministerio de la perfección del primer misterio determinado por el Inefable.
29. Ven a nos y deja el mundo. Y recibirás toda tu gloria, que es la gloria del primer misterio.
30. Y, cuando reconocí el misterio de esas palabras en la investidura que Él me había enviado, me revestí de ella, y me convertí en una luz inmensa, y volé a las regiones superiores, y llegué a las puertas del firmamento transformado en claridad incomparable.
   
Cristo explica a sus discípulos su viaje a través de las distintas esferas
   
III 1. Y todas las puertas del firmamento se abrieron ante mí.
2. Y subí a la primera esfera, y brillé con una luz inmensísima, cincuenta y nueve veces mayor que aquella con que destellé en el firmamento.
3. Y cuando llegué a las puertas de la primera esfera, todas se abrieron a la vez por sí solas.
4. Y cuando entré en el círculo de las esferas emanando una luz infinita, todos los archones fueron en turbación viendo el esplendor que me pertenecía.
5. Y mirando mi ropaje, vieron el misterio de su nombre, y su turbación aumentó.
6. Y tuvieron gran espanto y dijeron: ¿Qué cambio nos ha producido el señor del firmamento?
7. Y todas sus filas y sus lazos se rompieron.
8. Y cada uno se detuvo en su fila, y me adoraron a mí y a mi investidura, y cantaron himnos del interior de los interiores, con gran temor y desconcierto.
9. Y fui a las puertas de la segunda esfera, que es el Heimarméné y sus puertas se abrieron por sí mismas.
10. Y entré en el ámbito de Heimarméné, rodeado de una luz formidable, y no había ningún género de luz que no fuese en mí.
11. Y la luz era cuarenta y nueve veces más grande allí que en la primera esfera.
12. Y todos los archones de la segunda esfera cayeron, en su turbación, unos sobre otros, llenos de espanto ante la luz que me pertenecía.
13. Y viendo en mi vestidura el misterio de su nombre, quedaron desconcertados, y se preguntaban: ¿Cómo es que el Señor nos ha cambiado, sin saberlo nosotros?
14. Y los lazos de sus lazos, y de sus filas, y de sus cimientos, fueron rotos.
15. Y cada uno se detuvo en su puesto y, prosternándose ante mí y ante mi veste, me adoraron.
16. Y cantaron un himno desde el interior de los interiores, y estaban llenos de temor y de turbación.
17. Y, dejando aquel lugar, subiendo hacia los grandes archones de los eones, llegué a sus velos y a sus puertas, entre una claridad inmensa, y no había especie de luz que no fuese en mí.
18. Y cuando llegué a los doce eones, sus puertas se conmovieron, y sus velos se plegaron por sí mismos, y sus puertas se abrieron a la vez.
19. Y entré entre los eones destellando un resplandor inmenso, en que ningún género de luz faltaba, y este resplandor era cuarenta y nueve veces más grande que en el Heimarméné.
20. Y sus ángeles, y sus eones, y sus arcángeles, y sus archones, y sus dioses, y sus señores, y sus fuerzas, y sus luminarias, y sus antepasados, y sus triples poderes, vieron que yo era luz infinita, al que ninguna especie de luz es ajena.
21. Y se desconcertaron, y un gran pavor los dominó cuando vieron la luz deslumbrante que había en mi.
22. Y su pavor y turbación llegaron hasta las regiones del Gran Maestro de los cielos, y de los tres grandes triples poderes.
23. Y por su gran espanto, el Gran Maestro y los tres grandes triples poderes, corrían de un lado para otro, y no pudieron cerrar sus regiones, a causa del gran temor que experimentaban.
24. Y reunieron todos sus eones, y todas sus esferas, y todos sus súbditos, espantados por el gran resplandor que veían en mí.
25. Porque el mundo no hubiera podido soportar la luz que había en mí entre los eones, y se hubiera disuelto.
26. Y yo brillaba allí con una luz ocho mil setecientas veces mayor que la que fue conmigo cuando yo estaba en el mundo con vosotros.
27. Y cuantos había en el círculo de los doce eones se aturdieron, viendo la luz que me envolvía, y corrían de un lado para otro. Y todas sus regiones, y sus cielos, y sus mundos, se conmovieron, porque no conocían el misterio que se había cumplido.
28. Y Adamas, el gran tirano, y todos los tiranos que están en los eones comenzaron a combatir contra la luz.
29. Y no pudieron ver lo que combatían, porque no veían nada más que una luz muy brillante.
30. Y cuando combatían contra la luz, sucumbieron todos y, cayendo sin fuerza, quedaron sin aliento, como los habitantes de la tierra al morir.
31. Y yo les arrebaté la tercera parte de su fuerza, para que no pudieran persistir en sus malos actos, ni los hombres de la tierra los invocasen en sus misterios revelados por los ángeles pecadores, y que constituyen la magia.
32. Y así, si los hombres los invocasen con fines perversos, no podran ejecutar malas acciones.
33. Y troqué los Heimarménés y las esferas que son sus soberanas. Y las volví durante seis meses a la izquierda y seis meses a la derecha, ejerciendo sus influencias, según el mandato del primer precepto y según el mandato del primer misterio.
34. Y Iâo, el guardián de la luz, las había colocado mirando siempre a la izquierda, y ejerciendo así sus influjos y sus funciones.
35. Y he aquí que cuando yo llegaba a sus regiones, fueron rebeldes y se mostraron hostiles a la luz.
36. Y por eso les quité la tercera parte de su fuerza, para que no pudiesen ejercer sus prácticas malévolas.
37. Y cambié los Heimarménés y las esferas, poniéndolas a la derecha seis meses para ejercer sus influjos, y seis meses a la izquierda.
   
