Visión Primera
[1]
I. El amo que me crió me vendió a una tal Roda en Roma. Al cabo
de muchos años la encontré de nuevo, y empecé a amarla como a una
hermana. Después de cieno tiempo la vi bañándose en el río Tíber; y
le di la mano, y la saqué del río. Y, al ver su hermosura, razoné en mi
corazón, diciendo: «Cuán feliz sería si tuviera una esposa así, en
hermosura y en carácter.» Y reflexioné meramente sobre esto, y nada más.
Después de cieno tiempo, cuando estaba dirigiéndome a Cumas, y
glorificando las criaturas de Dios por su grandeza y esplendor y poder,
mientras andaba me quedé dormido. Y el Espíritu cayó sobre mí y se me
llevó por un terreno sin caminos, por el cual no podía pasar nadie:
porque el lugar era muy abrupto, y quebrado por hendiduras a causa de las
aguas. Así pues, cuando hube cruzado el río, llegué a un país llano, y
me arrodillé, y empecé a orar al Señor y a confesar mis pecados.
Entonces, mientras oraba, se abrió el cielo vi a la señora, a quien había
deseado, saludándome desde el cielo, diciendo: «Buenos días, Hermas».
Y, mirándóla, le dije: «Señora, ¿qué haces aquí?» Entonces ella me
contestó: «Se me ha traído aquí para que te redarguyera de tus pecados
delante del Señor. » Le dije: «¿Es acerca de ti que me acusas?» «No»,
dijo ella, «pero oye estas palabras que te diré. Dios, que reside en los
cielos, y creó de la nada las cosas que son, y aun las aumentó y
multiplicó por amor a su santa Iglesia, está enojado contigo, porque
pecaste contra mí.» Yo le contesté y dije: «¿Pequé contra ti? ¿En
qué forma? ¿Te dije alguna vez alguna palabra inconveniente? ¿No te
consideré siempre como si fueras una diosa? ¿No te respeté siempre como
una hermana? ¿Cómo pudiste acusarme falsamente, señora, de tal villanía
e impureza?» Riendo, ella me dijo: «El deseo hacia el mal entró en tu
corazón. Es más, ¿no crees que es un acto malo para un justo si el mal
deseo entra en su corazón? Es verdaderamente un pecado, y un pecado
grande», dijo ella; «porque el justo tiene sólo propósitos justos. En
tanto que sus propósitos son rectos, pues, su reputación se mantiene
firme en el cielo, y halla al Señor fácilmente propicio en todo lo que
hace. Pero los que albergan malos propósitos en sus corazones, se
acarrean la muene y la cautividad, especialmente los que reclaman para sí
mismos este mundo presente, y se jactan de sus riquezas, y no se adhieren
a las cosas buenas que han de venir. Sus almas lo lamentarán, siendo así
que no tienen esperanza, sino que se han abandonado a sí mismos y su
vida. Pero ora a Dios, y Él sanará tus pecados, y los de toda tu casa, y
de todos los santos.»
[2]
II. Tan pronto como hubo dicho estas
palabras se cerraron los cielos; y yo fui presa de horror y de pena.
Entonces dije dentro de mí: «Si este pecado es consignado contra mí, ¿cómo
puedo ser salvo? ¿O cómo voy a propiciar a Dios por mis pecados que son
patentes y burdos? ¿O con qué palabras voy a rogar al Señor que me sea
propicio?» En tanto que consideraba y ponderaba estas cosas en mi corazón,
vi delante de mí una gran silla blanca de lana como la nieve; y allí
vino una señora anciana en vestido resplandeciente, con un libro en las
manos, y se sentó sola, y me saludó: «Buenos días, Hermas.» Entonces
yo, apenado y llorando, dije: «Buenos días, señora.» Y ella me dijo:
«¿Por qué estás tan abatido, Hermas, tú que eres paciente y bien
templado, y siempre estás sonriendo? ¿Por qué estás tan caído en tu
mirada y distante de la alegría?» Y le dije: «A causa de una de las
palabras de una dama excelente contra la cual he pecado.» Entonces ella
dijo: «¡En modo alguno sea así en un siervo de Dios! Sin embargo, el
pensamiento entró en tu corazón respecto a ella. En los siervos de Dios
una intención así acarrea pecado. Porque es un propósito malo e insano,
en un espíritu devoto que ya ha sido aprobado, el desear algo malo, y
especialmente si es Hermas el templado, que se abstiene de todo mal deseo
y está lleno de toda simplicidad y de gran inocencia.
[3]
III. »Con todo, no es por esto que
Dios está enojado contigo, sino con miras a que puedas convenir a tu
familia, que ha obrado mal contra el Señor y contra vosotros sus padres.
Pero por apego a tus hijos tú no les amonestaste, sino que toleraste que
se corrompieran de un modo espantoso. Por tanto, el Señor está enojado
contigo. Pero Él quiere curar todos tus pecados pasados, que han sido
cometidos en tu familia, jorque a causa de sus pecados e iniquidades tú
has sido corrompido por las cosas de este mundo. Pera la gran misericordia
del Señor tuvo piedad de ti y de tu familia, y te corroborará, y te
afianzará en su gloria. Sólo que no seas descuidado, sino que cobres ánimo
y robustezcas a tu familia. Porque como el herrero trabajando a
martillazos triunfa en la tarea que quiere, así también el recto
discurso repetido diariamente vence todo mal. No dejes, pues, de reprender
a tus hijos; porque sé que si se arrepienten de todo corazón, serán
inscritos en los libros de vida con los santos.» Después que hubieron
cesado estas palabras suyas, me dijo: «¿Quieres escucharme mientras leo?»
