miércoles, 23 de abril de 2014

Becerro.

(heb. êgel y eglâh; gr. mósjos; dámalis, "becerra"). 

En tiempos bíblicos los becerros o terneros se usaban para comer (1S. 28:24) o
para sacrificios (Lv. 9:2).  Pero, en todo el mundo antiguo, los becerros o
toros también servían para representar a los dioses principales y se los
adoraba bajo este símbolo.  En Egipto los hebreos se habrían familiarizado con
la adoración de los bueyes Apis y Mnevis, que representaban a dioses.  Por
ello, cuando desearon una imagen visible de su Dios como las otras naciones,
Aarón hizo una imagen de oro de un becerro (Ex. 32:4; Neh. 9:18).   El contexto
aclara que esta imagen no representaba a un dios extranjero, sino a Yahweh, el
Dios verdadero (Ex. 32:5).  En consecuencia, los hijos de Israel no fueron
reprendidos y castigados por reemplazar a su Dios por otro, sino por hacer un
ídolo y poner a Dios al nivel de los dioses de otras naciones.

69. Relieve hitita de Alaça Hüyük que presenta a una pareja real adorando un
toro sobre un pedestal.

Cuando Jeroboam I fundó el reino del norte, ideó planes para atraer la lealtad
del pueblo y alejarlo de Jerusalén.  Una de las medidas fue construir 2
santuarios, uno en Betel y otro en Dan, en los que puso una imagen de un
becerro para su adoración (1 R. 12:28, 29).  Quizás eligió el becerro por su
familiaridad con el buey Apis de Egipto (11:40), o quiso restituir la adoración
del becerro.  Un relieve de Alaça Hüyük muestra una pareja real hitita en
adoración 149 junto a un altar detrás del cual hay un toro sobre un pedestal
(fig 69).   Su adoración presenta un paralelismo muy estrecho con la de los
becerros en Sinaí, Dan y Betel.

Muchos eruditos consideran que las imágenes de becerros en Israel no eran
consideradas imágenes de Yahweh, sino meramente pedestales para el Dios
invisible (para ello se basan en que muchos dioses hititas, arameos y asirios
son representados en relieve como parados sobre animales, mayormente terneros).
 Sin embargo, el tono de las declaraciones bíblicas condena la idea de que los
becerros de oro sean representaciones de la divinidad, no meramente pedestales
para un ser invisible.  Tal es así que, por boca de sus profetas, Dios condenó
enérgicamente la adoración de los becerros de Betel y Dan.  Envió a un profeta,
cuyo nombre no fue registrado, para reprender al rey Jeroboam inmediatamente
después de haber iniciado ese culto en Israel (1R. 13:1-9).  Más tarde, Oseas y
Amós denunciaron esa forma de idolatría en términos enérgicos como una
degeneración y corrupción de la verdadera adoración (Os. 8:4-6; Am. 4:4; 5:5,
6; 7:9).  Oseas se burló de los hombres que besaban los becerros (Ose. 13:2).

Un trozo de cerámica con inscripciones, encontrado en 1910 por la expedición de
Harvard, contenía el nombre personal glyw, "el becerro de Yahweh" o "Yahweh es
un becerro".  Este nombre, de un ciudadano del reino norteño del s VIII a.C.,
indica que la gente realmente consideraba que el ternero o becerro representaba
a Yahweh.  Su veneración cesó, primero en Dan y luego en Betel, con la
destrucción del reino del norte bajo Tiglat-pileser III, Salmanasar V y Sargón
II.  En un texto desenterrado recientemente en Nimrûd (la Cala bíblica), Sargón
II pretende que en el botín que llevó después de la captura de Samaria estaban
"los dioses, su confianza".  Como estos ídolos eran objetos que se podían
transportar, es muy posible que fueran llevados a Samaria para su protección
antes que comenzara el sitio de la ciudad.  Véanse Buey; Ganado; Toro.

Bib.: C. J. Gadd, Iraq 16 (1954):180.

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