Diálogo de Jesús con la Virgen María
  
IV 1. Y cuando el Salvador hubo hablado así, dijo: Aquel que tenga oídos para oír oiga.
2. Y cuando María oyó las frases del Salvador, miró al espacio durante una hora.
3. Y dijo: Señor, permíteme hablar con sinceridad.
4. Y Jesús misericordioso contestó a María: Eres dichosa, María, y yo te instruiré de todos los misterios concernientes a las regiones superiores.
5. Habla con sinceridad, tú, cuyo corazón está más enderezado que el de todos tus hermanos hacia el reino de los cielos.
6. Y María dijo al Salvador: Señor, tú has dicho: Oiga quien tenga oídos para oír, para que entendamos las palabras que nos has dicho.
7. Escúchame, Señor: Tú has dicho: Arrebaté la tercera parte de todos los archones de los eones, y cambié los Heimarniénés, y las esferas que son sus soberanas, para que, si la raza de los hombres que están en el mundo las Invocase en los misterios que los ángeles pecadores les han enseñado para ejercer malos actos en los misterios de su magia, no pudiesen desde entonces ejercerlos.
8. Puesto que tú les has arrebatado su fuerza, aquellos que muestran a los hombres las cosas que están en el porvenir no tendrán, desde ahora, la facultad de adivinar lo venidero, porque tú has cambiado sus esferas y las has hecho ejercer su influjo seis meses a la derecha y seis a la izquierda.
9. De tus palabras, Señor, ha hablado la fuerza que residía en Isaías el profeta, y que dijo en parábolas, al hablar de Egipto: ¿Dónde están, oh Egipto, tus adivinos y tus intérpretes y tus evocadores? La fuerza que había en Isaías, el profeta, ha profetizado, antes que tú vinieses, que tú quitarías su fuerza a los archones de los eones, y que cambiarías sus Heimarménés y todas sus esferas.
10. Y cuando el profeta dijo: No sabéis lo que hará el Señor, significaba que ninguno de los archones sabía lo que tú efectuarías ahora, y lo que dijo Isaías de Egipto debe entenderse también de la materia sin eficacia.
11. E Isaías hablaba de la fuerza que hay hoy en tu cuerpo material, y que tú has tomado de Sabaoth, el bueno, que está en el hemisferio de la derecha.
12. Y por eso, Señor Jesús, nos has dicho: Quien tenga oídos oiga, porque tú sabes si el corazón de cada uno aspira ardientemente hacia el reino de los cielos.
13. Y cuando María dejó de hablar, dijo el Salvador: María, dichosa tú eres entre todas las mujeres de la tierra, porque tú serás el pleroma de todos los pleromas y el fin de todos los fines.
14. Y oyendo hablar así María a Jesús, sintió júbilo extremo, y se arrodilló y adoró sus pies.
15. Y dijo: Señor, óyeme, y permite que te interrogue respecto a las palabras que has dicho acerca de las regiones en que has estado.
16. Y Jesús contestó a María, y dijo: Habla con franqueza y no temas, que yo te revelaré cuanto me preguntes.
17. Y ella dijo: Señor, los hombres que saben los misterios de la magia de los archones de los eones y la magia de los archones de la Heimarméné y la de los de la esfera, según los ángeles malos les han enseñado, y los invocan en sus misterios, que son su magia, para impedir las buenas acciones, ¿podrán ahora cumplir sus designios o no?
18. Y Jesús, contestando a María, dijo: No los cumplirán como los cumplían desde el principio, cuando yo les quité la tercera parte de su fuerza. Pero lo harán quienes conocen los misterios de la magia del tercer eon.
19. Y cuando Jesús dijo estas palabras, Maria se levantó y dijo: Señor, los adivinos, y los astrólogos, ¿mostrarán desde ahora a los hombres las cosas futuras?
20. Y Jesús contestó a María: Silos astrólogos observan las Heimarménés y las esferas cuando estén vueltas a la izquierda, según su primera emanación, sus palabras se cumplirán y dirán lo que ha de ocurrir.
21. Pero si se observan las Heimarménés y las esferas cuando estén vueltas a la derecha, no dirán nada verdadero.
22. Porque sus influencias estarán trocadas, así como sus cuatro ángulos, y sus tres ángulos, y sus ocho figuras.
23. Porque desde el principio sus cuatro ángulos, y sus tres ángulos y sus ocho figuras estaban vueltos hacia la izquierda Pero yo los cambiaré, haciendo que se vuelvan seis meses a la izquierda y seis a la derecha.
24. Y el que haya encontrado su orden desde que yo los cambié, disponiendo que seis meses miren a la izquierda y seis a la derecha; quien los haya observado de esta manera, sabrá exactamente sus influjos y anunciará cuantas cosas harán.
25. E igual será para los adivinos, si invocan el nombre de los archones cuando sus influencias, vueltas hacia la izquierda, se les manifiesten.
26. Y asimismo con todas las cosas sobre las que interroguen a los decanos.
27. Mas si los adivinos invocan sus nombres cuando tienen la faz hacia la derecha, no comprenderán nada, pues no estarán en la prístina posición en que Iâo los ha colocado, y tendrán un gran desconcierto al no conocer sus tres ángulos, ni sus cuatro ángulos, ni sus ocho figuras.

