viernes, 21 de marzo de 2014

Textos de fe para aumentar la nuestra...3

Textos de fe para aumentar la nuestra...
 
Eileen Caddy

Te digo a tí y os digo a todos, sed muy pacientes, perseverantes y persistentes, porque sólo de esta forma se puede alcanzar la meta. Mirad dentro de vuestros corazones, buscad con diligencia y se os mostrará cual es la meta para vosotros.

Cuando tus ojos se hayan abierto, avanza lenta pero constantemente y no permitas que nada se interponga en tu camino. Encontrarás que muchas cosas intentarán detenerte. Aquí es donde la persistencia es tan necesaria. Nunca vaciles.

Debes saber adonde vas; si no te encontrarás completamente perdido. Habrán muchas cosas que te tentarán a salir del camino, que aún te empujarán fuera de él si no estás realmente fuerte y firme. Arrasa con las dificultades porque estás decidido a llegar allí donde debes.

Manténte cerca de Mí. Nunca trates de hacer por tu cuenta lo que tienes que hacer. No permitas que tu corazón se deprima, porque todo está muy bien.

Deja todo en Mis manos. Sigue mis pasos.
 
Madre Teresa de Calcuta

"Nos hace bien dirigirnos a nuestro Señor y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Amo yo tanto a Jesús? ¿Acepto de verdad la alegría de amar compartiendo su pasión?

Porque aún hoy día Jesús sigue buscando a alguien que le ofrezca consuelo. Recordáis lo que ocurrió en Getsemaní: Jesús buscaba a alguien que le hiciese compañía en su agonía.

Algo semejante se proyecta sobre nuestras vidas. ¿Le brindamos la posibilidad de compartir con nosotros su tristeza? ¿Estáis dispuestos a consolarlo?
Viene a vosotros en el hambriento.
Viene a vosotros en el desnudo.
Viene a vosotros en el que carece de compañía.
Viene a vosotros en el alcohólico.
Viene a vosotros en la prostituta.
Viene a vosotros bajo la semblanza de mendigo callejero.
Acaso viene a ti en el padre solo, en la madre, hermana o hermano de tu propia familia.
¿Te muestras dispuesto a compartir con ellos la alegría de amar?
Por eso tenemos necesidad de la eucaristía: para compartir la alegría de amar a Jesús.
Por eso tenemos necesidad de una intensa vida de oración.
Pidamos, pues, a Nuestra Señora que nos enseñe a orar."

***
"No olvidemos que el amor, para poder sobrevivir, tiene que nutrirse de sacrificios. Las palabras de Jesús: "Amaos unos a otros como yo os he amado" no sólo deben constituir una luz, sino una llama que interiormente nos consume.

En el servicio de las necesidades de los pobres, los colaboradores de Cristo deberían prestar una atención especial a los que no se sienten amados y que se ven privados de amor.

Porque la peor de las enfermedades es el sentimiento de no ser deseados, de no ser amados, de sentirse abandonados por todos.

El pecado peor es la falta de amor y de caridad, la tremenda indiferencia hacia los que se encuentran al margen del sistema social, de los que están sometidos a la explotación, a la corrupción, a la necesidad, a la enfermedad.

Hagamos lo posible para que los pobres, viéndonos a nosotros, se sientan atraídos hacia Cristo y que lo inviten a sus hogares y al interior de sus vidas.

Y que los enfermos y sufrientes puedan encontrar en nosotros ángeles de consuelo y de bondad."
Eloi Leclerc


"Hermano León, créeme, repuso Francisco; no te preocupes tanto de la pureza de tu alma. Vuelve la mirada a Dios. Admírale. Regocíjate de que él sea todo santidad. Dale gracias por él mismo. Eso, es hermanito, tener el corazón puro.

Y cuando te hayas vuelto así a Dios, sobre todo no vuelvas a tí. No te preguntes donde estás con Dios. La tristeza de no ser perfecto y de descubrirse pecador es también un sentimiento humano, demasiado humano.

