domingo, 23 de marzo de 2014

EL PASTOR DE HERMAS (III)


Parábolas que me explicó
[Parábola primera]
[50] Me dijo: «Sabéis que vosotros los siervos de Dios estáis viviendo en un país extranjero; porque vuestra ciudad está muy lejos de esta ciudad. Así pues, si conocéis vuestra ciudad, en la cual viviréis, ¿por qué os procuráis campos aquí, y hacéis costosas preparaciones, y acumuláis edificios y habitaciones que son superfluos? Por tanto, el que prepara estas cosas para esta ciudad no tiene intención de regresar a su propia ciudad. ¡Oh hombre necio, de ánimo indeciso y desgraciado!, ¿no ves que todas estas cosas son extrañas, y están bajo el poder de otro? Porque el señor de esta ciudad dirá: "No quiero que éste resida en mi ciudad; vete de esta ciudad, porque no te conformas a mis leyes." Tú, pues, que tienes campos y moradas y muchas otras posesiones, cuando serás echado por él, ¿qué harás con tu campo y tu casa y todas las otras cosas que has preparado para ti? Porque el señor de este país te dice con justicia: "O bien te conformas a mis leyes, o abandonas mi país." ¿Qué harás, pues, tú que estás bajo la ley de tu propia ciudad? ¿Por amor a tus campos y el resto de tus posesiones repudiarás tu ley y andarás conforme a la de esta ciudad? Vigila que no te sea inconveniente el repudiar tu ley; porque si quieres regresar de nuevo a tu propia ciudad, con toda seguridad no serás recibido [porque has repudiado la ley de tu ciudad], y se te excluirá de ella. Vigila, pues; como residente en una tierra extraña no prepares más para ti, como no sea lo estrictamente necesario y suficiente, y está preparado para que, cuando el señor de esta ciudad desee echarte por tu oposición a su ley, puedas partir de esta ciudad e ir a tu propia ciudad, y usar tu propia ley gozosamente, libre de toda ofensa. Procura, pues, que sirvas a Dios y le tengas en tu corazón; haz las obras de Dios teniendo en cuenta sus mandamientos y las promesas que Él ha hecho, y cree en Él que Él las realizará si guardas sus mandamientos. Por tanto, en vez de campos, compra almas que estén en tribulación, como puede cada cual, y visita a las viudas y los huérfanos, y no lo descuides; y gasta tus riquezas y todos tus recursos, que has recibido de Dios, en campos y casas de esta clase. Porque para este fin os ha enriquecido el Señor, para que podáis ejecutar estos servicios suyos. Es mucho mejor comprax campos [y posesiones] y casas de esta clase, que hallarás en tu propia ciudad cuando vayas a residir a ella. Este dispendio abuñdante es hermoso y gozoso y no trae tristeza ni temor, sino gozo. El gasto del pagano, pues, no lo practiques; porque no es conveniente para los siervos de Dios. Sino practica tu propio dispendio en el cual puedes gozarte; y no corrompas, ni toques lo que es de otro, ni lo desees; porque es malo desear las posesiones de otro. Pero ejecuta tu propia tarea y serás salvo.»
Otra Parábola [segunda]
[51] Mientras andaba por el campo noté un olmo y una vid, y estando distinguiéndolos a los dos y a sus frutos, el pastor se me apareció y me dijo: «¿Qué estás meditando dentro de ti?» «Estoy pensando, [señor]», le dije, «sobre el olmo y la vid, que son en extremo apropiados el uno al otro.» «Estos dos árboles», me dijo, «son designados como un (ejemplo) para los siervos de Dios.» «Quisiera saber [señor]», le dije, «el ejemplo contenido en estos árboles de los cuales estás hablando.» «Mira», me dijo, «el olmo y la vid.» «Los veo, señor», le dije. «Esta vid», dijo él, «da fruto, pero el olmo es de un tronco que no produce fruto. Con todo, esta vid, a menos que se encarame por el olmo, no puede llevar mucho fruto cuando se arrastra por el suelo; y el fruto que produce entonces es malo, porque no está suspendida del olmo. Cuando la vid se adhiere al olmo, pues, da fruto de sí y desde el olmo. Ves, pues, que el olmo también da [mucho] fruto, no menos que la vid, sino más aún.» «¿Cuánto más, señor?», pregunté yo. «Porque», dijo él, «la vid, cuando cuelga del olmo, da fruto en abundancia y en buena condición; pero cuando se arrastra por el suelo, da poco fruto y éste se pudre. Esta parábola, por lo tanto, es aplicable a los siervos de Dios, a los pobres y a los ricos por un igual.» «¿Cómo?, señor», le pregunté; «dímelo». «Escucha», contestó; «el rico tiene mucha riqueza pero en las cosas del Señor es pobre, pues las riquezas le distraen y su confesión e intercesión al Señor es muy escasa; y aun cuando da, es poco y débil, y no tiene poder de arriba. Así pues, cuando el rico va al pobre y le ayuda en sus necesidades, creyendo que por lo que hace al pobre recibirá recompensa de Dios —porque el pobre es rico en intercesión [y confesión], y su intercesión tiene gran poder con Dios—, el rico, pues, suple todas las cosas al pobre sin titubear. Pero el pobre, siendo provisto por el rico, hace intercesión por él, dando gracias a Dios por el (rico) que le ha dado a él. Y el otro es todavía más celoso de ayudar al pobre, para que pueda seguir viviendo; porque sabe que la intercesión del pobre es aceptable y rica delante de Dios. Los dos, pues, cumplen su obra; el pobre haciendo intercesión, en que es rico [y que él recibe del Señor]; y la devuelve, otra vez, al Señor que se la proporciona. El rico, también, de igual manera provee al pobre, sin vacilar, las riquezas que ha recibido del Señor. Y esta obra es grande y aceptable a Dios, porque (el rico) entiende (el objeto) de sus riquezas, y provee para el pobre de los tesoros del Señor, y realiza el servicio del Señor rectamente. A la vista de los hombres, pues, el olmo parece no llevar fruto, y no saben ni perciben que si viene una sequía, el olmo, teniendo agua, nutrirá a la vid, y la vid, teniendo provisión constante de agua, dará doble cantidad de fruto, tanto para sí como para el olmo. De la misma manera el pobre, al interceder ante el Señor por el rico, afianza sus riquezas, y también el rico, supliendo las necesidades del pobre, afianza su alma. Así pues, los dos participan en la obra justa. Por tanto, el que hace estas cosas no será abandonado por Dios, sino que será inscrito en los libros de los vivos. Bienaventurados son los ricos que entienden también que son enriquecidos por el Señor. Porque los que piensan así podrán hacer una buena obra.»