Entonces le dije: «Sí, señora.» Ella me dijo: «Está atento, y
escucha las glorias de Dios.» Yo escuché con atención y con asombro lo
que no tuve poder de recordar; porque todas las palabras eran terribles,
que ningún hombre puede resistir. Sin embargo, recordé las últimas
palabras, porque eran apropiadas para nosotros y suaves. «He aquí, el
Dios de los ejércitos, que con su poder grande e invisible y con su gran
sabiduría creó el mundo, y con su glorioso propósito revistió su
creación de hermosura, y con su palabra estableció los cielos, y fundó
la tierra sobre las aguas, y con su propia sabiduría y providencia formó
su santa Iglesia, a la cual Él también bendijo; he aquí, quita los
cielos y los montes y las colinas y los mares, y todas las cosas serán
allanadas para sus elegidos, para que Él pueda cumplirles la promesa que
había hecho con gran gloria y regocijo, siempre y cuando ellos guarden
las ordenanzas de Dios, que han recibido con gran fe.»
[4]
IV. Cuando hubo terminado de leer y se
levantó de su silla, se acercaron cuatro jóvenes, y se llevaron la
silla, y partieron hacia Oriente. Entonces ella me dijo que me acercara y
me tocó el pecho, y me dijo: «¿Te gustó lo que te leí?» Y yo le
dije: «Señora, estas últimas palabras me agradaron, pero las primeras
eran difíciles y duras.» Entonces ella me habló y me dijo: «Estas últimas
palabras son para los justos, pero las primeras eran para los paganos y
rebeldes.» En tanto que ella me estaba hablando, aparecieron dos hombres
y se la llevaron, tomándola por los brazos, y partieron hacia el punto
adonde había ido la silla, hacia Oriente. Y ella sonrió al partir y,
mientras se marchaba, me dijo: «Pónate como un hombre, Hermas.»
Visión
Segunda
[5]
I. Yo iba camino a Cumas,
en la misma estación como el año anterior, y recordaba mi visión del año
anterior mientras andaba; y de nuevo me tomó un Espíritu, y se me llevó
al mismo lugar del año anterior. Cuando llegué al lugar, caí de
rodillas y empecé a orar al Señor, y a glorificar su nombre, porque me
había tenido por digno, y me había dado a conocer mis pecados
anteriores. Pero después que me hube levantado de orar, vi delante de mí
a la señora anciana, a quien había visto el año anterior, andando y
leyendo un librito. Y ella me dijo: «¿Puedes transmitir estas
cosas a los elegidos de Dios?» Y yo le contesté: «Señora, no puedo
recordar tanto; pero dame el librito, para que lo copie.» «Tómalo», me
dijo, «y asegúrate de devolvérmelo.» Yo lo tomé, y me retiré a
ciesto lugar en el campo y lo copié letra por letra; porque no podía
descifrar las sílabas. Cuando hube terminado las letras del libro, súbitamente
me arrancaron el libro de la mano; pero no pude vér quién lo había
hecho.
[6]
II. Y después de quince días, cuando
hube ayunado y rogado al Señor fervientemente, me fue revelado el
conocimiento del escrito. Y esto es lo que estaba escrito: «Hermas,
tu simiente ha pecado contra Dios, y han blasfemado del Señor, y han
traicionado a sus padres a causa de sus grandes maldades, sí, han
conseguido el nombre de traidores de los padres, y, con todo, no
sacaron provecho de su traición; y aun añadieron a sus pecados actos
inexcusables y maldades excesivas; así que la medida de sus
transgresiones fue colmada. Pero da a conocer estas palabras a todos tus
hijos, y tu esposa será como tu hermana; porque ella tampoco se ha
refrenado en el uso de la lengua, con la cual obra mal. Después que tú
les hayas dado a conocer todas estas palabras, que el Señor me mandó que
te revelara, entonces todos los pecados que ellos han cometido con
anterioridad les serán perdonados; sí, y también a todos los santos que
han pecado hasta el día de hoy, si se arrepienten de todo corazón, y
quitan la doblez de ánimo de su corazón. Porque el Señor juró por su
propia gloria, con respecto a sus elegidos: que si, ahora que se ha puesto
este día como límite, se comete pecado, después no habrá para ellos
salvación; porque el arrepentimiento para los justos tiene un fin; los días
del arrepentimiento se han cumplido para todos los santos; en tanto que
para los gentiles hay arrepentimiento hasta el último día. Por
consiguiente, tú dirás a los gobernantes de la Iglesia, que enderecen
sus caminos en justicia, para que puedan recibir en pleno las promesas con
gloria abundante. Los que obráis justicia, pues, estad firmes, y no seáis
de doble ánimo, para que podáis ser admitidos con los santos ángeles.
Bienaventurados seáis, pues, cuantos sufráis con paciencia la gran
tribulación que viene, y cuantos noiiiieguen su vida. Porque el Señor
juró con respecto. a, su Hijo, que todos los que nieguen a su Señor serán
rechazados de su vida, incluso los que ahora están a punto de negarle en
los días venideros; pero a los que le negaron antes de ahora, a ellos les
fue concedida misericordia por causa de su gran bondad.
[7]
III. »Pero, Hermas, no guardes ya
rencor contra tus hijos, ni permitas que tu hermana haga lo que quiera,
para que puedan ser purificados de sus pecados anteriores. Porque ellos
serán castigados con castigo justo, a menos que les guardes rencor tú
mismo. El guardar un rencor es causa de muerte. Pero tú, Hermas, has
pasado por grandes tribulaciones tú mismo, por causa de las
transgresiones de tu familia, debido a que no te cuidaste de ellos. Porque
tú les descuidaste, y te mezclaste a ellos con tus propias actividades
malas. Pero en esto consiste tu salvación: en que no te apanes del Dios
vivo, y en tu sencillez y tu gran continencia. Estas te han salvado si
permaneces en ellas; y salvan a todos los que hacen tales cosas, y andan
en inocencia y simplicidad. Estas prevalecen sobre toda maldad y persisten
hasta la vida eterna. Bienaventurados todos los que obran justicia. Nunca
serán destruidos. Pero tú dirás a Máximo: "He aquí viene
tribulación (sobre ti) si tú crees apropiado negarme por segunda vez. El
Señor está cerca de todos los que se vuelven a Él, como está
escrito en Eldad y Modat, que profetizaron al pueblo en el desierto"»
[8]
IV. Luego, hermanos, un joven de
extraordinaria hermosura en su forma me hizo una revelación en mi sueño,
y me dijo: «¿Quién crees que es la señora anciana, de la cual
recibiste el libro?» Y yo dije: «La Sibila». «Te equivocas», me dijo,
«no lo es». «¿Quién es, pues?», le dije. «La Iglesiá», dijo él.