Diálogo de Jesús con Felipe
   
V 1. Y mientras Jesús pronunciaba estas palabras, Felipe estaba sentado, escribiendo todo lo que Jesús decía.
2. Y al concluir, se adelantó y, prosternándose, adoró los pies de Jesús, diciendo: Señor y Salvador mío, permíteme hablar, para que te interrogue sobre lo que nos has dicho acerca de las regiones en que has estado en virtud de tu misión.
3. Y el Salvador, misericordioso, contestó a Felipe, y dijo: Tienes permiso. Di lo que quieras.
4. Y Felipe replicó a Jesús: Señor, tú has cambiado el modo de ser de los archones, y los eones, y de sus Heimarménés, y esferas, y de todas sus regiones, y los has desconcertado en su camino y extraviado en su ruta. ¿Has hecho esto para la salvación del mundo, o no?
5. Y Jesús contestó a Felipe y a sus discípulos: Yo he cambiado su ruta por salvar todas las almas.
6. Porque en verdad os lo digo: De no haberlos desviado, ellos hubieran perdido muchas almas.
7. Y hubiera pasado mucho tiempo antes de que los archones de los eones, y los archones de Heimarméné, y de la esfera, y todas sus regiones, y sus cielos, y sus eones, hubieren sido destruidos.
8. Y las almas hubieran pasado mucho tiempo fuera de ese lugar, y el número de las almas de justos que fueran puestas por el misterio en posesión de las regiones superiores y en tesoro de la luz hubieran dejado de llenarse.
9. Y por eso he desviado su camino, para que fuesen perturbados, y perdiesen la fuerza que forma la materia de su mundo, para que los que han de salvarse sean prontamente purificados y llevados a las regiones superiores, y para que los que no deban salvarse sean destruidos.
10. Y cuando Jesús hubo dicho estas palabras a sus discípulos, María, la dichosa y de buen lenguaje, se adelantó, y se prosternó a los pies de Jesús, diciendo: Señor, perdóname si te hablo, y no te enojes contra mí por lo mucho que te interrogo.
11. Y el Salvador, en su misericordia, dijo a María: Di lo que quieras y te contestaré con claridad.
12. Y María respondió a Jesús: Señor, ¿cómo se detendrán las almas fuera de ese lugar y cómo serán rápidamente purificadas?
13. Y el Salvador contestó a María: María, tú buscas la verdad en todas tus preguntas, que son razonadas, y llevas la luz a todo con tu celo.
14. Desde ahora no os ocultaré nada, mas os revelaré todo con esmero y con claridad. Escúchame, María, y vosotros, discípulos, recoged mi palabra.
   
