miércoles, 30 de julio de 2014

SALAMANQUESA.

               

                Esta palabra surgió hacia el año 1400 a partir de la voz salamandra, bajo el influjo, podría decirse, del vocablo Salamanca. Pero veamos cuál fue el proceso. A la salamandra se le atribuyeron desde la Antigüedad poderes maléficos. Se decía de ella que nacía y vivía a temperaturas altas extremas, como volcanes y lenguas de lava; de ahí que sus raíces griegas -sale, ´agitación´, y mándra, ´gruta´- aludan al fuego brotado de las cavernas. Por ello este animal pasó a ser utilizado con frecuencia en la alquimia y la magia negra durante el Medievo.

                Y aquí entra en juego la ciudad de Salamanca, que en aquel entonces era considerada, según la creencia popular, uno de los centros mundiales del ocultismo, con su universidad como sede principal. Así fue como el vulgo relacionó la voz salamandra con el nombre del centro de enseñanza conocido en latín como Salmantica y, fruto de alteraciones dialectales, creó a partir de aquel términos como salamanquesa, reptil que solía confundirse con el citado anfibio.

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