Yo le dije: «¿Por qué, pues, es de avanzada edad?» «Porque», me
contestó, «ella fue creada antes que todas las cosas; ésta es la causa
de su edad; y por amor a ella fue formado el mundo.» Y después vi una
visión en mi casa. Vino la anciana y me preguntó si ya había dado el
libro a los ancianos. Yo le dije que no se lo había dado. «Has hecho
bien», me contestó, «porque tengo algunas palabras que añadir. Cuando
habré terminado todas las palabras, será dado a conocer, mediante ti, a
todos los elegidos. Por tanto, tú escribirás dos libritos, y enviarás
uno a Clemente, y uno a Grapte. Y Clemente lo enviará a las ciudades
extranjeras, porque éste es su deber; en tanto que Grapte lo enseñará a
las viudas y huérfanos. Pero tú leerás (el libro) a esta ciudad junto
con los ancianos que presiden sobre la Iglesia.»
Visión
Tercera
[9]
I. La tercera visión que vi, hermanos,
fue como sigue: Después de ayunar con frecuencia, y rogar al Señor que
me declarara la revelación que El había prometido mostrarme por boca de
la señora anciana, aquella misma noche vi a la señora anciana, y ella me
dijo: «Siendo así que eres tan insistente y estás ansioso de conocer
todas las cosas, ven al campo donde resides, y hacia la hora quinta
apareceré ante ti, y te mostraré lo que debes ver.» Yo le pregunté,
diciendo: «Señora, ¿a qué parte del campo?» «Adonde quieras», me
dijo. Yo seleccioné un lugar retirado y hermoso; pero, antes de hablarle
y mencionarle el lugar, ella me dijo: «Iré allí donde tú quieras.»
Fui, pues, hermanos, al campo, y conté las horas, y llegué al lugar que
yo había designado para que ella viniera, y vi un sofá de marfil
colocado allí, y sobre el sofá había un cojín de lino, y sobre el cojín
una cobertura de lino fino.
Cuando vi estas cosas
tan ordenadas, y que no habla nadie allí, me asombré, y me puse a
temblar, y se me erizó el pelo; y un acceso de temor cayó sobre mí,
porque estaba solo. Cuando me recobré, y recordé la gloria de
Dios, y me animé, me arrodillé y confesé mis pecados al Señor una vez
más, como había hecho en la ocasión anterior.
Entonces vinieron seis jóvenes,
los mismos que había visto antes, y se quedaron de pie junto a mí, y me
escucharon atentamente mientras oraba y confesaba mis pecados al Señor. Y
ella me tocó y me dijo: «Hermas, termina ya de rogar constantemente por
tus pecados; ruega también pidiendo justicia, para que puedas dar parte
de ella a tu familia.» Entonces me levantó con la mano y me llevó al
sofá, y dijo a los jóvenes: «Id, y edifica». Y después que los jóvenes
se hubieron retirado y nos quedamos solos, ella me dijo: «Siéntate aquí.»
Y yo le dije: «Señora, que se sienten los ancianos primero.» «Haz lo
que te mando», dijo ella, «siéntate». Entonces, cuando yo quería
sentarme en el lado derecho, ella no me lo permitió, sino que me hizo una
seña con la mano de que me sentara en el lado izquierdo. Como yo estaba
entonces pensando en ello y estaba triste, porque ella no me habla
permitido sentarme en el lado derecho, me dijo ella: «¿Estás triste,
Hermas? El lugar de la derecha es para otros, los que han agradado ya a
Dios y han sufrido por su Nombre. Pero a ti te falta mucho para poder
sentarte con ellos; pero así como permaneces en tu sencillez, continúa
en ella, y te sentarás con ellos, tú y todos aquellos que han hecho sus
obras y han sufrido lo que ellos sufrieron. »
[10]
II. «¿Qué es lo que sufrieron?»,
pregunté yo. «Escucha», dijo ella: «Azotes, cárceles, grandes
tribulaciones, cruces, fieras, por amor al Nombre. Por tanto, a ellos
pertenece el lado derecho de la Santidad -a ellos, y a los que sufrirán
por el Nombre-. Pero para el resto hay el lado izquierdo. No obstante,
para unos y otros, para los que se sientan a la derecha como para los que
se sientan a la izquierda, hay los mismos dones, y las mismas promesas, sólo
que ellos se sientan a la derecha y tienen cierta gloria. Tú,
verdaderamente, deseas sentarte a la derecha con ellos, pero tienes muchos
defectos; con todo, serás purificado de estos defectos tuyos; sí, y
todos los que no son de ánimo indeciso, serán purificados de todos sus
pecados en este día.»
Cuando hubo dicho esto,
ella deseaba partir; pero, cayendo a sus pies, yo le rogué por el Señor
que me mostrara la visión que me había prometido. Entonces ella me tomó
de nuevo por la mano, y me levantó, y me hizo sentar en el sofá en el
lado izquierdo, en tanto que ella se sentaba en el derecho. Y levantando
una especie de vara reluciente, me dijo: «¿Ves algo muy grande?» Y yo
le dije: «Señora, no veo nada.» Ella me dijo: «Mira, ¿no ves enfrente
de ti una gran torre que es edificada sobre las aguas, de piedras
cuadradas relucientes?» Y la torre era edificada cuadrada por los seis jóvenes
que habían venido con ella. Y muchísimos otros traían piedras, y
algunos de ellos de lo profundo del mar y otros de la tierra, y las iban
entregando a los seis jóvenes. Y éstos las tomaban y edificaban. Las
piedras que eran arrastradas del abismo las colocaban, en cada caso, tal
como eran, en el edificio, porque ya se les había dado forma; y encajaban
en sus junturas con las otras piedras; y se adherían tan juntas la una a
la otra que no se podía ver la juntura; y el edificio de la torre daba la
impresión como si fuera edificado de una sola piedra. Pero, en cuanto a
las otras piedras que eran traídas de tierra firme, algunas las echaban a
un lado, otras las ponían en el edificio, y otras las hacían pedazos y
las lanzaban lejos de la torre. Había también muchas piedras echadas
alrededor de la torre, y no las usaban para el edificio; porque algunas
tenían moho, otras estaban resquebrajadas, otras eran demasiado pequeñas,
y otras eran blancas y redondas y no encajaban en el edificio. Y vi otras
piedras echadas a distancia de la torre, y caían en el camino y, con
todo, no se quedaban en el camino, sino que iban a parar a un lugar donde
no había camino; y otras caían en el fuego y ardían allí; y otras caían
cerca de las aguas y, pese a todo, no podían rodar dentro del agua,
aunque deseaban rodar y llegar al agua.
