lunes, 7 de abril de 2014

BETANIA (MONTE DE LOS OLIVOS).

De acuerdo con la tradición evangélica, Betania quedaba al este del monte de los Olivos. En cierto modo cabe localizarla un poco mejor mediante su asentamiento en el camino de ida de Jerusalén a Jericó y mediante la “tumba de Lázaro.” Desde aproximadamente el 300 d.C. esa tumba se señala en el mismo sitio; antes del 380 fue ligada a una iglesia. La tumba actual muestra una cámara rupestre con tumbas de banco; es decir, el tipo de sepulcro corriente en tiempo de Jesús. Su autenticidad no puede afirmarse de modo rotundo, pero la localización descansa seguramente en el conocimiento de la ubicación de la antigua Betania, que ha de buscarse en las proximidades de dicha tumba.
La tumba se encuentra en una suave pendiente del ras Essiyah, un monte que precede al monte de los Olivos. Probablemente a todo el macizo se le conocía como “monte de los Olivos.” En cualquier caso, aquí estaba el acceso al monte de los Olivos llegando desde el semidesierto.
La aldea actual se llama el-Azariye (Lugar de Lázaro). Pero su posición — en las inmediaciones de la tumba de Lázaro — difícilmente puede identificarse con la ubicación de la Betania antigua. Si se toma al pie de la letra el dato de Jn 11:18 (según el cual Betania estaba a 15 estadios, es decir, unos 3 km, de Jerusalén), el lugar antiguo habría quedado a un km más al este de la tumba, ya que la tumba en el-Azariye dista aproximadamente 2 km de Jerusalén. Restos del asentamiento — entre los que se cuentan algunas cisternas — confirman dicha ubicación. El uso coetáneo de enterrar a los difuntos fuera de los lugares de vivienda confirmaría así mismo la distancia entre la tumba y la ubicación del lugar antiguo.
En esa zona, 1 km al este de la tumba de Lázaro, habría que ubicar por lo mismo las casas de Marta y María y de Simón el Leproso (cf. Mt 26:6; Mc 14:3). Los diferentes lugares, antiguos y nuevos, donde se venera el recuerdo de la “casa de Marta,” de la “casa de María,” de la “casa de Simón el Leproso,” etc., resultan localizaciones imposibles y caprichosas, aunque las apoye la mejor tradición con gran abundancia de testimonios escritos.
El nombre de “Betania” significa “casa (o lugar) de Ananyá,” en el territorio de la tribu de Benjamín (Neh 11:32), como ha demostrado W.F. Albright, cuya opinión se ha impuesto. Con ello quedan eliminadas todas las explicaciones anteriores (”casa de la miseria,” “casa de Anas,” etc.). Pero sigue sin explicar tanto el motivo como el momento en que el antiguo topónimo de Ananyá fue ampliado con el prefijo bet (casa).
En cierto modo Betania puede considerarse como un lugar rico, o al menos como un lugar con habitantes ricos, cuyos campos se extendían penetrando en el semidesierto.

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