Otra Parábola [tercera]
[52] Y me mostró muchos árboles que no tenían hojas, sino que me parecía a mí como si estuvieran secos; porque todos parecían lo mismo. Y él me dijo: «¿Ves estos árboles?» «Los veo, señor», le dije; «todos son iguales, y están secos.» El me contestó y me dijo: «Estos árboles que ves son los que residen en este mundo.» «¿Por qué es así, señor», le pregunté, «que es como si estuvieran secos, y todos igual?» «Porque en este mundo, ni el justo es distinguible ni el pecador; todos son iguales. Porque este mundo es invierno para el justo, y no son distinguibles, pues residen con los pecadores. Porque así como en el invierno los árboles, habiendo perdido sus hojas, son semejantes, y no se puede distinguir cuáles están secos y cuáles están vivos, así también en este mundo, ni el justo ni los pecadores son distinguibles, sino que todos son iguales.»
Otra Parábola [cuarta]
[53] Y me volvió a mostrar muchos árboles, algunos que estaban brotando, otros secos, y me dijo: «¿Ves estos árboles?» «Los veo, señor», le contesté; «algunos están brotando y otros están secos.» «Estos árboles», me contestó, «que están brotando son los justos, que residirán en el mundo venidero; porque el mundo venidero es verano para los justos, pero invierno para los pecadores. Así, cuando la misericordia del Señor resplandezca, entonces los que sirven a Dios serán manifestados; sí, y todos los hombres serán manifestados. Porque como en verano los frutos de cada árbol son manifestados, y son reconocidos y se distingue de qué clase son, así también los frutos de los justos serán manifestados, y todos [incluso el más pequeño] se verá que florecen en el otro mundo. Pero los gentiles y los pecadores, tal como viste los árboles que estaban secos, así se hallarán también, secos y sin fruto, en el otro mundo, y serán quemados como combustible, y serán puestos de manifiesto, porque su conducta cuando vivían había sido mala. Porque los pecadores serán quemados, porque pecaron y no se arrepintieron; y los gentiles serán quemados, porque no conocieron al que les había creado. Da, pues, fruto, para que en el verano pueda ser conocido tu fruto. Pero abs-tente del exceso de negocios, y nunca caerás en pecado alguno. Porque los que están ocupados en exceso, pecan mucho también, siendo distraídos de sus ocupaciones, y en modo alguno sirven a su propio Señor. ¿Cómo es posible», preguntó él, «que un hombre tal pueda pedir algo del Señor y recibirlo, siendo así que no sirve al Señor? [Porque] los que le sirven, éstos recibirán sus peticiones, pero los que no sirven al Señor, éstos no recibirán nada. Pero si alguno se ocupa de una sola acción, es capaz de servir al Señor; porque su mente no es desviada de (seguir) al Señor, sino que le sirve, porque guarda su mente pura. Por consiguiente, si haces estas cosas, podrás dar fruto para el mundo venidero; sí, y todo el que hace estas cosas dará fruto.»
Otra Parábola [quinta]
[54] I. Mientras estaba ayunando y sentado en cierta montaña, y dando gracias al Señor por todo lo que Él había hecho por mí, vi al pastor sentado junto a mí, que me decía: «¿Por qué vienes aquí tan temprano por la mañana?» «Señor», le contesté, «porque estoy guardando "una temporada"» Y me preguntó: «¿Qué es "una temporada"?» «Estoy ayunando, señor», le contesté. «¿Y qué es este ayuno», dijo él, [que estás observando]?» «El que estoy acostumbrado a observar, señor», dije yo; «así ayuno.» Y me contestó: «No sabes cómo ayunar ante el Señor, ni es ayuno este ayuno sin provecho ni valor que estas haciendo ante Él.» «¿Por qué, señor», pregunté yo, «dices esto?» «Te digo», me contestó, «que esto que observas no es un ayuno; pero yo te enseñaré que es un ayuno completo y aceptable al Señor. Escucha», dijo; «Dios no desea un ayuno tan vano; porque al ayunar así ante Dios no haces nada por la justicia. Pero observa [ante Dios] un ayuno así: no hagas maldad en tu vida, y sirve al Señor de puro corazón; observa sus mandamientos y anda en sus ordenanzas, y que ningún mal deseo se levante en tu corazón; sino cree en Dios. Entonces, si haces estas cosas y le temes y te abstienes de todo mal, vivirás para Dios; y si haces estas cosas, guardarás un gran ayuno, un ayuno aceptable a Dios.
[55] II. »Escucha la parábola que te contaré con relación al ayuno. Cierto hombre tenía una hacienda, muchos esclavos, y una porción de su hacienda la había plantado de viñas; y escogiendo a cierto esclavo que era de confianza y agradable (y) tenido en honor, llamándole, le dijo: "Toma esta viña [que yo he plantado] y ponle una valla alrededor [hasta que yo venga], pero no hagas nada más a la viña. Ahora bien, guarda este mi mandamiento, y serás libre en mi casa." Entonces el amo de los siervos se fue a viajar al extranjero. Cuando se hubo ido, el siervo puso una valla, alrededor de la viña; y habiendo terminado de poner el vallado a la viña notó que estaba llena de malas hierbas. Así que razonó dentro de sí: "Esta orden de mi señor ya la he cumplido. Ahora voy a cavar esta viña, y estará más limpia cuando termine; y cuando no tenga malas hierbas rendirá más fruto, porque no será ahogada por las malas hierbas." Así que cayó la viña, y todas las raíces que había en la viña fueron arrancadas. Y la viña se veía limpia y floreciente cuando no tenía raíces que la ahogaban. Después de cieno tiempo el amo del siervo [y de la finca] regresó y fue a ver la viña. Y viendo la viña con su vallado alrededor, y [todas] las malas hierbas arrancadas, y las vides floreciendo, se regocijó [muchísimo] por lo que el siervo había hecho. Así que llamó a su querido hijo, que era su heredero, y los amigos que eran sus consejeros, y les dijo lo que él había mandado a su siervo, y cuánto había encontrado. Y ellos se regocijaron con el siervo por el testimonio que su amo había dado de él. Y el amo les dijo: "Yo prometí a este siervo la libertad si él guardaba los mandamientos que le había mandado; pero él guardó mis mandamientos e hizo una buena obra, además, a la viña, y me agradó muchísimo. Por esta obra que ha hecho, pues, deseo hacerle coheredero con mi hijo, porque, cuando tuvo esta buena idea, no la descuidó, sino que la cumplió." El hijo del amo estuvo de acuerdo con este propósito de su padre, que el siervo debía ser hecho coheredero con el hijo. Después de algunos días, su amo hizo una fiesta, y le envió muchos manjares exquisitos de la fiesta. Pero cuando el siervo recibió [los manjares que le enviaba el amo], tomó lo que era suficiente para él y distribuyó el resto entre sus consiervos. Y sus consiervos, cuando hubieron recibido los manjares, se regocijaron, y empezaron a orar por él, para que pudiera hallar mayor favor ante el amo, porque los había tratado con largueza. Su amo oyó todas estas cosas que tuvieron lugar, y de nuevo se regocijó sobremanera de su acto. Así, el amo llamó de nuevo a sus amigos y a su hijo, y les anunció lo que el siervo había hecho con respecto a los manjares que había recibido; y ellos aprobaron todavía más su decisión, que su siervo debía ser hecho coheredero con su hijo.»