[11]
III. Cuando ella me hubo mostrado estas
cosas, quería irse con prisa. Yo le dije: «Señora, ¿qué ventaja tengo
en haber visto estas cosas, si no sé lo que significan?» Ella me contestó
y me dijo: «Tú eres muy curioso, al desear conocer todo lo que se
refiere a la torre.» «Sí, señora», le dije, «para que pueda
anunciarlo a mis hermanos, y que ellos [puedan gozarse más y] cuando
oigan [estas cosas] puedan conocer al Señor en gran gloria.» Entonces me
dijo: «Muchos (las) oirán; pero cuando oigan, algunos estarán contentos
y otros llorarán. Sin embargo, incluso estos últimos, si oyen y se
arrepienten, también estarán contentos. Oye, pues, las parábolas de la
torre; porque te revelaré todas estas cosas. Y no me molestes más sobre
la revelación; porque estas revelaciones tienen un término, siendo así
que ya han sido completadas. No obstante, no cesarás de pedirme
revelaciones; porque eres muy atrevido.
»La torre, que ves que
se está edificando, soy yo misma, la Iglesia, a quien viste antes y ves
ahora. Pregunta, pues, lo que quieras respecto a la torre, y te lo revelaré,
para que puedas gozarte con los santos.» Yo le digo: «Señora, como me
consideraste digno, una vez por todas, de revelarme todas estas cosas, revélamelas.»
Entonces ella me dijo: «Todo lo que se te pueda revelar, se te revelará.
Sólo que tu corazón esté con Dios, y no haya dudas en tu mente sobre
las cosas que veas.» Le pregunté: «¿Por qué es edificada la torre
sobre las aguas, señora?» «Ya te lo dije antes», dijo ella, «y
verdaderamente tú inquieres diligentemente. Así que por tus preguntas
descubrirás la verdad. Oye, pues, por qué la torre es edificada sobre
las aguas: es porque vuestra vida es salvada y será salvada por el agua.
Pero la torre ha sido fundada por la palabra del Todopoderoso y el Nombre
glorioso, y es fortalecida por el poder invisible del Señor.»
[12]
IV. Yo le contesté y le dije: «Señora,
esto es grande y maravilloso. Pero los seis jóvenes que edifican, ¿quiénes
son, señora?»
«Estos son los santos
ángeles de Dios, que fueron creados antes que cosa alguna; a ellos el Señor
entregó toda su creación para que la aumentaran y edificaran, y para ser
señores de toda la creación. Por sus manos, pues, es realizada la
edificación de la torre.». «Y ¿quiénes son los otros que acarrean las
piedras?» «Son también ángeles de Dios; pero estos seis son superiores
a ellos. El edificio de la torre, pues, será terminado, y todos juntos se
regocijarán en el corazón (cuando estén) alrededor de la torre, y
glorificarán a Dios que la edificación de la torre haya sido realizada.»
Yo inquirí de ella, diciendo: «Señora, me gustaría saber con respecto
al fin de las piedras y su poder, de qué clase son.» Ella me contestó y
dijo: «No es que tú entre todos los hombres seas especialmente digno de
que te sea revelado; porque hay otros antes que tú, y mejores que tú, a
los cuales deberían haber sido reveladas estas visiones. Pero para que
sea glorificado el nombre de Dios, se te ha revelado y se te revelará,
por causa de los de ánimo indeciso, que preguntan en sus corazones si
estas cosas son así o no. Diles, pues, que estas cosas son verdaderas, y
que no hay nada apane de la verdad, sino que todas son firmes, y válidas,
y establecidas sobre un fundamento seguro.
[13]
V. »Oye ahora respecto a las
piedras que entran en el edificio. Las piedras que son cuadradas y
blancas, y que encajan en sus junturas, éstas son los apóstoles y
obispos y maestros y diáconos que andan según la santidad de Dios, y
ejercen su oficio de obispo, de maestro y diácono en pureza y santidad
para los elegidos de Dios, algunos de los cuales ya duermen y otros están
vivos todavía. Y, debido a que siempre están de acuerdo entre sí,
tuvieron paz entre sí y se escucharon el uno al otro. Por tanto, sus
junturas encajan en el edificio de la torre.» «Pero hay las que son
sacadas de la profundidad del mar, y colocadas en el edificio y que
encajan en sus junturas con las otras piedras que ya estaban colocadas; éstos,
¿quiénes son?» «Estos son los que han sufrido por el nombre del Señor.»
«Pero las otras piedras que son traídas de tierra seca, me gustaría
saber quiénes son éstos, señora.» Ella contestó: «Los que entran en
el edificio, y todavía no están labrados, a éstos el Señor ha aprobado
porque anduvieron en la rectitud del Señor y ejecutaron rectamente sus
mandamientos.» «Pero los que van siendo traídos y colocados en el
edificio, ¿quiénes son?» «Son jóvenes en la fe, y fieles; pero fueron
advertidos por los ángeles que obren bien, porque en ellos fue hallada
maldad.» «Pero los que fueron desechados y puestos a un lado, ¿quiénes
son?» «Estos han pecado, y desean arrepentirse, por tanto no son
lanzados a gran distancia de la torre, porque serán útiles para la
edificación si se arrepienten. Los que se arrepienten, pues, silo hacen,
serán fuertes en la fe si se arrepienten ahora en tanto que se construye
la torre. Este privilegio lo tienen solamente los que se hallan cerca de
la torre.
