lunes, 29 de diciembre de 2014

EL REALISMO CRISTIANO

  Conclusión: el realismo cristiano.
 El cristiano es un ser extremadamente realista. Conoce la existencia humana en su dialéctica tensada entre el bien y el mal, el pecado y la gracia, la esperanza y el desespero, el amor y el odio, la comunicación y la soledad. Vive en esas dos dimensiones. Sabe que, mientras esté de camino, puede inclinarse más al uno o al otro lado. En cuanto cristiano, se ha decidido por el amor, por la comunión, por la esperanza, por la gracia. Cristo nos enseñó cómo debemos vivir en esa dimensión. Si nos mantenemos en ella seremos felices ya aquí y para siempre. Con esto no se quiere disminuir la dramaticidad de la existencia humana; y sin embargo tenemos esperanza: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). El nos dijo, antes de dejarnos, esa palabra. Después de Cristo ya no puede haber drama sino únicamente, como en la Edad Media, autos sacramentales. Y esto es así porque con Cristo irrumpió la esperanza, la certeza de la victoria y la convicción segura de que el amor es más fuerte que la muerte.
Si nos mantenemos abiertos a todos, a los demás y a Dios, y si intentamos poner el centro de nosotros mismos fuera de nosotros, entonces estamos seguros: la muerte no nos hará mal alguno y no existirá segunda muerte. En este mundo comenzaremos ya a vivir el cielo, tal vez entre peligros, pero seguros de que estamos ya en el camino cierto y en la casa paterna.

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