                                 
[56] III. Yo le dije: «Señor, no comprendo estas parábolas, ni puedo captarlas, a menos que me las expliques.» «Te lo explicaré todo», me dijo; «y te mostraré todas las cosas que te diga. Guarda los mandamientos del Señor, y serás agradable a Dios, y serás contado entre el número de los que guardan sus mandamientos. Pero si haces algo bueno aparte del mandamiento de Dios, ganarás para ti una gloria más excelente, y serás más glorioso a la vista de Dios que si no lo hubieras hecho. Así pues, si mientras guardas los mandamientos de Dios añades estos servicios también, te regocijarás si los observas en conformidad con mi mandamiento.» Yo le dije: «Señor, todo lo que me mandaste lo guardaré; porque sé que tú estás conmigo.» «Yo estaré contigo», me dijo él, «porque tú tienes tanto celo por hacer lo bueno; sí, y yo estaré con todos los que tienen un celo semejante. Este ayuno», dijo él, «si se guardan los mandamientos del Señor, es bueno. Esta es, pues, la manera en que has de guardar este ayuno [que estás a punto de observar]. Ante todo, guárdate de toda mala palabra y de todo mal deseo, y purifica tu corazón de todas las vanidades de este mundo. Si guardas estas cosas, este ayuno será perfecto para ti. Y así harás. Habiendo cumplido lo que está escrito, en el día en que ayunes no probarás sino pan y agua; y contarás el importe de lo que habrías gastado en la comida aquel día, y lo darás a una viuda o a un huérfano, o a uno que tenga necesidad, y así pondrás en humildad tu alma, para que el que ha recibido de tu humildad pueda satisfacer su propia alma, y pueda orar por ti al Señor. Así pues, si cumples así tu ayuno, según te ha mandado, tu sacrificio será aceptable a la vista de Dios, y este ayuno será registrado; y el servicio realizado así es hermoso y gozoso y aceptable al Señor. Estas cosas observarás, tú y tus hijos y toda tu casa; y, observándolas, serás bendecido; sí, y todos los que lo oigan y lo vean serán bendecidos, y todas las cosas que pidan al Señor las recibirán.»
[57] IV. Le rogué mucho que me explicara la parábola de la hacienda y del amo, y de la viña, y del siervo que puso vallado a la viña, [y del vallado], y de las malas hierbas que había arrancado de la viña, y del hijo, y de los amigos los consejeros. Porque me di cuenta que todas estas cosas eran una parábola. Pero él me contestó y dijo: «Eres excesivamente importuno con tus preguntas. No deberías», [dijo él], «hacer ninguna pregunta en absoluto; porque si es justo que se te explique una cosa, se te explicará.» Y le dije: «Señor, todas las cosas que me muestres y no me las expliques las habré visto en vano.» Pero de nuevo me contestó, diciendo: «Todo el que es un siervo de Dios, y tiene a su Señor en su corazón, pide entendimiento de Él y lo recibe, e interpreta cada parábola, y las palabras que el Señor dice en parábola le son dadas a conocer. Pero todos aquellos que son lentos y débiles en la intercesión, éstos vacilan en preguntar al Señor. Pero el Señor es abundante en compasión, y da a los que le piden sin cesar. Pero tú, que has sido vigorizado por el santo ángel, y has recibido estos (poderes de) intercesión, y no eres descuidado, ¿por qué, pues, no pides entendimiento al Señor, y lo obtienes de Él?» Yo le dije: «Señor, yo que te tengo a ti conmigo (sólo) tengo que preguntarte a ti e inquirir de ti; porque tú me muestras todas las cosas, y me hablas; pero si yo las hubiera de ver u ofr aparte de ti, habría pedido al Señor que me fueran mostradas.»
[58] V. «Ya te dije hace un momento», continuó, «que tú eres poco escrupuloso e importuno al inquirir sobre las interpretaciones de las parábolas. Pero como eres tan obstinado, voy a interpretarte la parábola de la hacienda y todo lo que la acompaña, para que puedas darla a conocer a todos. Oye, ahora, y entiende. La hacienda es este mundo, y el señor de la hacienda es el que creó todas las cosas, y las ordenó, y las dotó de su poder, y el siervo es el Hijo de Dios, y las vides son este pueblo a quien Él mismo plantó; y las vallas son los [santos] ángeles del Señor que guardan juntos a su pueblo; y las malas hierbas, que son arrancadas de la viña, son las transgresiones de los siervos de Dios; y los manjares que Él envió de la fiesta son los mandamientos que Él dio a su pueblo por medio de su Hijo; y los amigos y consejeros son los santos ángeles que fueron creados primero; y la ausencia del amo es el tiempo que queda hasta su venida.» Yo le dije: «Señor, grandes y maravillosas son todas las cosas, y todas las cosas son gloriosas; ¿había alguna probabilidad, pues, de que yo pudiera haberlas captado?» «No, ni ningún otro hombre, aunque estuviera lleno de entendimiento, podría haberlas captado.» «Con todo, señor», insistí, «explícame lo que estoy a punto de inquirir de ti.» «Sigue», me dijo, «si deseas algo.» «¿Por qué, [Señor]», dije yo, «es el Hijo de Dios representado en esta parábola en la forma de un siervo?»
                                      
[59] VI. «Escucha», me contestó; «el Hijo de Dios no está representado en la forma de un siervo, sino que está representado en gran poder y señorío.» «¿Cómo, señor?», dije yo; «no lo comprendo.» «Porque», dijo él, «Dios plantó la viña, esto es, creó al pueblo y lo entregó a su Hijo. Y el Hijo colocó a los ángeles a cargo de ellos, para que velaran sobre ellos; y el Hijo mismo limpió sus pecados, trabajando mucho y soportando muchas labores; porque cavar sin trabajar o esforzarse. Habiendo, pues, Él limpiado a su pueblo, les mostró los caminos de vida, dándoles la ley que Él recibió de su Padre. Ves, pues», me dijo, «que Él es el mismo Señor del pueblo, habiendo recibido todo el poder de su Padre. Pero escucha en qué forma el señor tomó a su hijo y sus gloriosos ángeles como consejeros respecto a la herencia del siervo. Dios hizo que el Espíritu Santo preexistente, que creó toda la creación, morara en carne que Él deseó. Esta carne, pues, en que reside el Espíritu Santo, fue sometida al Espíritu, andando honorablemente en santidad y pureza, sin contaminar en modo alguno al Espíritu. Cuando hubo vivido, pues, honorablemente en castidad, y trabajado con el Espíritu, y hubo cooperado con él en todo, comportándose él mismo osada y valerosamente, Él lo escogió como colaborador con el Espíritu Santo; porque el curso de esta carne agradó [al Señor], siendo así que, poseyendo el Espíritu Santo, no fue contaminado en la tierra. Por tanto, tomó a su Hijo como consejero y a los gloriosos ángeles también, para que esta carne, además, habiendo servido al Espíritu intachablemente, pudiera tener algún lugar de residencia, y no pareciera que había perdido la recompensa por su servicio; porque toda carne que es hallada sin contaminación ni mancha, en que reside el Espíritu Santo, recibirá una recompensa. Ahora tienes la interpretación de esta parábola también.»