[14]
VI. »Pero, ¿quisieras saber acerca de
los que son hechos pedazos y lanzados fuera de la torre? Estos son los
hijos del libertinaje. Estos recibieron la fe hipócritamente, y no hubo
maldad que no se hallara en ellos. Por tanto, no tienen salvación, porque
no son útiles para edificar, por razón de su maldad. Por tanto son
desmenuzados y tirados por causa de la ira del Señor, porque le
provocaron a ira. En cuanto al resto de las piedras que tú has visto
echadas en gran número y que no entran en el edificio, de ellas, las que
son mohosas son las que conocieron la verdad, pero no permanecieron en
ella ni se mantuvieron adheridos a los santos. Por lo tanto, son
inservibles.»
«Pero las que están
resquebrajadas, ¿quiénes son?» «Estos son los que tienen discordia en
su corazón el uno respecto al otro, y no hay paz entre ellos; tienen una
apariencia de paz, pero cuando se separan el uno del otro, los malos
pensamientos permanecen en sus corazones. Éstas son las rajas que tienen
las piedras. Pero las que están cortadas y son más pequeñas, éstos han
creído, y tienen su mayor parte en justicia, pero hay en ellos partes de
iniquidad; por tanto, son demasiado pequeñas, y no son perfectas.»
«Pero, ¿quiénes son,
señora, las piedras blancas y redondas que no encajaron en el edificio?»
Ella me contestó: «¿Hasta cuándo vas a seguir siendo necio y obtuso, y
lo preguntarás todo, y no entenderás nada? Éstos son los que tienen fe,
pero también tienen las riquezas de este mundo. Cuando viene la tribulación,
niegan a su Señor por razón de sus riquezas y sus negocios.» Y yo
contesté y le dije: «¿Cuándo serán, pues, útiles en el edificio?»
Ella me contestó: «Cuando les sean quitadas las riquezas que hacen
descarriar sus almas, entonces serán útiles a Dios. Porque tal como la
piedra redonda, a menos que sea cortada y pierda alguna parte de sí
misma, no puede ser cuadrada, del mismo modo los que son ricos en este
mundo, a menos que sus riquezas les sean quitadas, no pueden ser útiles
al Señor. Aprende primero de ti mismo. Cuando tenías riquezas no eras útil;
pero ahora eres útil y provechoso para vida. Sé útil a Dios, porque tú
mismo también eres sacado de las mismas piedras.
[15]
VII. »Pero las otras piedras que viste
echadas lejos de la torre y que caen en el camino y van a parar fuera del
camino a las regiones en que no hay camino, éstos son los que han creído,
pero por razón de su corazón indeciso han abandonado el verdadero
camino. De esta manera, ellos, pensando que pueden hallar un camino mejor,
se extravían y son gravemente afligidos, cuando andan por las regiones en
que no hay camino. Pero los que caen en el fuego y son quemados, éstos
son los que finalmente se rebelaron contra el Dios vivo, y ya no entró más
en sus corazones el arrepentirse, por causa de sus deseos atrevidos y de
las maldades que han obrado. Pero los otros, que caen cerca de las aguas
y, con todo, no pueden rodar al agua, ¿quieres saber cuáles son? Estos
son los que han oído la palabra y quisieran ser bautizados en el nombre
del Señor. Luego, cuando recapacitan sobre la pureza requerida por la
verdad, cambian de opinión y vuelven a sus malos deseos.» Así terminó
ella la explicación de la torre. Siendo yo importuno todavía, le pregunté
aún si para todas aquellas piedras que fueron rechazadas y no encajaban
en el edificio de la torre había arrepentimiento y un lugar en esta
torre. «Pueden arrepentirse», me dijo, «pero no pueden encajar en esta
torre. Serán encajados en otro lugar mucho más humilde, pero no hasta
que hayan sufrido tormentos por esta razón y hayan cumplido los días de
sus pecados. Y serán sacados por esta razón, porque participaron en la
Palabra justa; y entonces serán aliviados de sus tormentos si se
arrepienten de los actos malos que han cometido; pero si éstos no les
llegan al corazón, no son salvos a causa de la dureza de sus corazones.»
[16]
VIII. Cuando cesé de preguntarle sobre
todas estas cosas, pues, ella me dijo: «¿Quisieras ver otra cosa?»
Teniendo deseos de contemplarla, me gocé en gran manera de poder verla.
Ella me miró, y sonrió, y me dijo: «¿Ves a siete mujeres alrededor de
la torre?» «Las veo, señora», le dije. «Esta torre es sostenida por
ellas, según orden del Señor. Oye ahora sus ocupaciones. La primera, la
mujer de las manos fuertes, se llama Fe, por medio de la cual son salvados
los elegidos de Dios. Y la segunda, la que está ceñida y tiene el
aspecto enérgico de un hombre, se llama Continencia; es la hija de la Fe.
Todo el que la sigue, pues, será feliz en su vida, porque se abstendrá
de todo acto malo, creyendo que, si se abstiene de todo mal deseo, heredará
la vida eterna.» «Y las otras, señora, ¿quiénes son?» «Son hijas la
una de la otra. El nombre de la primera es Sencillez; el de la siguiente,
Conocimiento; la próxima es Inocencia; la otra, Reverencia; la siguiente,
Amor. Cuando tú, pues, hagas todas las obras de su madre, podrás vivir.»