Jesús explica a sus discípulos su combate con los seres de las esferas superiores
   
VI 1. Antes que yo divulgase mi misión a los archones de los eones, y a los archones de la Heimarméné, y de las esferas, estaban todos ellos ligados a sus cadenas, y a sus esferas, y a sus sellos, según el orden en que Iáo, el guardián de la luz, los situó desde el comienzo.
2. Y cada uno estaba en su puesto y hacía su camino según la forma que le trató Iâo, el guardián de la luz.
3. Y cuando llegó el tiempo de Melquisedec, el gran heredero de la luz, llegó al medio de todos los archones y todos los eones, y les quitó la luz pura a todos los eones y archones de la Heimarméné y de las esferas.
4. Porque les quitó lo que los había turbado. Y excitó la vigilancia que hay sobre ellos, y les quitó la fuerza que había en ellos, y las lágrimas de sus ojos, y el sudor de sus cuerpos.
5. Y Melquirededo, el heredero de la luz, purificó estas fuerzas, para llevar su luz al tesoro de la luz.
6. Y los satélites de los archones recogieron toda su materia, y los satélites de los archones de las Heimarménés, y los satélites de todas las esferas que están debajo de los archones la recibieron para hacer las almas de los hombres, y de los rebaños, y de los reptiles, y de las bestias, y de los pájaros, y enviarla al mundo de los hombres.
7. Y las potencias del sol y las potencias de la luna, cuando miraron al cielo y vieron los sitios de los caminos de los eones y de las Heimarménés y de las esferas, vieron que la luz les había sido quitada.
8. Y tomando la luz pura y los residuos de la materia, la acarrearon a la esfera que hay debajo de los eones, para hacer las almas de los hombres, y para hacer los reptiles, y las bestias de carga, y los animales, y los pájaros, siguiendo el círculo de los archones de esta esfera, y siguiendo las figuras de su conversión, para echarlas en el mundo de los hombres, y convertirlas en almas de este lugar, según el modo que os he dicho.
9. Y esto hacían con perseverancia, antes que su fuerza no fuese disminuida ni debilitada, y quedaran débiles e impotentes.
10. Y cuando quedaron impotentes y su fuerza hubo cesado, y quedaron debilitados en su fuerza, y la luz que había en su región cesó, y su reino fue disuelto, he aquí que una vez que hubieron conocido por un tiempo estas cosas, Melquisedec, el heredero de la luz, vino de nuevo para entrar en medio de todos los archones de los eones y de todos los archones de la Heimarméné y de las esferas, y los conturbó, y los oprimió para arrancarles su fuerza, y el aliento de su boca y el sudor de sus cuerpos.
11. Y Melquisedec, el heredero de la luz, los purificó de un modo que efectuó con perseverancia, y llevó su luz al tesoro de la luz.
12. Y cuando yo vine para ascender al ministerio a que he sido llamado por• orden del primer misterio, subía en medio de los doce archones de los eones, revestido de mi investidura.
13. Y yo resplandecía con una luz inmensa, y no había especie de luz que no estuviera en mí.
14. Y cuando todos los tiranos, el gran Adamas y los tiranos de los doce eones, se esforzaron en combatir con la luz de mi investidura, querían tener su posesión para permanecer en sus reinos.
15. Y lo hacían ignorando a quién combatían. Y cuando combatían con la luz, yo, siguiendo la orden del primer misterio, troqué sus caminos y las armas de sus eones, y las sendas de sus Heimarménés, y las vías de su esfera.
16. Y las puse seis meses mirando los tres ángulos de la izquierda, y los cuatro ángulos y las cosas que están en su región, y sus ocho figuras, según la forma en que estaban desde el comienzo. Y cambié su conversión y su dirección.
17. Mas cuando les quité la tercera parte de sus fuerzas cambié las esferas, a fin de que mirasen un tiempo a la derecha y otro a la izquierda.
18. Y cambié su curso, y toda su vía, y aceleré la vía de su curso, para que fuesen purificados rápidamente, y abrevié su círculo e hice ligera su vía.
19. Y se apresuraron mucho, y fueron excitados en su vía, y no pudieron, desde entonces, devorar la materia de su pura luz.
20. Y abrevié su tiempo y su duración, para que el número de las almas justas que recibiesen los misterios y entrasen en el tesoro de la luz se cumpliese pronto.
21. Si yo no hubiese abreviado su tiempo, ni cambiado su curso, ellos no habrían dejado a ningún alma venir al mundo, por la materia de su residuo, que hubiesen devorado.
22. Y una multitud de almas se habrían perdido. Y por eso yo he dicho: He abreviado el tiempo pensando en mis elegidos.
23. De otro modo, ningún alma hubiera podido salvarse. Y he abreviado los tiempos por las almas justas que han de recibir los misterios, y que son las almas de los elegidos.
24. Y si no hubiese abreviado su tiempo, ningún alma material habría podido salvarse.
25. Sino que habrían sido consumidas en el fuego que está en la causa de los archones.
26. Y estas son las cosas sobre las cuales me has preguntado.
   