[60] VII. «Estoy muy contento, señor», le dije, «de ofr esta interpretación.» «Escucha ahora», dijo él. «Guarda esta tu carne pura e incontaminada, para que el Espíritu que reside en ella pueda dar testimonio de ella, y tu carne pueda ser justificada. Procura que nunca entre en tu corazón que esta carne tuya es perecedera, y con ello abuses de ella en alguna contaminación. [Porque] si tú contaminas tu carne, contaminarás al Espíritu Santo también; pero si contaminas + la carne +, no vivirás.» «Pero, señor», dije yo, «si ha habido alguna ignorancia en tiempos pasados, antes de haber oído estas palabras, ¿cómo será salvado un hombre que ha contaminado su carne?» «Sólo Dios tiene poder de sanar los antiguos hechos de ignorancia», dijo él, «porque toda autoridad es suya. [Pero ahora guárdate, y el Señor Todopoderoso, que está lleno de compasión, dará curación para los antiguos hechos de ignorancia] si a partir de ahora no contaminas tu carne ni el Espíritu; porque ambos comparten en común, y el uno no puede ser contaminado sin el otro. Por tanto, mantente puro, y vivirás para Dios.»
Sexta Parábola
[61] I. Estando sentado en mi casa, y glorificando a Dios por todas las cosas que había visto; y considerando, respecto a los mandamientos, que eran hermosos y poderosos y gozosos y gloriosos y capaces de salvar el alma de un hombre, dije para mí: "Bienaventurado seré si ando en estos mandamientos; sí, y todo el que ande en ellos será bienaventurado". Mientras decía estas cosas dentro de mí, súbitamente vi que él estaba sentado junto a mí, y me decía lo siguiente: «¿Por qué eres de ánimo indeciso con respecto a los mandamientos que yo te he mandado? Son hermosos. No dudes en absoluto; pero revístete de la fe del Señor, y andarás en ellos. Porque yo voy a corroborarte en ellos. Estos mandamientos son apropiados para los que intentan arrepentirse; porque si no andan en ellos, su arrepentimiento es vano. Los que os arrepentís, pues, arrojad de vosotros las maldades de este mundo que os oprimen; y, revistiéndoos de toda excelencia de justicia, podréis observar estos mandamientos y no añadir más a vuestros pecados. Si no añadís, pues, ningún otro pecado, os apartaréis de vuestros pecados anteriores. Andad, pues, en estos mandamientos míos, y viviréis para Dios. Estas cosas ya te las he dicho [todas].» Y después que él me hubo dicho estas cosas, me dijo: «Vayamos al campo, y te mostraré los pastores de las ovejas.» «Vayamos, señor», le contesté. Y fuimos a cierta llanura, y él me mostró a un joven, un pastor, vestido con un leve manto de color de azafrán; y estaba apacentando un gran número de ovejas, y estas ovejas se veía que estaban bien alimentadas y eran muy retozonas, y estaban contentas y daban saltos de un lado a otro; y el mismo pastor estaba muy contento acerca de su rebaño; y la misma mirada del pastor era alegre en extremo; y corría por entre las ovejas.
[62] II. Y me dijo: «¿Ves este pastor?» «Le veo, señor», le contesté. «Éste es el ángel de la indulgencia propia y del engaño», me dijo. «Destruye las almas de los siervos de Dios, y las pervierte de la verdad, descarriándolas con malos deseos, en los cuales perecen. Porque se olvidan de los mandamientos del Dios vivo, y andan en engaños vanos y actos de complacencia propia, y son destruidos por este ángel, algunos de ellos a muerte, y otros a corrupción.» Y yo le dije: «Señor, no comprendo lo que esto significa: "a muerte" y "a corrupción".» «Escucha», me dijo; «las ovejas que viste contentas y juguetonas, son las que se han apartado de Dios por completo, y se han entregado a sus propios deleites y deseos de este mundo. En ellas, pues, no hay arrepentimiento para vida. Porque el Nombre de Dios es blasfemado entre ellas. La vida de estas personas es muerte. Pero las ovejas que viste que no están dando saltos, sino que están paciendo en un lugar, éstas son las que se han entregado a actos de autoindulgencia y engaño, pero no han pronunciado ninguna blasfemia contra el Señor. Estas, pues, han sido corrompidas de la verdad. En éstas hay esperanza de arrepentimiento, por el cual pueden vivir. La corrupción, por tanto, tiene esperanza de una renovación posible, pero la muerte tiene destrucción eterna.» Y seguimos un poco más adelante, y me mostró un gran pastor, como un hombre tosco en apariencia, con una gran piel de cabra, blanca, echada sobre su cuerpo; y tenía una especie de zurrón sobre los hombros, y un cayado muy duro, con nudos en él, y un gran látigo. Y su mirada era muy agria, de modo que tuve miedo de él a causa de su mirada. Este pastor, entonces, fue recibiendo del pastor joven aquellas ovejas juguetonas y bien alimentadas, pero que no saltaban, y las ponía en cierto lugar que era muy abrupto y cubierto de espinos y zarzas, de modo que las ovejas no podían desenredarse de los espinos y zarzas, sino que [se enmarañaban entre los espinos y zarzas. Y así estas ovejas] pacían enmarañadas en los espinos y zarzas, y su estado era en extremo desgraciado, pues él las azotaba; y las hacía avanzar de un lado a otro, sin darles descanso, y en conjunto aquellas ovejas lo pasaban muy mal.
[63] III. Cuando las vi tan maltratadas por el látigo y desgraciadas, me dio pena su situación, porque eran atormentadas y no tenían reposo alguno. Y dije al pastor que estaba hablando conmigo: «Señor, ¿quién es este pastor, que es [tan] cruel y severo, y no tiene la menor compasión de estas ovejas?» «Este», me dijo, «es el ángel del castigo, y es uno de los ángeles justos, y preside sobre el castigo. Así que recibe a los que se apartan de Dios y van en pos de sus concupiscencias y engaños en esta vida, y los castiga, según merecen, con castigos espantosos y variados.» «Me gustaría saber de qué clase son estos castigos diversos, señor», le dije. «Escucha», me respondió; «las diversas torturas y castigos son torturas que pertenecen a la vida presente; porque algunos son castigados con pérdidas, y otros con necesidades, y otros con enfermedades variadas, y otros con [toda clase] de turbaciones, y otros con insultos de personas dignas y con sufrimiento en muchos otros aspectos. Porque muchos, viéndose perturbados en sus planes, ponen mano en muchas cosas, y nada les prospera. Y entonces ellos dicen que no prosperan en sus actos, y no entra en sus corazones que han cometido malas acciones, sino que echan la culpa al Señor. Cuando son afligidos, pues, con toda clase de aflicción, entonces me los entregan a mí para recibir buena instrucción, y son corroborados en la fe del Señor, y sirven al Señor con un corazón puro el resto de los días de su vida. Y cuando se arrepienten, las malas obras que han hecho se levantan en sus corazones, y entonces glorifican a Dios, diciendo que Él es un Juez justo, y que sufren justamente cada uno según sus actos. Y sirven al Señor a partir de entonces con un corazón puro, y prosperan en sus actos, recibiendo del Señor todas las cosas que piden; y entonces glorifican al Señor porque les ha entregado a mí y ya no sufren ningún mal.»