«Me gustaría saber, señora», le dije, «qué poder tiene cada una de
ellas.» «Escucha, pues», dijo ella, «los poderes que tienen. Sus
poderes son dominados cada una por la otra, y se siguen una a otra en el
orden en que nacieron. De Fe nace Continencia; de Continencia,
Simplicidad; de Simplicidad, Inocencia; de Inocencia, Reverencia; de
Reverencia, Conocimiento; de Conocimiento, Amor. Sus obras, pues, son
puras y reverentes y divinas. Todo aquel que sirva a estas mujeres, y
tenga poder para dominar sus obras, tendrá su morada en la torre con los
santos de Dios.» Entonces le pregunté, con respecto a las sazones, si la
consumación es ya ahora. Pero ella gritó en alta voz: «Necio, ¿no ves
que la torre va siendo construida? Cuando la torre haya sido edificada,
habrá llegado el fin; pero será edificada rápidamente. No me hagas más
preguntas: este recordatorio es suficiente para ti y para los santos, y es
la renovación de vuestros espíritus. Pero no te fue revelado sólo a ti,
sino para que puedas mostrar estas cosas a todos. Después de tres días
-porque tú has de entender primero, y te encargo, Hermas, con las
palabras que voy a decirte- (a ti te encargo) di todas estas cosas a los oídos
de los santos, para que las oigan y las hagan y puedan ser purificados de
sus maldades, y tú mismo con ellos.
[17]
IX. »Oídme, hijos míos. Os crié en
mucha simplicidad e inocencia y reverencia, por medio de la misericordia
del Señor, que instiló justicia en vosotros, para que pudierais ser
justificados y santificados de toda maldad y perversidad. Ahora pues, oídme
y haya paz entre vosotros, y tened consideración el uno al otro, y
ayudaos el uno al otro, y no participéis de lo creado por Dios a solas en
la abundancia, sino también compartid con los que están en necesidad.
Porque algunos, a causa de sus excesos en la comida, acarrean debilidad a
la carne, y dañan su carne, mientras que la carne de los que no tienen
nada que comer es dañada por no tener suficiente nutrición, y su cuerpo
es echado a perder. Este exclusivismo, pues, es perjudicial para vosotros
los que tenéis y no compartís con los que tienen necesidad. Advenid el
juicio que viene. Así pues, los que tenéis más que suficiente, buscad a
los hambrientos, en tanto que la torre no está terminada; porque una vez
que la torre haya sido terminada, desearéis hacer bien y no hallaréis
oportunidad de hacerlo. Mirad, pues, los que os alegráis en vuestra
riqueza, que los que están en necesidad no giman, y su gemido se eleve al
Señor, y vosotros con vuestra [abundancia de] cosas buenas halléis
cerrada la puerta de la torre. Ahora, pues, os digo a vosotros los que
gobernáis la Iglesia y que ocupáis sus asientos principales, no seáis
como los charlatanes. Los charlatanes, verdaderamente, llevan sus drogas
en cajas, pero vosotros lleváis vuestra droga y vuestro veneno en el
corazón. Estáis endurecidos, y no queréis limpiar vuestros corazones, y
mezclar vuestra sabiduría en un corazón limpio, para que podáis
conseguir misericordia del Gran Rey. Mirad, pues, hijos, que estas
divisiones no os priven de vuestra vida. ¿Cómo es posible que queráis
instruir a los elegidos del Señor, en tanto que vosotros no tenéis
instrucción? Instruíos unos a otros, pues, y tened paz entre vosotros,
que yo también pueda estar contento delante del Padre, y dar cuenta de
todos vosotros a vuestro Señor.»
[18]
X. Así pues, cuando ella hubo cesado
de hablarme, los seis jóvenes que edificaban vinieron y se la llevaron a
la torre, y otros cuatro levantaron el sofá y se lo llevaron también a
la torre. No les vila cara a éstos, porque la tenían vuelta al otro
lado. Y cuando ella se iba, yo le pedí que me revelara qué significaban
las tres formas en que ella se me había aparecido. Ella me contestó y
dijo: «Con respecto a estas cosas has de preguntar a otro, para que
puedan serte reveladas.» Pues yo la vi, hermanos, en mi primera visión
del año pasado, como una mujer muy anciana y sentada en una silla. En la
segunda visión su rostro era juvenil, pero su carne y su cabello eran añosos,
y me hablaba estando de pie; y ella estaba más contenta que antes. Pero
en la tercera visión era del todo joven y de extraordinaria hermosura, y
sólo su cabello se veía de edad; y estaba contenta en gran manera y
sentada sobre un sofá. Y yo estaba muy deseoso de saber la revelación de
estas cosas. Y veo a la anciana en una visión de la noche, diciéndome:
«Toda pregunta requiere humildad. Ayuna, pues, y recibirás del Señor lo
que has pedido.» Así que ayuné un día; y aquella noche se me apareció
un joven y me dijo: «Siendo así que insistes pidiendo revelaciones,
vigila que con tu mucho preguntar no dañes tu carne. Bástente estas
revelaciones. ¿No puedes ver otras revelaciones más poderosas que las
que has visto?» Y yo le dije en respuesta: «Señor, sólo pregunto una
cosa, con respecto a las tres formas de la anciana: que me sea concedida
una revelación completa.» El me dijo como respuesta: «¿Hasta cuándo
serás sin entendimiento? Es tu ánimo indeciso que hace que no tengas
entendimiento, y que tu corazón no esté puesto hacia el Señor.» Yo le
contesté y le dije de nuevo: «De ti, Señor, sabré las cosas con más
precisión.»
[19]
XI. «Escucha», me dijo, «con
referencia a las tres formas sobre las cuales preguntas. En la primera
visión, ¿por qué no se te apareció como una anciana y sentada en una
silla? Porque tu espíritu era añoso, y ya decaído, y no tenía poder
por razón de tus debilidades y actos de indecisión. Porque como un
anciano, no teniendo ya esperanza de renovar su juventud, no espera nada
sino caer dormido, así vosotros también, siendo debilitados con las
cosas de este mundo, os entregáis a lamentaciones, y no echáis vuestros
cuidados sobre el Señor, sino que vuestro espíritu está quebrantado, y
sois achacosos con vuestras aflicciones.» «¿Por qué, pues, estaba
sentada en una silla, quisiera saber, Señor?» «Porque toda persona débil
se sienta en una silla por causa de su debilidad, para que sea sostenida
la debilidad de su cuerpo. Así que tú tienes el simbolismo de la primera
visión.