Jesús relata su encuentro con la Sabiduría fiel
 
 VII 1. Y cuando Jesús hubo hablado así a sus discípulos, todos se prosternaron a la vez, y lo adoraron, diciendo: Nosotros, tus discípulos, hemos sido elevados sobre todos los hombres, por la grandeza de las cosas que nos estás diciendo.
2. Y Jesús siguió hablando, y dijo a sus discípulos: Oíd lo que me ocurrió con los archones de los doce eones, y con todos sus archones, y sus maestros, y sus dignidades, y sus ángeles, y sus arcángeles.
3. Cuando vieron la brillante vestidura que había sobre mí, y cada uno vio el misterio de su nombre en la vestidura brillante de que yo iba cubierto, todos se prosternaron unánimemente, adorando mi brillante investidura, y diciendo: El Señor del universo nos ha cambiado.
4. Y cantaron a coro un cántico desde el interior de los interiores, y todas sus triples potencias, y sus antepasados, y sus ángeles, y sus fuerzas engendradas de sí mismos, y sus virtudes, y sus dioses, y todos sus magnates.
5. Y vieron a los guardianes de sus regiones, al perder parte de su fuerza, caer en una gran debilidad, y tuvieron gran miedo ellos mismos.
6. Y descubriendo el misterio de su nombre en mi envoltura, se apresuraron a venir a adorarlo, y no pudieron por la suma luz que había conmigo.
7. Y alejándose un poco, lo adoraron. Y adoraron la luz de mí investidura, y todos cantaban un himno del interior de los interiores.
8. Y sucedió que cuando los guardianes que hay al lado de los archones vieron todas estas cosas, cayeron en el abatimiento y se desplomaron fuera de sus regiones.
9. Y quedaron como los habitantes del mundo cuando son heridos de muerte, y no alentaban, y estaban del mismo modo que cuando yo les arrebaté su fuerza.
10. Y he aquí que cuando yo me alejaba de estos eones, cada uno de los que están en los doce eones fueron restituidos a sus sitios, y cometieron acciones malas, según el modo en que yo los había dispuesto.
11. Porque pasan seis meses vueltos hacia la izquierda, cometiendo hechos generosos en sus tres ángulos, y en sus cuatro ángulos, y en los que están en su región.
12. Y otros seis meses mirando a la derecha, y hacia sus tres ángulos, y hacia sus cuatro ángulos, y hacia los que pertenecen a su región.
13. Y éste es el modo como irán aquellos que están en el Heimarméné y en las esferas.
14. Y ocurrió que subí muy luego a las regiones superiores, hacia los velos de la trecena región de los eones.
15. Y cuando llegué ante sus velos, éstos se abrieron delante de mí.
16. Y entré a la trecena región de los eones, y encontré sola a la Sabiduría fiel, sin que ninguno de los eones estuviese cerca de ella.
17. Y estaba bajo la decimotercera región de los eones, y sentados, y lloraba porque no la habían conducido a la decimotercera región, que es su lugar en las regiones superiores.
18. Y se afligía por los sufrimientos que le había causado el orgullo de uno de los tres triples poderes. Y cuando yo os hable de la emanación, os diré el misterio de su creación.