                                            
[64] IV. Y yo le digo: «Señor, declárame más sobre esta cuestión.» «~,Qué es lo que quieres saber?», me preguntó. «Señor, dime silos que viven en la autoindulgencia y son engañados sufren tormentos durante el mismo período de tiempo en que han vivido en la autoindulgencia y son engañados.» El me contestó: «Sufren tormentos durante el mismo período de tiempo.» Y le dije yo: «Entonces, señor, sufren tormentos muy leves; porque los que viven así en autoindulgencia y se olvidan de Dios deberían ser atormentados a razón de siete por uno.» Él me dijo: «Tú eres un necio, y no comprendes el poder del tormento.» «Es verdad», le respondí, «porque si lo hubiera comprendido, no te habría pedido que me lo declararas.» «Escucha», me dijo: «el poder de los dos, [de la autoindulgencia y del tormento]. El tiempo de la autoindulgencia y el engaño es una hora. Pero una hora de tormento tiene el poder de. treinta días. Si uno vive en la autoindulgencia y es engañado durante un día, y es atormentado un día, el día de tormento es equivalente a todo un año. Porque un hombre es atormentado durante tantos años como días ha vivido en la autoindulgencia. Ves, pues», me dijo «que el tiempo de la autoindulgencia y el engaño es muy corto, pero el tiempo del castigo y el tormento es largo.»
[65] V. «Señor», le dije, «como no comprendo del todo lo que hace referencia al tiempo del engaño y la auto indulgencia y tormento, muéstramelo más claramente.» Él me respondió y me dijo: «La necedad está pegada a ti; porque no quieres limpiar tu corazón y servir a Dios. Vigila», [me dijo], «que el tiempo no se cumpla y seas hallado en tu necedad. Escucha, pues», [me dijo], «según quieres, para poder comprender esto. El que vive en la autoindulgencia y es engañado durante un día, y hace lo que quiere, está revestido de mucha locura y no comprende lo que está haciendo; porque el día de mañana olvida lo que hizo el día anterior. Porque la autoindulgencia y el engaño, por razón de su locura, no tienen recuerdos con los cuales revestirse; pero cuando el castigo y el tormento están unidos al hombre durante un solo día, este hombre es castigado y atormentado durante todo un año; porque el castigo y el tormento tienen recuerdos prolongados. Así que, siendo atormentado y castigado durante todo un año, el hombre recuerda largo tiempo su autoindulgencia y engaño, y se da cuenta de que es a causa de ellas que está sufriendo estos males. Todo hombre que vive en la autoindulgencia y es engañado, pues, es atormentado de esta manera porque, aunque posee la vida, se ha entregado a sí mismo a la muerte.» «¿Qué clase de autoindulgencia es perjudicial, señor?» «Toda acción que hace con placer es autoindulgencia para el hombre», me contestó; «para el hombre irascible, cuando da rienda suelta a su pasión, es autoindulgencia; y el adúltero y el borracho y el calumniador y el mentiroso y el avaro y el defraudador y el que hace cosas semejantes a éstas, da las riendas a su pasión peculiar, por lo que es autoindulgente en su acción. Todos estos hábitos de autoindulgencia son perjudiciales para los siervos de Dios; a causa de estos engaños sufren, pues, los que son castigados y atormentados. Pero hay hábitos de autoindulgencia, también, que salvan a los hombres; porque muchos son autoindulgentes en hacer bien, siendo arrastrados por el placer que les produce. Esta autoindulgencia, por consiguiente, es conveniente para los siervos de Dios, y trae vida a un hombre de esta disposición; pero las autoindulgencias perjudiciales antes mencionadas producen a los hombres tormentos y castigos; y si continúan en ellas y no se arrepienten, les acarrean la muerte.»

 
Séptima Parábola
[66] Después de unos días le vi en la misma llanura donde había visto también a los pastores, y me dijo: «¿Qué buscas?» «Señor», le contesté, «estoy aquí para que mandes al pastor que castiga que salga de mi casa; porque me aflige mucho.» «Te es necesario», me dijo, «ser afligido; porque así lo ha ordenado respecto a ti el ángel glonoso, porque quiere que seas probado.» «¿Por qué?, ¿qué he hecho que sea tan malo, señor», le dije, «que deba ser entregado a este ángel?» «Escucha», me dijo: «Tus pecados son muchos; con todo, no son tantos que hayas de ser entregado a este ángel; pero tu casa ha cometido grandes iniquidades y pecados, y el ángel glorioso está enojado por estos actos, y por esta causa ha mandado que seas afligido durante cierto tiempo, para que ellos puedan también arrepentirse y ser limpiados de todo deseo de este mundo. Por consiguiente, cuando ellos se arrepientan y sean limpiados, entonces el ángel del castigo partirá.» Y yo le dije: «Señor, si ellos han perpetrado estos actos por los que el ángel glorioso está enojado, ¿qué he hecho yo?» «Ellos no pueden ser afligidos de otra manera», dijo él, «a menos que tú, la cabeza de [toda] la casa, seas afligido; porque si tú eres afligido, ellos también por necesidad serán afligidos; pero si tú eres próspero, ellos no pueden sufrir aflicción alguna.» «Pero, mira, señor», le dije, «ellos se han arrepentido de todo corazón.» «Me doy perfecta cuenta», contestó él, «que ellos se han arrepentido de todo corazón; ahora bien, ¿crees tú que los pecados de los que se arrepienten son perdonados inmediatamente? No lo son en modo alguno; sino que la persona que se arrepiente ha de torturar a su propia alma, y ha de ser del todo humilde en cada una de sus acciones, y afligido con toda clase de aflicción; y si soporta las aflicciones que le vienen, sin duda el que creó todas las cosas y las dotó de poder será movido a compasión y concederá algún remedio. Y esto (hará Dios) si en alguna forma ve el corazón del penitente puro de todo mal. Pero es conveniente que tú y toda tu casa seáis afligidos ahora. Pero, ¿por qué platicar tanto contigo? Tú has de ser afligido como ordena el ángel del Señor, el que te entrega a mí; y por esto da gracias al Señor, que te ha considerado digno de que yo te revele de antemano la aflicción, para que sabiéndolo con antelación la soportes con entereza.» Yo le dije: «Señor, sé tú conmigo, y podré soportar toda aflicción [fácilmente].» «Yo estaré contigo», me dijo; «y pediré al ángel que castiga que te aflija más levemente; pero tú serás afligido durante un tiempo corto, y serás restaurado de nuevo a tu casa. Sólo sigue siendo humilde y sirve al Señor con el corazón puro, tú y tus hijos y tu casa, y anda en mis mandamientos que te ordeno, y de este modo será posible que tu arrepentimiento sea fuerte y puro. Y si guardas estos mandamientos con tu casa, será apartada de ti toda aflicción; sí, y la aflicción será apartada de todo aquel que anda en estos mis mandamientos.