[20]
XII. »Pero en la segunda visión la
viste de pie, y con el rostro más juvenil y más alegre que antes; pero
su carne y su cabello eran añosos. Escucha esta parábola también», me
dijo. «Imagfnate a un anciano que ha perdido toda esperanza de sí mismo,
por razón de su debilidad y su pobreza, y no espera nada más que su último
día en la vida. De repente le dejan una herencia. Oye las noticias, se
levanta y, lleno de gozo, se viste con energia, y ya no está echado, sino
de pie, y su espíritu, que estaba quebrantado hace un momento por razón
de sus circunstancias anteriores, es renovado otra vez, y ya no está
sentado, sino que se siente animoso; así también era contigo, cuando oíste
la revelación que el Señor te reveló. Porque Él tuvo compasión de ti,
y renovó tus ánimos, y puso a un lado tus dolencias, y te vino fuerza, y
fuiste hecho poderoso en la fe, yel Señor se regocijó en verte
fortalecido. Y, por tanto, El te mostró la edificación de la torre; si,
y también otras cosas te mostrará si de todo corazón tenéis paz entre
vosotros.
[21]
XIII. »Pero en la tercera visión la
viste más joven y hermosa y alegre, y su forma hermosa. Porque tal como
uno que está lamentándose, al recibir buenas noticias, inmediatamente
olvida sus penas anteriores y no admite nada sino las noticias que ha oído,
y es fortalecido por ellas en lo que es bueno, y su espíritu es renovado
por razón del gozo que ha recibido, del mismo modo también vosotros habéis
recibido una renovación de vuestros espíritus al ver estas cosas buenas.
Y si la viste sentada en un sofá, la posición es firme; porque el sofá
tiene cuatro patas y se mantiene firme; porque el mundo también es
sostenido por medio de cuatro elementos. Así pues, los que se han
arrepentido plenamente serán jóvenes de nuevo, y afianzados firmemente,
siendo así que se han arrepentido de todo su corazón. Ahí tienes la
revelación entera y completa. No pidas más revelaciones; pero si aún te
falta algo, te será revelado.»
Visión
Cuarta
[22]
I. La cuarta visión la vi,
hermanos, veinte días después de la anterior que había tenido, y era un
tipo de la tribulación inminente. Yo andaba por la Vía de la Campania,
hacia el campo. Desde la carretera (al lugar adonde iba) hay unos diez
estadios; el terreno es fácil de andar. Iba solo, y rogaba al Señor que
completara las revelaciones y las visiones que me había mostrado por
medio de su santa Iglesia, para que Él me fortaleciera a mí mismo y
diera arrepentimiento a sus siervos que han tropezado, para que su Nombre
grande y glorioso pueda ser glorificado, pues me había considerado digno
de mostrarme sus maravillas. Y mientras le daba gloria y acción de
gracias, me contestó como si fuera el sonido de una voz: «No dudes en tu
mente, Hermas.» Empecé a preguntarme y decirme: «¿Cómo puedo dudar en
mi mente siendo así que he sido tan firmemente afianzado por el Señor y
he visto cosas gloriosas?» Y seguí un poco adelante, hermanos, y he aquí,
vi una nube de polvo que se levantaba hacia el cielo, y empecé a decirme:
«¿Es posible que sea ganado que se acerca, y levanten una nube de polvo?»,
porque estaba.a un estadio de distancia. Cuando la nube de polvo se fue
haciendo cada vez mayor, sospeché que se trataba de algo sobrenatural.
Entonces el sol brilló un poco, y he aquí, vi una gran bestia como un
monstruo marino, y de su boca salían langostas de fuego. Y la bestia tenía
unos cien pies de longitud, y su cabeza era como si fuera de arcilla. Y
empecé a llorar y a rogar al Señor que me rescatara de ella. Y recordé
la palabra que había oído: «No tengas dudas en tu mente, Hermas.» Así
que, hermanos, habiéndome revestido de la fe del Señor y recordado las
obras poderosas que Él me había enseñado, cobré ánimos y me dirigí
hacia la bestia. Ahora bien, la bestia se acercaba con tal furia que podría
haber dejado en ruinas una ciudad. Llegué cerca de ella, y aunque el
monstruo era enorme, se tendió en el suelo, y meramente sacó la lengua y
no se movió en lo más mínimo hasta que yo hube pasado por su lado. Y la
bestia tenía en su cabeza cuatro colores: negro, luego color de fuego y
sangre, luego oro, luego blanco.
[23]
II. Así pues, una vez hube pasado la
bestia y avanzado unos treinta pasos, he aquí, vino hacia mí una virgen
ataviada como si saliera de la cámara nupcial, toda blanca y con
sandalias blancas, velada hasta la frente, y la cobertura de su cabeza era
un turbante, y su cabello era blanco. Sabía por visiones anteriores que
era la Iglesia, y me alegré algo. Ella me saludó y me dijo: «Buenos días,
buen hombre»; yo la saludé a mi vez: «Buenos días, señora.» Ella me
contestó y me dijo: «¿No has encontrado nada?» Yo le dije: «Señora,
una bestia enorme, que podría haber destruido pueblos enteros; pero, por
el poder del Señor y por su gran misericordia, escapé de ella.» «Tú
escapaste de ella, cieno», dijo ella, «porque pusiste en Dios todos tus
cuidados, y abriste tu corazón al Señor, creyendo que puedes ser salvado
sólo por medio de su Nombre grande y glorioso. Por tanto, el Señor envió
a su ángel, que está sobre las bestias, cuyo nombre es Segri, y le
cerró la boca para que no pudiera causarte daño. Tú has escapado de
una gran tribulación por causa de tu fe, y porque, aunque viste una
bestia tan inmensa, no dudaste en tu mente. Ve, pues, y declara a los
elegidos del Señor sus obras poderosas, y diles que esta bestia es un
tipo de la gran tribulación que ha de venir. Por tanto, si os preparáis
de antemano, y os arrepentís (y os volvéis) al Señor de todo corazón,
podréis escapar de ella si vuestro corazón es hecho puro y sin mácula y
si durante el resto de los días de vuestra vida servís al Señor de modo
intachable. Echa tus cuidados sobre el Señor y Él se hará cargo de
ellos. Confiad en el Señor, hombres de poco ánimo, porque El puede hacer
todas las cosas, sí, puede apanar su ira de vosotros, y también enviar
sus plagas sobre vosotros los que sois de ánimo indeciso. Ay de aquellos
que oyen estas palabras y son desobedientes; sería mejor para ellos que
no hubieran nacido.»