Debes elevar tu mirada más alto, siempre más alto. Existe Dios, la inmensidad de Dios y su inalterable esplendor. El corazón puro es el que no cesa de adorar al Señor vivo y verdadero.

Se interesa profundamente por la vida misma de Dios y es capaz en medio de todas sus miserias de vibrar por la eterna inocencia y el gozo eterno de Dios. Semejante corazón está a la vez desprendido y colmado. Le basta que Dios sea Dios. Y en eso mismo encuentra su paz, todo su placer. Y Dios mismo es entonces toda su santidad.

- Dios sin embargo, reclama nuestro esfuerzo y nuestra fidelidad, observó el hermano León.

- Sí, no hay duda respondió Francisco. Pero la santidad no es una realización de sí mismo, ni una plenitud que uno se da. Es primeramente un vacío que se descubre y se acepta y que Dios viene a colmar en la medida en que uno se abre a su plenitud. Mira, nuestra nada, si se la acepta, se convierte en el espacio libre en el que Dios puede todavía crear. El Señor no deja que nadie le arrebate su gloria.

El es el Señor, el Unico, el solo Santo. Pero él coge al pobre por la mano, le saca de su cieno y hace que se siente entre los príncipes de su pueblo a fin de que vea su gloria. Dios se convierte entonces en el cielo de su alma.

Contemplar la gloria de Dios, hermano León, descubrir que Dios es Dios, eternamente Dios, más allá de lo que nosotros somos o podemos ser, es regocijarse plenamente de lo que él es, extasiarse ante su eterna juventud y darle gracias por él mismo, por su indefectible misericordia; tal es la exigencia más profunda de este amor que el Espíritu del Señor no cesa de difundir en nuestros corazones. Eso es tener el corazón puro. Pero esta pureza no se obtiene a fuerza de puños y de esfuerzos.

-¿Que hacer? preguntó León.

-Sencillamente, no hay que guardar nada de sí mismo. Barrerlo todo. Incluso esta percepción aguda de nuestra miseria. Dejar el sitio limpio. Aceptar ser pobre. Renunciar a todo lo pesado, incluso al peso de nuestras faltas. No ver más que la gloria del Señor y dejar que nos irradie. Dios existe; eso basta. Entonces el corazón se vuelve ligero. No se siente ya a sí mismo, como la
alondra ebria de espacio y firmamento. Ha abandonado todo afán, toda inquietud. Su deseo de perfección se ha cambiado en simple y puro querer de Dios."

Teilhard de Chardin

"No te inquietes por las dificultades de la vida
por sus altibajos, por sus decepciones
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta tí, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos
tanto más fuertemente agarrado,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada
como fuente de energía y criterio de verdad
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado,
triste,
ADORA Y CONFIA..."

Jean Lafrance


Es evidente que quienes claman a Dios día y noche son inmediatamente escuchados. Iba a decir que la respuesta está inscrita en la petición misma. Como dice Jesús: Son escuchados prontamente sin tardar (versículo 8) Incluso antes de que llamen, yo responderé y estando aún hablando serán escuchados, dice el profeta Isaías.

Nosotros clamamos día y noche en la duración y en el tiempo, El responde en el instante, que es equivalente la eternidad. Ahí está la prueba y el combate de la oración. Por eso Dios quiere que oremos sin cesar y desfallecer nunca. El escoge hombres que hagan efectiva y real esta oración, para los cuales la oración es lo único y necesario, la actividad única.

Ellos inscriben esta duración de la oración en su carne y en el tiempo que el Señor les da de vida. Ello equivale a decir que viven como todo el mundo, pero apenas disponen de un momento libre, se sumergen en la oración día y noche.