Octava Parábola
[67] I. Y me mostró un [gran] sauce, que hacía sombra a llanuras y montañas, y bajo la sombra del sauce se habían congregado los que son llamados por el nombre del Señor. Y junto al sauce había de pie un ángel del Señor, glorioso y muy alto, que tenía una gran hoz, y estaba cortando ramas del sauce, y dándolas a la gente que se resguardaba debajo del sauce; y les daba varas pequeñas de un codo de longitud. Y después que todos hubieron tomado las varas, el ángel puso a un lado la hoz, y el árbol estaba sano, tal como yo lo había visto al principio. Entonces me maravillé dentro de ml y dije: «¿Cómo es posible que el árbol esté sano, después que le han cortado tantas ramas». El pastor me dijo: «No te asombres que el árbol permanezca sano después que se le han cortado tantas ramas?» sino espera hasta que veas todas las cosas, y se te mostrará lo que es.» El ángel que dio las varas a la gente les mandó que se las devolvieran; y tal como cada uno de ellos las había recibido, así también fue citándolos, y cada uno le devolvió la vara. Pero el ángel del Señor las tomaba y las examinaba. De algunos recibía varas secas y como comidas por larvas; el ángel les ordenaba a los que entregaban varas así que se pusieran a un lado. Y otros las entregaban medio marchitas; éstos también eran puestos aparte. Y Otros entregaban varas medio secas y con grietas; éstos eran puestos también aparte. Y otros entregaban sus varas verdes y con grietas; éstos también se quedaban aparte. Y otros entregaban sus varas medio secas y medio verdes; éstos también quedaban aparte. Y otros entregaban las varas dos tercios verdes y la otra tercera parte seca; éstos se quedaban aparte. Y otros entregaban varas con dos panes secas y la tercera verde; éstos también se quedaban aparte. Y otros entregaban sus varas casi todas verdes, pero una pequeña porción seca en el extremo; pero había grietas en ellas; éstos también se quedaban aparte. Y en las de otros había una pequeña parte verde, pero el resto de la vara estaba seca; éstos también estaban aparte. Y otros venían trayendo sus varas verdes, tal como las habían recibido del ángel; y la mayor parte de la multitud entregaba sus varas en este estado; y el ángel se regocijaba en gran manera en éstos; éstos también estaban aparte. Y otros entregaban sus varas verdes y con retoños; éstos también eran puestos aparte; y ante éstos también el ángel se regocijaba grandemente. Y otros entregaban sus varas verdes y con retoños; y los retoños tenían lo que parecía una especie de fruto. Y éstos estaban contentos en extremo de que sus varas estuvieran en este estado. Y sobre éstos el ángel se gozaba, y el pastor estaba muy contento con ellos.
[68] II. Y el ángel del Señor ordenó que trajeran coronas. Y trajeron coronas, hechas como si fuera de ramas de palmera; y coronaba a los hombres que habían entregado las varas que tenían retoños y algo de fruto, y los enviaba a la torre. Y los otros eran también enviados a la torre, a saber, los que habían traído las varas verdes y con retoños, pero los retoños no tenían fruto; y ponía un sello sobre ellos. Y todos los que iban a la torre tenían el mismo vestido, blanco como la nieve. Y los que habían entregado sus varas verdes tal como las habían recibido fueron despedidos, y se les dio un vestido [blanco] y sellos. Después que el ángel hubo terminado estas cosas, dijo al pastor: «Me voy; pero a éstos los enviarás a sus (lugares dentro) de los muros, según lo que cada uno merezca; pero examina las varas cuidadosamente, y envíalos. Mas sé muy cuidadoso al examinarlas. Asegúrate que ninguno escape de ti», le dijo. «Con todo, si alguno se escapa, yo le probaré en el altar.» Cuando hubo dicho esto al pastor se marchó. Y después que el ángel hubo partido, el pastor me dijo: «Tomemos las varas de todos y plantémoslas, para ver si algunas de ellas pueden vivir.» Y, yo le dije: «Señor, estas cosas secas, ¿pueden vivir?» Él me contestó y dijo: «Este árbol es un sauce, y esta clase de árboles se aferra a la vida. Si se plantan las varas y tienen un poco de humedad, muchas de ellas viven. Y después procuremos poner algo de agua sobre ellas. Si alguna de ellas puede vivir, yo me gozaré de ello; pero si no vive, por lo menos no habré sido negligente.» Así que el pastor me mandó que los llamara, a cada uno según estaba colocado. Y ellos vinieron, fila tras fila, y entregaron sus varas al pastor. Y el pastor tomó las varas y las plantó en hileras, y después de haberlas plantado vertió mucha agua sobre ellas, de modo que no se podían ver las varas por el agua. Y después que hubo regado las varas, me dijo: «Vayámonos ahora, y dentro de unos pocos días regresemos e inspeccionemos todas las varas; porque el que ha creado este árbol quiere que vivan todo os que han recibido varas de este árbol. Y yo mismo espero que estas pequeñas varas, después de haber recibido humedad y haber sido regadas, vivan la mayor parte de ellas.»
                                                
[69] III. Y yo le dije: «Señor, infórmame de qué es este árbol. Porque estoy perplejo por su causa, porque aunque se le cortaron tantas ramas, el árbol está sano, y no parece que se le haya cortado ninguna; por tanto, estoy perplejo por ello.» «Escucha», me dijo; «este gran árbol que hace sombra sobre llanuras y montañas y toda la tierra es la ley de Dios, que fue dada a todo el mundo; y esta ley es el Hijo de Dios predicado a todos los extremos de la tierra. Pero el pueblo que está bajo la sombra son los que han oído la predicación y han creído en Él; pero el ángel grande y glorioso es Miguel, que tiene poder sobre esta gente y es su capitán. Porque es él el que pone la ley en los corazones de los creyentes; por tanto, él mismo inspecciona a aquellos a quienes la ha dado, por ver si la han observado. Pero, tú ves las varas de cada uno; porque las varas son la ley. Tú ves muchas de estas varas por completo echadas a perder; y notarás a todos los que no han observado la ley, y verás el lugar (destino) de cada uno en particular.» Yo le dije: «Señor, ¿por qué envió a algunos a la torre y dejó a otros para ti?» El me dijo: «Todos los que transgredieron la ley que han recibido de él, a éstos los ha dejado bajo mi autoridad, para que se arrepientan; pero a cuantos ya han satisfecho la ley y la han observado, a éstos los tiene bajo su propia autoridad.» «¿Quiénes son, pues, señor», le dije, «los que han sido coronados y entrado en la torre?» [«Todos los que han luchado con el diablo y le han vencido en la lucha», me dijo, «éstos son coronados]: éstos son los que han sufrido por la ley. Pero los otros, que también entregaron sus varas verdes y con retoños, aunque no con fruto, son los que fueron perseguidos por la ley pero no sufrieron ni tampoco negaron la ley. Mas los que las entregaron verdes, tal como las habían recibido, son hom bres sobrios y rectos, que anduvieron del todo en un corazón puro y han guardado los mandamientos del Señor. Pero todo lo demás lo sabrás cuando examine estas varas que he plantado y regado.»
