lunes, 29 de diciembre de 2014

CRISTO Y EL ANTICRISTO

 El anticristo está en la historia
 Para comprender en su significado profundo el tema del Anticristo no basta el recurso a los textos bíblicos que hablan de él, ni la referencia a la macabra historia del uso del término Anticristo con el que los cristianos polemizaban entre sí, Papas contra emperadores, místicos perturbados contra jerarcas de malas costumbres, Lutero contra Roma, el Occidente cristiano contra el Oriente musulmán, etc.  
Cristo y Anticristo
 El tema del Anticristo queda desmitologizado cuando se piensa en el contexto general de la historia de la salvación que cubre toda la historia. Toda la realidad, cósmica y humana, está estigmatizada por una profunda ambigüedad: es la historia del bien y del mal, de la mentira y de la verdad, de la alienación y de la realización. Esa ambigüedad es tan profunda que penetra la estructura más íntima de cada ser.
Puede ser representada por la cabeza de Jano de la mitología romana, una cabeza con dos rostros: uno sonriente que expresa la virtud, la gracia, la jovialidad, y otro cínico que retrata el vicio, el egoísmo y el orgullo. Esa misma paradoja constituye la narración de la cizaña y del trigo tal como la enseñaba Jesús (Mt 13,24-43). Y así seguirá sucediendo hasta la consumación de los tiempos. «Historia anceps, historia bifrons», historia con dos frentes, observaba San Agustín: una, «civitas Dei» y otra, la «civitas terrena» o la «civitas diaboli». «Perplexae quippe sunt istae duae civitates invicemque permixtae», como decía en una genial formulación («De civ. Dei», 1,35; 11,1 ; 19,26); estas ciudades son diferentes pero están entremezcladas. El misterio de la iniquidad (2 Tes 2,7) crece al lado del misterio de la piedad (1 Tim 3,16). El proceso histórico está constituido por el embate de estas dos dimensiones de una misma realidad. Es el enfrentamiento entre Cristo y el Anticristo.  
Para comprender esto con exactitud no debemos personalizar ni hipostasiar al Cristo y al Anticristo. Cristo es una dimensión, un título, un nombre, para señalar una realidad histórica. Significa la historia del amor en el mundo, desde los tiempos primordiales hasta su culminación escatológica y definitiva en Jesús de Nazaret.
La dimensión-Cristo se realiza siempre que se vive el amor-donación, siempre que se instaura la justicia, triunfa la verdad y se establece la comunión con Dios en cualquier ámbito del tiempo y del espacio.
Jesús de Nazaret fue aquella persona histórica que vivió con tal radicalidad la dimensión-Cristo que llegó a identificarse con ella hasta convertirse en su nombre propio. Por eso profesamos que Jesús de Nazaret es el Cristo.
Esta concepción del Cristo nos hará comprender qué significa el Anticristo. No se trata en primer lugar de una persona, sino de una atmósfera opuesta a la atmósfera-Cristo. Es la historia del odio en el mundo. Siempre que se instaura la voluntad de poder, siempre que se organiza la división e impera el egoísmo, se hace concreta la dimensión-Anticristo en la amplia escena del ayer y del hoy, del aquí y el allá. Esa dimensión-Anticristo puede encarnarse en personas malvadas, en estructuras injustas y en sistemas inhumanos. Mientras vamos peregrinando envueltos en la ambigüedad del «simul iustus et peccator» todos somos, en proporción mayor o menor, Cristo y Anticristo.

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