Si hay que orar siempre sin cansarse, no es tanto para obtener lo que ya hemos recibido como para mantener la llama, igual que el aceite alimenta la lámpara. Padre, te doy gracias porque siempre me escuchas... Más como la oración es ejercicio de fe, sé que al mismo tiempo debo siempre suplicar. La oración es paciencia del amor, por parte de Dios como por parte del hombre; es exceso de fe y por tanto de oración.

Pero el hijo del hombre, cuando venga ¿encontrará fe en la tierra? "


Jean Lafrance


El silencio de Dios es la realidad más dificil de llevar al comienzo de la vida de oración y sin embargo es la única forma de presencia que podemos soportar, pues todavía no estamos preparados para afrontar el fuego de la zarza ardiendo. Es preciso aprender a sentarse, a no hacer nada delante de Dios, sino a esperar y gozarse de estar presente al Presente eterno.

Esto no es brillante, pero si se persevera, irán surgiendo otras cosas en el fondo de este silencio e inmovilidad. ¿Qué sucede en el interior de este silencio? Tan sólo una bajada cada vez más vertiginosa hacia las profundidades de nuestro corazón, donde habita ese misterio de silencio que es Dios.

Por eso hay que callarse, mirar, escuchar, con un amor lleno de deseo. Si supiéramos tan sólo mirar con toda la profundidad de nuestro ser el rostro de Cristo, ese rostro invisible que no podemos ver sino volviéndonos hacia nuestra propia intimidad, y viéndole emerger de ella, quedaríamos deslumbrados ante ese rostro que no se parece a nada a lo que nosotros podemos imaginar.

La perseverancia en la oración, no tiene pues, como objeto enseñarnos ese rostro desde fuera, sino hacernos excavar más profundamente para que surja de nuestra propia profundidad. <<La oración no está fundada en verdad cuando Dios escucha lo que se le pide. Lo es, cuando el que ora continúa rezando hasta que sea él mismo el que escuche lo que Dios quiere. El que ora de verdad no hace más que escuchar>>.

La oración excava nuestro corazón de piedra y hace saltar un la bemol que toca el corazón de Dios. La oración perseverante nos hace alcanzar la verdad de nuestro ser. Para que esta oración brote sinceramente del corazón de un hombre, son necesarios con frecuencia muchos años, porque es la oración de un niño. Se comprende porqué Cristo nos manda hacernos como niños. Si un niño exige alguna cosa a sus padres, ellos no se lo dan o no deberían dárselo
mientras no cambie de actitud; pero si lo pide con dulzura, diciendo: -si os parece bien-, no con los labios, sino desde el fondo del corazón, entonces no se podrán resistir. <<Dios resiste, porque exigimos>>.

El día en que no lo hagamos, lo conseguiremos todo. Nos mostrará su rostro y empezaremos a amar ese rostro. Expliquémonos todavía un poco más sobre este misterio de la súplica, pues es la tela de fondo sobre la cual está tejida toda la enseñanza de Jesús sobre la oración continua. Cuando Jesús nos pide que oremos sin cesar, sin desanimarnos nunca y cuando nos presenta el ejemplo del amigo inoportuno o la parábola del juez que se hace rogar largo tiempo, elige situaciones límites en las que la perseverancia consigue ablandar el corazón del amigo y del juez.<<Dios está siempre al lado del que es duro de oído>>. Y lo traslada inmediatamente al plan del Padre: "Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a El día y noche, y les va a hacer esperar? Os digo que les hará justicia pronto.

Pero, cuando el hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?"

En el misterio de la fe y de la confianza radica todo el secreto de la oración continua. Existe un grado inaudito de confianza y humildad que Dios espera de nosotros para ablandarse. Quiere encontrar corazones humildes y confiados que lleguen hasta el extremo, para ablandarse en la misma medida de su confianza. <<Pedid y recibiréis... Todo lo que pidáis en mi nombre, lo conseguiréis>>."

 (Eileen Caddy - Madre Teresa de Calcuta - Eloi Leclerc - Jean Lafrance)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.