[70] IV. Y después de varios días llegamos al lugar, y el pastor se sentó en el lugar del ángel, en tanto que yo estaba de pie a su lado. Y él me dijo: «Cíñete con una ropa de lino crudo, y ayúdame. » Así que me ceñí con una ropa limpia de lino crudo hecha de material tosco. Y cuando me vio ceñido y dispuesto a servirle, me dijo: «Llama a los hombres cuyas varas han sido plantadas, según la fila en que cada un presentó su vara.» Y yo salí a la llanura y los llamé a todos; y ellos estaban de pie según sus filas. Y él les dijo: «Que cada uno arranque su propia vara, y me la traiga.» Y los primeros que la entregaron fueron los que habían tenido las varas secas y agrietadas, y seguían igual: secas y agrietadas. El les ordenó que se quedaran aparte. Luego las entregaron los que las tenían secas pero no agrietadas; y algunos entregaron varas verdes, y otros secas y como roídas por larvas. A los que le dieron varas verdes él les ordenó que se quedaran aparte; pero a los que se las dieron secas y agrietadas les ordenó que se unieran a los primeros. Entonces las entregaron los que tenían las varas medio secas y con grietas; y muchos de ellos las entregaban verdes y sin grietas; y muchos las entregaban verdes y con retoños y fruto en los retoños, como los que habían ido a la torre coronados; y algunos de ellos las entregaban secas y roídas, y algunos secas y no roídas, y algunos tal como eran, medio secas y con grietas. El les ordenó que se pusieran a un lado, algunos en sus propias filas y otros aparte de ellas.
[71] V. Entonces las entregaron los que tenían sus varas verdes pero con grietas. Estos las entregaron todos verdes, y se quedaron en su propia compañía. Y el pastor se regocijó sobre éstos, porque estaban todos cambiados y habían eliminado las grietas. Y las entregaron también los que tenían la mitad verde y la otra mitad seca. Las varas de algunos fueron halladas verdes del todo, las de algunos medio secas, las de y roídas, y las de algunos verdes y con retoños. Estos fueron todos enviados cada uno a su compañía. Luego las entregaron los que tenían dos partes verdes y la otra seca; muchos de ellos las entregaban verdes, y muchos medio secas, y otros secas y roídas. Todos éstos se quedaron en su propia compañía. Luego las entregaron los que tenían dos partes secas y la tercera parte verde. Muchos de ellos las entregaban medio secas, algunos secas y roídas, y otros medio secas y con grietas, y unos pocos verdes. Todos éstos se quedaron en su propia compañía. Luego las entregaron los que habían tenido sus varas verdes pero con una pequeña porción [seca] y con grietas. De éstos, algunos las entregaron verdes, otros verdes y con retoños. Estos también fueron enviados a su propia compañía. Entonces las entregaron los que tenían una pequeña parte verde y las otras partes secas. Las varas de éstos fueron halladas en su mayor parte verdes y con retoños y fruto en los retoños, y otras del todo verdes. Ante estas varas el pastor se regocijó [sobremanera] porque fueron halladas así. Y éstos fueron enviados a su propia compañía.
[72] VI. Cuando [el pastor] hubo examinado las varas de todos, me dijo: «Ya te dije que este árbol es tenaz en mantenerse vivo. ¿Ves», me dijo, «como muchos se arrepintieron y fueron salvados?» «Lo veo, señor», le contesté. Y él me dijo: «Es para que tú puedas ver la abundante compasión del Señor, cuán grande es y gloriosa, y Él ha dado (su) Espíritu a los que eran dignos de arrepentimiento.» «¿Por qué, pues, señor», le pregunté, «no se arrepintieron todos?» «A aquellos cuyo corazón Él vio que estaba a punto de volverse puro y de servirle a Él de todo corazón, Él les dio arrepentimiento; pero a aquellos en los que vio astucia y maldad, que intentaban arrepentirse en hipocresía, a éstos no les dio arrepentimiento, para que no profanaran de nuevo su nombre.» Y yo le dije: «Señor, ahora muéstráme, con referencia a los que han entregado sus varas, qué clase de hombre era cada uno de ellos, y su morada, para que cuando oigan esto los que han creído y recibido el sello y lo han roto y no lo han guardado entero, puedan entender lo que están haciendo, y arrepentirse, recibiendo de ti un sello, y puedan glorificar al Señor, que tuvo compasión de ellos y te envió a ti para renovar su espíritu.» «Escucha», me dijo: «Aquellos cuyas varas fueron halladas secas y comidas de larvas, éstos son los renegados y traidores de la Iglesia, que han blasfemado al Señor en sus pecados, y todavía más, se avergonzaron del Nombre del Señor, que fue invocado sobre ellos. Estos, pues, perecerán del todo para Dios. Pero tú ves también que ninguno de ellos se arrepintió, aunque oyeron las palabras que les dijiste, que yo te había mandado. De hombres de esta clase ha partido la vida. Pero los que entregaron (varas) verdes y sin marchitar, éstos están también cerca de ellos; porque eran hipócritas, y trajeron doctrinas extrañas, y pervirtieron a los siervos de Dios, especialmente a los que no habían pecado, no permitiéndoles que se arrepintieran, sino persuadiéndoles con sus doctrinas insensatas. Éstos, pues, tienen esperanza de arrepentirse. Pero ves que muchos de ellos verdaderamente se han arrepentido desde que tú les hablaste de mis mandamientos; sí, y (otros) todavía se arrepentirán. Y todos los que no se arrepientan, habrán perdido la vida; pero cuantos de ellos se arrepintieron se volvieron buenos; y su morada fue colocada dentro de los primeros muros, y alguno de ellos, incluso, ascendió dentro de la torre. Ves, pues», [me dijo], «que el arrepentimiento de los pecados trae vida, pero el no arrepentirse trae muerte.