19. Y cuando me vio la Sabiduría fiel, y contemplé la luz que me rodeaba, y en la que no faltaba ninguna especie de luz, sufrió una gran turbación.
20. Y mirando la luz de mi vestidura, vio el misterio de mi nombre trazado sobre mi vestidura, y todo el esplendor de su misterio como lo había sido desde el principio en las regiones superiores y en la trece región de los eones.
21. Y dirigió un himno a la luz que había en las regiones superiores, que ella vio en los velos del tesoro de la luz.
22. Y cuando Jesús hubo dicho estas cosas a sus discípulos, María se adelanté, y dijo: Señor, yo te he oído decir que la divina Sabiduría estaba también en los veinticuatro próbolos, pero no estaba en su región, porque tú has dicho: Yo la encontré debajo de la decimotercera región de los eones.
23. Y Jesús, contestando, dijo a sus discípulos: La fiel Sabiduría estaba en la trecena región de los eones, donde están todas sus hermanas invisibles, que son, ellas mismas, los veinticuatro próbolos del gran invisible.
24. Y ocurrió que por orden del primer misterio, la Sabiduría divina miró a lo alto y vio las alas del tesoro de la luz.
25. Y deseé ir a aquella región, pero no pudo llegar. Y dejó de efectuar el misterio de la trecena región de los eones, y dirigió un himno a la luz de las regiones inferiores, que está en la luz de las alas del tesoro de la luz.
26. Y cuando ella elevaba su himno a las regiones superiores, todos los archones que están en las doce regiones de los eones sintieron odio hacia ella, porque ellos estaban en las regiones inferiores, y ella se detuvo en sus misterios y quiso elevarse por encima de ellos.
27. Y por esto se irritaron contra ellas y la odiaron.
28. Y el gran triple poder orgulloso, que es la tercera de las triples potencias y que reside en la trecena región de los eones, aquel que fue insumiso, no dando toda la pureza de la fuerza que había en él, y no mostrando la luz pura en el tiempo en que los archones dieron su pureza, quiso ser soberano en toda la trecena región de los eones y en las que están debajo.
29. Y aconteció que todos los archones de las doce regiones de los eones se enfurecieron contra la Sabiduría fiel, que estaba sobre ellos.
30. Y sintieron hacia ella odio sumo, y el gran triple poder orgulloso de que os he hablado siguió a los archones de las doce regiones de los eones, y se irritó contra la Sabiduría fiel.
31. Y la odió extremadamente, porque quería ir a la luz que está sobre él, y proyectó fuera de sí una gran fuerza con rostro de león, hecha de la materia de que es él.
32. Y proyectó muchas otras emanaciones materiales, y las proyectó a las regiones inferiores, en medio del caos, para que tendiesen lazos a la Sabiduría fiel y le quitasen la fuerza que hay en ella.
33. Porque quería ir a la región superior que hay sobre ellos, y porque dejó de cumplir sus misterios.
34. Y ella continuó llorando, buscando la luz que había visto.
35. Y los archones que permanecían en el misterio de que ellos se ocupan, tuvieron odio contra ella, y todos los guardianes que vigilan las puertas de los eones tuvieron también odio contra ella.
   
