jueves, 17 de abril de 2014

BETZÁTA.

Piscina de Jerusalén, situada al norte de la explanada del templo, cerca de la puerta de las ovejas. San Juan dice que tenía cinco pórticos (Jn 5,2ss). Las excavaciones arqueológicas recientes realizadas por los Padres Blancos han puesto de manifiesto que la piscina era rectangular, de 120 m. de largo por 60 m. de ancho, dividida en dos partes iguales por un pórtico central (Jn 5,3b-4), que hablan de un ángel, que de cuando en cuando iba a remover las aguas, son una interpolación, aunque muy antigua, que obedece al afán de quererlo hacer todo sobrenatural y a la creencia de que toda obra preternatural se hacía por el ministerio de un ángel. Al pasaje hay que darle una explicación natural: se trata de un agua termal medicinal, que, al moverse por reacción propia, tenía virtud curativa, o al menos aliviadora, de enfermedades; los reumas se alivian con ciertos baños, y las enfermedades, que narra San Juan, pueden ser todas ellas efectos del reúma (Jn 5,3b).

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