lunes, 14 de abril de 2014

QUIMERA.


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(Grecia)
A este nombre, que ha tenido una fortuna decididamente mayor que la del monstruo al cual se refería, se le atribuyen distintos significados. Ante todo se designa con este nombre a una fantasía irreal, una aspiración imposible, una creencia vacía. En segundo lugar, en el campo artístico “quimera” es cualquier tema de camafeo en el que varias figuras de seres diferentes estén reunidas en un solo cuerpo, y por tanto un híbrido. Por último, en el campo biológico se denomina así a los resultados de experimentos teratológicos, basados en la hibridación entre especies diferentes. De ahí se concluye que la Quimera se ha convertido en el símbolo por excelencia de la mescolanza irreal de formas y, por metáfora, de lo increíble y de lo imposible.

En su origen, sin embargo, la Quimera no era sino uno de tantos componentes de la estirpe monstruosa de Equidna y Tifón, hermana de Cerbero, de Ortro, de la Esfinge y del león de Nemea. Su origen parece ser antiquísimo, ya que la vemos ya dibujada sobre una placa de vidrio hallada en una tumba micénica, y que se remonta al siglo XII a.C. El nombre pudiera derivar del fenicio chamira, abrasante, o del griego kemion, tormenta, o kimaira, cabrita de un año de edad.
chimera Muy incierta también es su forma, pero en todo caso parece que siempre formaba parte de ella la cabra (como se concluye del nombre), el león (casi todos los hijos de Equidna y Tifón tienen algún carácter leonino) y la serpiente (los dos padres tienen, al menos en parte, forma de ofidio). Sin embargo, estos componentes están distintamente unidos entre sí. A veces la cabeza es de león, el cuerpo de cabra y la cola es de serpiente (y en este caso la quimera tiene por consiguiente dos cabezas); a veces tenemos en cambio un solo cuerpo, de león o de cabra, y tres cabezas, de león, cabra y serpiente; a veces, finalmente, tiene las tres cabezas de los animales pegadas a partes distintas de un único cuerpo, generalmente de león. A este último tipo pertenece la más célebre estatua de la Quimera, la etrusca hallada en Arezzo en el siglo XVI.
El único mito en el que aparece este monstruo, célebre pero de secundaria importancia y difusión, es el de Belerofonte, narrado en la Ilíada (VI, 157-183). El héroe fue deseado por la esposa del rey de Argos, Preto, pero negó sus favores a la mujer. Entonces ésta, enfurecida por la afrenta de verse desdeñada, denunció a Belerofonte al marido, acusándolo de haber tratado de violarla. Preto mandó entonces al héroe a Licia, donde vivía su suegro, rogándole que llevase a este último un mensaje, del que Belerofonte ignoraba el contenido, pero que era su condena de muerte.
chimera3sm Cuando el héroe llegó junto al rey de Licia, fue acogido con grandes honores; pero cuando el rey leyó el mensaje, no pudiendo faltar a los deberes de hospitalidad pensó en pedir al héroe que llevase a cabo algunas empresas, de las cuales pensaba que no saldría vivo. La primera de estas empresas es precisamente matar a la Quimera, lo cual lleva Belerofonte fácilmente a término, gracias además a la ayuda incomparable que le proporcionaba poseer el corcel alado Pegaso. Se dice que Belerofonte llegó a matar al monstruo gracias a una lanza sobre cuya punta había disuelto plomo; la Quimera, con su aliento de fuego, fundió todo el plomo, que la asfixió al solidificarse en su garganta.
Desde la antigüedad se ha pensado que bajo la figura de la Quimera se ocultaba un significado alegórico o se escondía una realidad transfigurada. Plutarco, en el opúsculo Sobre la virtud de las mujeres, afirma que la Quimera no era otra cosa que un pirata licio llamado Quimarros, hombre cruel, cuya nave tenía en la proa la imagen de un león y en la popa la de un dragón. Otra interpretación antigua hacía de la Quimera una montaña que reflejaba los rayos del sol sobre la llanura, hasta el punto de que parecía lanzar llamas de sus hierbas iluminadas: Belerofonte la hizo arrasar. Fulgencio (siglo V-VI) hace de la Quimera el símbolo perfecto del amor: la parte leonina representa la impetuosidad de la fase inicial; la parte cabruna, el goce; y la parte de la serpiente en la cola es el remordimiento que sobreviene cuando uno se da cuenta del pecado que ha cometido. Según el mitógrafo, esta interpretación está respaldada además por el nombre, que lee kym’erotos = fluctuatio amoris (amor cambiante). En el Medievo más tardío, en cambio, la Quimera pasa a simbolizar la prostitución: como nos dice Marbodio (S. XII), tiene cabeza de león, la parte posterior de dragón y la parte central de puro fuego, “imagen que da una clara visión de la naturaleza de la prostituta, ya que para atraer a su presa avanza con la cara de león, simulando cierta apariencia de nobleza y, habiendo atraído con este truco a las víctimas, las devora entre las llamas de su amor”.
color_chimera2 Tampoco en tiempos modernos faltan las interpretaciones heterodoxas. El poeta Robert Graves ve en el aspecto triforme del monstruo una alusión a una división calendarial de época antigua, cuando el año estaba constituido por tres estaciones: la primavera (león), el otoño (cabra) y el invierno (serpiente).
De trasfondo psicológicamente moralista es la interpretación del francés Paul Diel. Para él la Quimera representa “el peligro quimérico de la exaltación imaginativa”, de modo que “quimera” y “exaltación perversa” son sinónimos. Por el contrario, Pegaso, que ayuda a Belerofonte a vencer al monstruo, es el símbolo de la imaginación sublimada, de la imaginación objetivada que eleva al hombre a regiones sublimes.
Es digna de recordarse una inédita descripción de la Quimera que Tomás de Canterbury, citando a un tal Jacobo, y aclarando que se trata de algo distinto del mito nos proporciona de un animal real que vive alrededor de Babilonia y que es muy alto en la parte anterior y bajo en la posterior.

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