                                       
[73] VII. »Pero, en cuanto a los que entregaron (varas) medio secas y con gnetas en ellas, oye respecto a los mismos. Aquellos cuyas varas estaban medio marchitas del todo, eran los indecisos; porque ni viven ni están muertos. Pero los que las tienen medio secas y con grietas, éstos son los indecisos y calumniadores, y nunca están en paz entre sí, sino que siempre causan disensiones. Con todo, incluso éstos», [dijo él], «reciben arrepentimiento. Ves, [me dijo], que algunos de ellos se han arrepentido; y todavía hay», me dijo, «esperanza de arrepentimiento entre ellos. Y todos los que de ellos», me dijo, «se han arrepentido, tienen su residencia dentro de la torre; pero todos los que se han arrepentido tardíamente morarán dentro de los muros; y los que no se arrepintieron, sino que continuaron en sus actos, morirán de muerte. Pero los que han entregado sus varas verdes y con grietas, éstos fueron hallados fieles y buenos en todo tiempo, [pero] tienen cierta emulación los unos de los otros para obtener el primer lugar y gloria de alguna clase; pero todos ellos son necios al mostrar (rivalidad) el uno del otro por los primeros lugares. Pese a todo, éstos también, cuando oyeron mis mandamientos, siendo buenos, se purificaron a si mismos y se arrepintieron rápidamente. Tienen, por tanto, su habitación dentro de la torre. Pero si alguno vuelve otra vez a la disensión, será echado fuera de la torre y perderá su vida. La vida es para todos los que guardan los mandamientos del Señor. Pero en los mandamientos no hay nada sobre los primeros lugares, ni sobre gloria de alguna clase, sino sobre paciencia y humildad en el hombre. En estos hombres, pues, hay la vida del Señor, pero en el sedicioso y libertino hay muerte.
[74] VIII. »Pero los que entregaron sus varas medio verdes y medio secas, éstos son los que están mezclados en negocios y no se unen a los santos. Por lo tanto, la mitad de ellos vive, pero la otra mitad está muerta. Muchos de ellos cuando oyeron mi mandamiento se arrepintieron. Todos los que se arrepintieron tienen su morada dentro de la torre. Pero algunos de ellos están puestos aparte. Estos, pues, no tienen arrepentimiento; porque a causa de sus negocios blasfemaron al Señor y le negaron. Así que perdieron su vida por la maldad que cometieron. Pero muchos de ellos eran de ánimo indeciso. Estos todavía tienen oportunidad para el arrepentimiento; si se arrepienten rápidamente, su morada será dentro de la torre; y si tardan en arrepentirse, morarán dentro de los muros; pero si no se arrepienten, ellos también habrán perdido la vida. Pero los que han entregado varas dos partes verdes y la tercera seca, éstos son los que han negado con negaciones múltiples. Muchos de ellos se han arrepentido, pues, y han partido hacia el interior de la torre; pero muchos se rebelaron del todo contra Dios; éstos perdieron finalmente la vida. Y algunos de ellos eran de ánimo indeciso y causaban disensiones. Para éstos, por tanto, hay arrepentimiento si se arrepienten rápidamente y no siguen en sus placeres; pero si siguen en sus acciones, éstos también se procurarán ellos mismos la muerte.
[75] IX. »Pero los que han entregado sus varas dos tercios secas y un tercio verde, éstos son los que han sido creyentes, pero se hicieron ricos y tuvieron renombre entre los gentiles. Se revistieron de gran orgullo y se volvieron arrogantes, y abandonaron la verdad y no se juntaron con los justos, sino que vivieron del todo a la manera de los gentiles, y su camino les pareció más placentero a ellos; pese a todo no se apartaron de Dios, sino que continuaron en la fe, aunque no hicieron las obras de la fe. Muchos de ellos, por consiguiente, se arrepintieron y tuvieron su habitación dentro de la torre. Pero otros, al final, viviendo con los gentiles y siendo corrompidos por las opiniones vanas de los gentiles, se apartaron de Dios e hicieron las obras de los gentiles. Estos, pues, son nombrados con los gentiles. Pero otros entre ellos eran de ánimo indeciso, no esperando ser salvos por razón de algunos actos que habían cometido; y otros eran indecisos y hacían divisiones entre ellos. Para los que eran indecisos a causa de sus hechos hay todavía arrepentimiento; mas, su arrepentimiento debería ser rápido, para que su morada pueda ser dentro de la torre; pero para los que no se arrepienten, sino que siguen en sus pasiones, la muerte está cerca.
[76] X. »Mas los que entregaron sus varas verdes, pero con el extremo seco y con grietas, son los que fueron hallados en todo tiempo buenos y fieles y gloriosos a la vista de Dios, pero pecaron en un grado leve por causa de deseos triviales y porque tenían algo los unos contra los otros. Pero, cuando oyeron mis palabras la mayor parte se arrepintió rápidamente, y su morada fue asignada dentro de la torre. Pero algunos de ellos eran indecisos, y algunos, siendo indecisos, causaron una mayor disensión. En éstos, por lo tanto, hay todavía esperanza de arrepentimiento, porque fueron hallados buenos; y apenas habrá alguno de ellos que muera. Pero los que entregaron sus varas secas, pero con una pequeña porción verde, éstos son los que creyeron pero practicaron las obras de injusticia. Con todo, no se separaron nunca de Dios, sino que llevaron el nombre alegremente, y alegremente recibieron en sus casas a los siervos de Dios. Así que, al oír de este arrepentimiento, se arrepintieron sin vacilar, y practicaron toda excelencia y justicia. Y algunos de ellos, incluso, sufrieron persecución voluntariamente, sabiendo los hechos que hacían. Todos éstos, por tanto, tendrán su morada en la torre.»
[77] XI. Y después que hubo completado la interpretación de todas las varas, me dijo: «Ve y di a todos los hombres que se arrepientan, y vivirán para Dios; porque el Señor en su compasión me envió a dar arrepentimiento a todos, aunque algunos no lo merecen por sus actos; pero, siendo el Señor paciente, quiere que sean llamados por medio de su Hijo para que sean salvos.» Y le dije: «Señor, espero que todos los que oigan estas palabras se arrepentirán; porque estoy persuadido de que cada uno, cuando conozca plenamente sus propios actos y tema a Dios, se arrepentirá.» El me respondió diciéndome: «Todos cuantos», [dijo él], «se [arrepientan] de todo corazón [y] se limpien de todas las malas acciones antes mencionadas, y no añadan ningún peéado más a los anteriores, recibirán curación del Señor para sus pecados anteflore a menos que sean de ánimo indeciso con respecto a estos mandamientos, y vivirán para Dios. [Pero cuantos añadan a sus pecados», me dijo, «y anden en las concupiscencias de este mundo, se condenarán a sí mismos a muerte.] Pero tú anda en mis mandamientos, y vive [para Dios; sí, y cuantos anden en ellos y obren rectamente, vivirán para Dios.]» Habiéndome mostrado todas estas cosas [y habiéndomelas dicho] me dijo: «Mira, te declararé el resto dentro de unos días.»

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