Asechanzas que tiende el gran triple poder a la Sabiduría fiel
   
VIII 1. Y ocurrió, según disposición del primer orden, que el gran triple poder orgulloso, que es uno de los tres poderes, condujo a la Sabiduría a la decimotercera región de los eones.
2. Y era para que contemplase los lugares del infierno y viese en aquellos lugares su potencia de luz con rostro de león.
3. Y quería que fuese allí, para que le quitasen la luz que había en ella.
4. Y la Sabiduría miró desde arriba, y vio la fuerza de aquella luz en la región de los infiernos, y no supo que pertenecía al triple poder orgulloso.
5. Sino que pensó que provenía de la luz que ella había visto desde el principio en la región superior, y que venía de las alas del tesoro de la luz.
6. Y pensó dentro de sí: Iré a tomar la luz que los eones de la luz han creado para mí, a fin de que yo pueda llegar a la luz de las luces, que está en la altura de las alturas.
7. Y con estos pensamientos salió de su lugar hacia la trecena región de los eones, y subió hacia los doce eones.
8. Y los archones de los eones la vieron y se irritaron contra ella, porque quería elevarse a las regiones superiores.
9. Y al salir de las doce regiones de los eones, vino a los parajes del caos, y avanzó hacia la fuerza de la luz con cara de león para devorarla.
10. Y todos los defensores de la materia la rodearon. Y la gran fuerza de la luz con faz de león devoró la potencia de la luz en la Sabiduría y purgó su luz, que ella había devorado, y su materia.
11. Y la arrojaron en el caos, que es en su mitad de llamas y en su otra mitad de tinieblas.
12. Y había un archon con rostro de león, y era Ialdabañrt, de quien yo os he hablado muchas veces.
13. Y cuando todo esto sucedió, la Sabiduría se encontro en una extremada debilidad.
14. Y la fuerza de la luz con rostro de león comenzó a arrebatar todas las fuerzas de la luz en la Sabiduría, y todas las fuerzas de la materia del poder orgulloso rodearon a la vez a la Sabiduría y la atormentaron.
15. Y la Sabiduría fiel, lanzando grandes gritos, se dirigió a la luz de las luces que vio desde el principio, implorando su ayuda.
16. Y le suplicó, con estas palabras: Luz de las luces, a quien he implorado desde el comienzo, escucha ahora, ¡oh luz!, mis súplicas.
17. Protégeme, luz, porque malos pensamientos han entrado en mí.
18. Y he mirado, ¡oh luz!, las regiones del infierno, y he visto la luz en ese lugar, y he venido aquí pensando alcanzar esa luz.
19. Y he caído en las tinieblas que son el caos del infierno.
20. Y no he podido volver a mí lugar, porque he sido atormentada por todos mis enemigos, y la fuerza del rostro de león me ha arrebatado la luz que había en mí, y yo he implorado tu auxilio, y mi voz no se ha elevado en las tinieblas.
21. Y he mirado a lo alto, para que la luz en la que creo me asista.
22. Y cuando he mirado a lo alto, he visto todos los archones de una multitud de eones.
23. Y mirándome en este estado, se alegraban de mis gritos. Y yo no les he hecho ningún mal.
24. Mas me odian sin motivos. Y cuando los próbolos del triple poder han visto que los archones de los eones se regocijaban de mi mal, han comprendido que los archones de los eones no me prestarían su socorro.
25. Y los que me afligían injustamente han tenido confianza y me han arrebatado la luz que yo había recibido de ellos.
26. Mas tú, luz verdadera, sabes que yo he hecho esas cosas cándidamente, creyendo que la luz de faz de león era tuya.
27. Y el pecado que he cometido es patente ante ti.
28. No permitas, Señor, que yo permanezca más tiempo así. Porque yo he creído desde el principio en tu luz.
29. Señor, luz de las fuerzas, no me dejes más tiempo privada de tu luz, porque por ansia de tu luz he caído en la aflicción y la vergüenza me ha cubierto.
30. Y por ansia de tu luz he quedado extraña a mis hermanas invisibles, y a las emanaciones del gran Barbelón.
31. Y esto me ha ocurrido, ¡oh luz!, porque he deseado penetrar en tu círculo.
32. Y ha venido contra mí la cólera del orgulloso, aquel que no escuchó tu orden para que expandiese su luz.
33. Porque yo he estado en la región de los eones y no he practicado su misterio, y todos los guardianes de las puertas de las regiones de los eones me buscaban, y cuantos comprenden sus misterios me perseguían.
34. Mas yo he mirado hacia ti, luz, y he creído en ti.
35. No me dejes en la aflicción de la oscuridad del caos, mas líbrame de estas tinieblas.
36. Si tú quieres venir a salvarme, grande es tu misericordia; escúchame en la verdad, y sálvame.
37. Estas son las palabras que dijo la Sabiduría fiel, y el que tenga oídos para oír que oiga.
 

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