[24]
III. Le pregunté con respecto a los
cuatro colores que la bestia tenía sobre la cabeza. Entonces ella me
contestó y me dijo: «Otra vez eres curioso sobre estas cosas.» «Sí,
señora», le dije, «hazme saber qué son estas cosas.» «Escucha», me
dijo; «el negro es este mundo en el cual vivís; y el fuego y el color
del fuego y la sangre muestran que este mundo perecerá a sangre y fuego;
y el dorado son los que han escapado de este mundo. Porque así como el
oro es probado por el fuego y es hecho útil, así también vosotros [que
habitáis en él] sois probados. Los que permanecen y pasan por el fuego
serán purificados por él. Porque como el oro pierde su escoria, así
vosotros también vais a desprenderos de toda aflicción y tribulación, y
seréis purificados, y seréis útiles para la edificación de la torre.
Pero la parte blanca es la edad venidera, en la cual residirán los
elegidos de Dios; porque los elegidos de Dios serán sin mancha y puros
para la vida eterna. Por lo tanto, no ceses de hablar a los oídos de los
santos. Ahora tenéis el simbolismo también de la tribulación que se
avecina potente. Pero si estáis dispuestos, no será nada. Recordad las
cosas que han sido escritas de antemano.» Con estas palabras partió, y
no vi en qué dirección había partido; porque se hizo un ruido; y me
volví atemorizado, pensando que la bestia venía hacia mí.
Visión
Quinta
[25]
Mientras oraba en la casa y estaba sentado en el sofá, entró
un hombre de rostro glorioso, vestido como un pastor, envuelto en una piel
blanca, y con su zurrón al hombro y un cayado en la mano. Y me saludó, y
yo le devolví el saludo. E inmediatamente se sentó a mi lado y me dijo:
«Me ha enviado el ángel más santo, para que viva contigo el resto de
los días de tu vida.» Yo pensé que había venido a tentarme y le dije:
«¿Por qué?, ¿quién eres? Porque sé», le dije, «a quién he sido
confiado.» Él me dijo: «¿No me reconoces?» «No», le contesté. «Yo»,
me dijo, «soy el pastor a quien has sido confiado.» En tanto que me
estaba hablando, su forma cambió, y le reconocí como el mismo a quien
había sido confiado; e inmediatamente quedé confundido, y el temor se
apoderó de mí, y quedé anonadado por la aflicción de haberle
contestado de modo tan malvado e insensato. Pero él me contestó y dijo:
«No te quedes azorado, sino sé confirmado en los mandamientos que estoy
a punto de darte. Porque yo he sido enviado», dijo, «para mostrarte de
nuevo las cosas que viste antes, en especial las que sean convenientes
para ti. Ante todo, escribe mis mandamientos y mis parábolas; y las otras
cosas las escribirás según te mostraré. Y me dijo: La razón por la que
te mando que escribas primero los mandamientos y las parábolas es que
puedas leerlas sobre la marcha, y así puedas guardarlas.» Así que
escribí los mandamientos y las parábolas, tal como me mandó. Por tanto,
si, cuando las oís, las guardáis y andáis en ellas, y las hacéis con
el corazón puro, recibiréis del Señor todas las cosas que Él ha
prometido; pero si, cuando las oís, no os arrepentís, sino que añadís
todavía a vuestros pecados, recibiréis del Señor lo opuesto. Todas
estas cosas me mandó que escribiera el pastor, el ángel del
arrepentimiento.
Primer
Mandato
[26]
«Ante todo, cree que Dios es uno, y que Él creó todas las
cosas y las puso en orden, y trajo todas las cosas de la no existencia al
ser, que comprende,todas las cosas siendo Él solo incomprensible. Cree en
Él, pues, y témele, y en este temor ejerce dominio sobre ti mismo.
Guarda estas cosas, y te verás libre de toda maldad, y serás revestido
de toda excelencia y justicia, y vivirás para Dios si guardas este
mandamiento.»
Segundo
Mandato
[27]
Y me dijo: «Mantén la simplicidad y la inocencia, y serás
como un niño pequeño, que no conoce la maldad que destruye la vida de
los hombres. Ante todo, no digas mal de ningún hombre, ni tengas placer
en escuchar a un calumniador. De otro modo, tú que escuchas serás también
responsable del pecado de aquel que habla mal, si crees la calumnia que
oyes; porque, al creerla, tú también tendrás algo que decir contra tu
hermano. Así que serás responsable del pecado del que dice el mal. La
calumnia es mala; es un demonio inquieto, que nunca está en paz, sino que
siempre se halla entre divisiones. Abstente, pues, de ella, y tendrás paz
en todo tiempo con todos los hombres. Pero revístete de reverencia, en la
cual no hay tropiezo, sino que todas las cosas son suaves y alegres. Haz
lo que es bueno, y de todas tus labores, que Dios te da, da a todos los
que están en necesidad generosamente, sin hacer preguntas sobre a quién
has de dar y a quién no has de dar. Da a todos, porque Dios desea que
todos reciban de su abundancia. Los que reciben, pues, tendrán que dar
cuenta a Dios de por qué lo han recibido y a qué fin; porque los que
reciben en necesidad no serán juzgados, pero los que reciben con
pretextos simulados recibirán el castigo. Así pues, el que da es
inocente; porque como recibe del Señor el servicio a ejecutar, lo ha
ejecutado en sinceridad, sin hacer distinción entre a quién da y a quién
no da. Esta ministración, pues, cuando es ejecutada sinceramente, pasa a
ser gloriosa a la vista de Dios. El que ministra así sinceramente, pues,
vivirá para Dios. Por tanto, guarda este mandamiento que te he dado: que
tu propio arrepentimiento y el de tu casa puedan ser hallados sinceros, y
[tu] corazón puro y sin mancha.»
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